lunes, 28 de febrero de 2011

Dia 24: El Límite

En la vida hay... hay dos tipos de límites. Están los que se cruzan todo el tiempo y no cambian nada y los que se cruzan una vez y lo cambian todo. Es casi imposible impedir cruzar los primeros, ya que tan sólo al levantarse por la mañana se está cruzando un límite. Así de simples e insignificantes. Son como los segundos del tiempo. No son tomados en cuenta como las fechas, pero existen para que estas otras existan. En consecuencia, aquellos inverosímiles límites que cruzas constantemente, viven para que llegues a cruzar ESE límite que lo cambiará todo. La diferencia es que sabes que ocurrirá si lo cruzas y qué se perderá en el acto.

Yo observé como cruzaban el límite y en tal hecho me perdieron a mí.  

sábado, 26 de febrero de 2011

Dia 23: Cuando Todo iba Bien

Todo iba bien. Raramente bien. Había equilibrio. Y de tanta luz, me había olvidado de la existencia de la oscuridad. Sonreía porque sí y por muchas otras cosas más. Llegaba del centro. La noche era calidad. Eran los últimos días cálidos. El envenenamiento con la cerveza me hacia recordar a Yessenia.
Al otro día había que trabajar. Nadie desconfiaba de nadie. La vida era tranquila. Hace un año estaba dormido. Tranquilo. Feliz.

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jueves, 24 de febrero de 2011

Día 22: Una Replica

Una replica. Una replica larga y sostenida. Como la nota más baja de un violonchelo. Como si el violonchelista deslizara con paciencia y sabor el hilo sobre las cuerdas del instrumento, dejando que la pieza se llenara de menos a más, lentamente, de la nota, hasta hacer retumbar las ventanas y el piso. Como si en el momento culmine, deslizara aún más lento el hilo y desprendiera la sensación de que la nota no terminará jamás. Una nota eterna. Pero de repente el vidrio de la ventana, de más a menos, deja de moverse y el silencio se desvanece tibio y brumoso por el lugar. Las muñecas dejan de moverse. Se detiene el vaivén. El temblor terminó.

Pero el ruido sigue. La ciudad está oscura y algunos postes estallan en una lluvia de chispas. Su abuelo le grita. El mar enfurecido avanza sin que nada le pudiese detener. La sensación de estar cayendo en el vacío le estremece los pies. El sonido de la casa crujiendo, como si alguien la estrujara, le retumba aún en los oídos. El grito de las personas en la calle. El ladrido desesperado de los perros. La negrura total. Su capacidad ocular llega al metro de distancia. Y la angustia se hace de todo el planeta. Hundió las manos en la cama y cerró fuerte los ojos. Ya no había nada moviéndose. Había sido sólo una replica. Una modesta replica. Desplegó los parpados y todo era claro otra vez. La ciudad estaba despierta tras el reflejo de su rostro asustado en el espejo. Los buques se movían imperceptibles en la bahía. Había sido sólo un golpe de su mente traumatizada. Dañada. 


Fragmento del proyecto "La Lista"

martes, 22 de febrero de 2011

Día 21: Olfato Asesino

Guzt tiene la habilidad de saber qué decir cuando una dama está necesitada y quiere ver más allá del mundo que le entrega la rutinaria vida junto a su novio. Se lo guarda y se hace el tonto, pero sabe muy bien cómo hacer para que a las señoritas les incomode en demasía los choques eléctricos que experimentan cuando hablan con él.  Ole a kilómetros de distancia el hambre de una noche de alcohol y pasión, viéndose como protagonista de la escena.  Conoce bien las señales que despide la hembra en celo que ya no puede más de imaginárselo susurrándole al oído lo que quiere que le haga. Inclusive, para no cometer errores y hacer del acto un crimen perfecto, no se deja embaucar por la excitación y mueve con sutileza las piezas. El rey cree que la reina está protegida, pero es humano y tal característica lo hace caer.

El otro día llegó una conocida a su ventana de chat en feis. Se habían encontrado hace unos meses en una fiesta en las parcelas al norte de la ciudad. 
"¿Te gustó mi hermana?" le preguntó.
"Nooo" contestó él "Está comprometida. Yo no soy de aquellos" dijo y bebió de su wisky.
Ella rió íronica y mientras bailaban se le acercó sensual, bajo la oscuridad que dejaban los vacíos de luz.
"Te conosco, Guzt" le dijo, penetrandole con la mirada y con las uñas en la espalda "Sé cómo eres"
Él esbozó una sonrisa, no por lo dicho, si no por lo que decía tras palabras.
Te conosco y eso me excita demasiado de ti.
"Tú no me conoces" le dijo Guzt al oído.
También sonrió cuando se abrió la ventana del chat en feis. De alguna forma u otra encontraba delicioso lo predecible que son las mujeres cuando desean algo y no tienen suficiente agua para apagarlo.
"¿Estás con alguién?" le preguntó ella.
"No" le contestó él "Estoy en mi época. Así que prefiero estar solo. Preocuparme de mí"
"Te gusta el picoteo"
"Siempre crees saber cosas de mí" le dijo Guzt "Es algo adrenalínico lo que estoy viviendo y eso me encanta"
"¿Pero cómo no estás con nadie? Si tú igual tirai arta pinta" le dijo la conocida.
Sabía que la frase era una carnada, con un gancho gangrenoso esperando a ser picado. Pero el terrorifico Guzt es demasiado inteligente. Analiza y elige con pinzas las palabras que tiene que decir. Apuñala y mata sin ninguna cuchilla.
"Gracias" le contestó sutilmente. 
La conversación avanzó, desviándose hacia otros temas. Pero la hembra tiene hambre y en cualquier momento vuelve a por la presa. No demoró mucho.
"¿Cuandos nos vemos?"
"Cuando haya otro carrete" le dijo Guzt, preparándose para lanzar su carnada "Porque yo te invitaría a salir, pero no se puede"
"¿Por qué no?" saltó ella "Si yo puedo salir. No estoy muerta"
La cazadora se volvió presa y cayó en la trampa. Guzt sabía que si le decía que salieran esa misma noche, ella diría que sí. Le encantaban sus grandes y profundos ojos verdes, la línea que forma su boca al sonreír. La margarita en sus mejillas, mezcladas con el brillo de su rostro. La curva que se pronuncia hacía afuera cayendo a sus caderas. La forma en que sus pechos se mueven. Se remojó los labios. Fue en eso que apareció Dones.
"Ni se te ocurra"
"Ya llegó el saco güea" dijo molesto.
"El pololo de ella te tiene buena. Él espera los carretes de las parcelas para verte y tomarse un copete. Son una pareja feliz ¿Por qué te quieres meter ahí?" 
"Porque tu novio me cae bien" escribió Dones, robandole el teclado a Guzt "A demás, ustedes son una pareja genial"
"Igual peleamos arto" contestó ella.
"¿Por qué no me dejai darle lo que quiere?" le dijo Guzt, en vista de la respuesta.
"Porque no es ético" 
"No ético es meterse en la vida de los demás" le dijo, arrebatandole el teclado "Bueno, cuando estés enojada, yo te puedo quitar el estrés" escribió en la ventana.

domingo, 20 de febrero de 2011

Día 20: En caso de que Mueras

Simón, mi hermano de 9 años, es amante de las pulseras. Cuando fui a Tomé, me encargó un cuero, que no es nada más que un pedazo de cuero, existiendo una gran gama de colores. Lo llamé la tarde que pasé por una feria artesanal para preguntarle qué color quería para el cuero que me había encargado.
"Negro" me dijo.
En Los Vilos, en la artesa de la caleta, había un puesto que tenía pulseras con el nombre grabado en un pedazo de cuero café claro.
El pequeño albino, porque Simón es poseedor de una piel de un color blanco lechoso, le pidió los 500 pesos que costaba la chuchería a mi viejo y se compró la preciada pulsera.
Mientras yo se la amarraba, le pregunté:
"¿Es por si te pierdes?"
"No po'" dijo Ignacio "Si él se sabe su nombre. Es en caso de que muera" agregó sorpresivamente.

viernes, 18 de febrero de 2011

Día 19: Previo Aviso

La cocina era ese acogedor cuarto rustico, bañada por muy poca luz, con muebles viejos y amarillentos envolviéndola, y absorbida por ese olor a caldo de vacuno. Habíamos ido a visitar a la madrina de la mamá de Jack los días que estuvimos en Tomé. A modo de información, Tomé es una comuna que está al norte de Concepción, la cual inevitablemente fue azotada por el terremoto del pasado 27 de Febrero. Para ser más exactos, la pequeña comuna se encuentra a 52 kilómetros de Cobquecura, pueblo en donde fue el epicentro de la devastadora catástrofe. Nosotros nos encontramos a 346 kilómetros del lugar del evento. Así que, con tan sólo saber cuál es la distancia de cercanía, se electrifica la piel estando en aquel lugar. Más aún al ver esos angustiantes silencios en la boca de los pobladores al hablar del momento y lo que sintieron. 

El 2009, después de volver de Los Vilos, en la semana del veinte de Febrero, me fui a quedar donde Jack porque su familia estaba de vacaciones... en el sur si no mal recuerdo. Era día sábado y estabamos preparandonos psicologicamente para levantarnos y hacer algo de desayuno. Cuando de repente se escuchó un ruido subterraneo. Era como el paso de un tren bajo tierra, pero por las cavernas de El Bosque no pasa ni el metro.
"Va a temblar" dijo Jack, poniendo atención al ruido, el cual se convirtió en un movimiento telurico.
Nos quedamos quietos. Quizá fue un grado 4, porque se diluyó rápidamente por el aire y en la memoria de ambos también.
Ahora, recordando, lo vemos como un previo aviso. La tierra un año antes ya avisaba lo que iba a suceder. Tal vez mera coincidencia.

El viernes, a casi un año del 8,8, Concepción se vio amenazado por otro temblor de una intensidad de 6,9. Cuando pasamos por Pichidangui con mis viejos y mis hermanos, creí escuchar a una flaite decir algo de un terremoto. Pero fue un rumor lejano. Al llegar a Los Vilos, Jack me llamó, abreviando lo más posible todas las oraciones de la información que me quería dar.
"Hubo un temblor fuerte en Conce. Llamé a mi tía y me dice que están bien. Están en los cerros. Llama a Elizabeth y me llamai de vuelta" me dijo.
Le contesté puros "ya ya" y colgamos.
La Negra estaba bien. Me dijo que fue aterrador vivir un temblor de tal magnitud. Mas encima estaba en el Homecenter trabajando y algunos de los productos en las estanterías cayeron al piso. Fue revivir una vez más lo que pasó esa noche.

Ojalá no sea otro previo aviso.

jueves, 17 de febrero de 2011

Día 18: No Ser de Acá

"Me pasó algo super extraño" me dijo. Yo me servía una Heineken "Cuando estaba en el baño, habían dos niñitas juntas. Recién habían salido y se estaban lavando las manos. Una de ellas me saludó. Parecía ser la mayor. Yo la saludé y luego miré a la otra, la cual se estaba alejando, pensando que eran hermanas... pensándolo" dijo, recalcando la palabra.
Asentí demostrando que entendía que pensó que eran hermanas.
"... entonces la que me saludó me dijo 'No somos hermanas. Somos primas'" me dijo anonadada .

"Mi vieja está super chocha" me dijo David. Hablabamos del embarazo de Nadia por teléfono "Pasó que dos días antes de que Nadia me contara que estaba esperando guagua, mi mamá soñó que estaba acostada y un niñito le venía a decir que se despertara, que ya venía. Le dijo abuelita. Y le decía que ya iba a llegar. Ese día me preguntó si Nadia estaba embarazada o algo y yo le dije que no. Y dos días después surgió la noticia"

"¿Por qué siempre me pasan cosas así?" me preguntó.
Le acaricié el rostro para darle tranquilidad, recordando que a mí también me envolvían las mismas interrogantes al principio. 
"Porque tienes la capacidad de transmitir lo que piensas y los que somos sensibles a esas energías, logramos escuchar lo que dice tu mente" le dije.
Me miró, demostrando que ya no se sentía una extraña en el terreno nuevo.
"¿Puedo intuir y equivocarme?" le pregunté.
"Sí" dijo atenta.
"Yo creo que piensas que... que mi presencia aquí tiene dos razones. Una es porque vine a vacacionar con Jack a la casa de su tía. Y la segunda es porque te vine a ver a ti. Entonces también piensas que si no hubiese sido porque nos ofrecieron venir a Tomé, quizás nunca hubiese venido y otra vez no nos habríamos visto. Y quizás en cuanto tiempo más nos habríamos visto. Así que dentro de ti hay sentimientos divididos. Es normal. Al final, quizás fue totalmente casualidad el venir. Pero a pesar de cómo se dieron las cosas, estoy contento de estar aquí, contigo en mi pecho y el cielo estrellado, sintiendo que serán unas vacaciones inolvidables"
No me dijo nada. Demian me sonrió. Eres un sabelotodo moduló con los labios.
Elizabeth me besó la mejilla y se volvió a acurrucar en mi pecho.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Día 17: Noches de Estrellas y Palabras

PARTE TRES

Entre el gran pedazo de humita y el kilo de tomate que había aportado, quedamos idiotas. La noche se hizo de todo el lugar y el concierto de la quinta banda orquestal de grillos de Hualqui se dejó sentir por todo el rededor. El camping estaba llenisimo cuando volvimos, dejándose ver carpas de sofisticada tecnología, parrillas copadas de carne jugosa y vehículos por doquier. No puedo mentir, deseamos en algún momento tener nuestra parrillita, un tenedor y un buen pedazo de lomo asandose sobre las brasas ardientes, un colchón y el inflador electrico que tenía el vecino, pero al rato decíamos "Aaaah.. filo. Total, venimos por una noche y cuando se va a acampar, se va a ACAMPAR"
Jack cortó con su navaja los hilos de las humas, el tomate y colgó su celular en una bolsa alrededor de un palo que atravesaba a nuestro lugar de campamento, para dar luz con su linterna incorporada. Al rato, anonadados con la sobrecogedora presencia de un cielo totalmente lleno de estrellas de todos los tamaños, en todas las direcciones, y como siempre la majestuosa Vía Láctea desparramándose por el medio del oscuro vacío, abrimos los sacos de dormir y nos echamos sobre el pasto. Elizabeth se acurrucó en mi pecho, David se acostó un tanto alejado y Jack se puso al otro lado mío. El ambiente, de familias disfrutando, era grato... acogedor. El cielo, gigantesco y silencioso, palpitaba con magia. Nadie decía nada. Y lo vuelvo a repetir, no podía pedir nada más. Un gran regalo. En mi celular sonaba música a lo lejos.
"¿Por qué no cansa verlas?" le pregunté a Jack.
"Porque tienen magia" contestó.
Sonreí levemente. No creo que me haya visto.
"¿Te gustaría llegar haya arriba y ver como son o qué hay?" me preguntó de repente.
"No sé... ¿Tú?"
"No po'... si no perdería todo el misterio"

jueves, 10 de febrero de 2011

Día 16: Amor Ajeno

Te juro que secretos y recuerdos no los venderé
No, no, no

PARTE DOS

Estuvimos a punto de devolvernos. No encontramos lugar en donde poder acampar. Habían sólo piscinas y lugares para el picnic, pero nada para poder pasar la noche. Sin embargo, uno propone... Elizabeth llegó y me pidió el vaso de jugo de frutilla natural que se había comprado.
"Encontré a un viejito que nos puede llevar a unos campings que hay más arriba. Nos cobra $2.500 por llevarnos y ver lugares" dijo decidida.
No le discutimos. A una mujer con voz decidida no se le discute. Tomamos nuestros bolsos y la seguimos hasta un pequeño furgón medio destartalado, color blanco, con un hombre de sonrisa eterna y un gorro de paja. Elizabeth las hizo de copiloto y nosotros tres nos acomodamos en el asiento de atrás. El tatita portaba en su oreja derecha uno de esos aparatos de plástico y silicona para poder escuchar sin problema, evidenciando el paso del tiempo en su cuerpo, junto a su arrugado rostro, al cual no se le podía borrar la sonrisa. Dirigió al Subarú fuera del centro del pueblo a la calle que las hacía de carretera rural y torció el rumbo dirección Cordillera. 
Por un momento temí por la vida de todos, tratando de mantener el equilibrio sobre la temeraria forma de manejar que tenía aquel característico hombre, el cual nos llevó por el típico serpenteo de los caminos del sur del país. Primero llegamos hasta unas parcelas custodiadas por la inquietante presencia de una abuela rechonchita y pelo encrespado por el calor del sol. Nos dejó entrar y mirar. La piscina no nos convenció. El sonriente chófer nos dijo que había otro camping un minuto más arriba. Y allá fuimos, y allí nos quedamos. El recinto contaba con tres piscinas, baños, duchas, un casino. Los lugares construidos para acampar eran de una considerable longitud, con pasto, una mesa de madera y un enchufe en caso de. 

Tarde de relajo y olvido. Estuvimos horas jugando en la piscina, disfrutando de los regalos de la naturaleza que envolvía al lugar. Estábamos a kilómetros de los edificios y de los problemas. Habíamos dejado, sin proponerlo, todo tipo de pensamiento referente a nuestras vidas, casi olvidando quienes eramos, sumergidos en el agua y el aire de los bosques que custodiaban el lugar. 
Después de una duchada, decidimos salir a buscar algún almacén o algo que se le pareciese, para llevar algo que llenara los estómagos sedientos de alimentos abundantes. Un sol tímido se dejaba ver lejano y apagado tras la imponente presencia de los frondosos y altos árboles que desfilaban silenciosos por el camino de dos vías que bajaba hasta el pueblo, cuidando quizás a las cientos de hectáreas que se desparramaban hasta donde la vista se pierde, cubiertas de plantaciones de choclos o haciéndola de casas de animales de granja. Avanzamos unos minutos de camino y llegamos a lo que era esa típica casa de campo, con paredes levantadas de adobe, abrasada por las extensas hojas de un parrón. Afuera, una mujer de unos treinta años nos esperaba detrás de una tierna mirada. Le preguntamos por las empanadas y las humitas que ofrecía en su improvisado cartel. Las primeras costaban $450 pesos, y para la suerte de David y la mía habían de camarón-queso. Las segundas costaban $500 pesos y eran del porte de un ladrillo. Sintiendo la suerte de haber encontrado un lugar barato, nos compramos dos empanadas cada uno. Las humas las dejaríamos para la noche. Pero no era lo único.
"¿Aquí hacen almuerzos?" preguntó Jack.
"Sí" contestó nuestra anfitriona "Hacemos porotos granados, tallarines y cazuela de gallina" 
"¿Cuanto sale?"
"Dos mil pesos"
En menos de un segundo, entre los cuatros intercambiamos miradas y sonrisas. Comerse un plato de una buena cazuela al precio ofrecido era casi un milagro. Tomamos la decisión de almorzar ahí al otro día, cuando regresáramos a Tomé. La comida elegida fue una cazuela de gallina de campo. David y yo no la habíamos probado, y ya que el paladar andaba en busca de lo campestre, de lo pueblerino, optamos por esa.
Mientras nos comíamos la segunda empanada, conversábamos de la suerte que habíamos tenido aquella jornada. De haber estado a punto de devolvernos, estábamos sentados en una mesa  bajo el parrón de una casa con rica y barata comida, siendo atendidos por la humilde voluntad de una mujer esforzada, viniendo recién de haber disfrutado una exquisita tarde de piscina. 
Fue en eso que apareció una centenaria mujer, de piel embalsamada por el sol de las doce del día, pelos blancos y algunos vestigios del castaño, ojos azules y labios temblorosos.
"La gallina de campo se demora cuatro horas en cocerse" dijo su carraspeada voz "Así que para cuando vengan mañana, ya va a estar listita. Yo quería preguntarles qué presa iban a querer"
Estoy completamente seguro que el hotel tiene que tener prestigio y cinco estrellas para que recién el mesero pueda hacer la misma pregunta que nos hizo aquella mujer. Yo no podía entender en dónde estaba la gente con una humildad así. Sin embargo, el hecho de estar en el campo ya ponía en el camino a personas que no se disponen, si no que les nace recibir a los visitantes de tal amable manera. Era simple amor ajeno, y nosotros ya no podíamos pedir más. David fue el único que pidió pechuga. Nosotros tres pedimos tuto... 

miércoles, 9 de febrero de 2011

Día 15: La Travesía del Verano

La travesía del verano uooh
El amor eterno del invierno a-ah
Con pasión y coraje haré este viaje contigo

PARTE UNO

En cinco días hicimos lo que se podría haber hecho en dos semanas. Tomamos el tiempo y lo acoplamos a tal punto de poder hacer todas las cosas que queríamos. Y nos faltó por hacer.
Nos bañamos en las playas del tranquilo Tomé. Nos tragamos Concepción: carreteamos en sus noches de distorsión junto a Elizabeth, la cual también nos llevó a conocer la plaza de armas, el mall, los tribunales, el edificio que se cayó el pasado 27 de Febrero y un montón de calles de los interiores de la segunda capital. Una verdadera travesía de cinco días, sin respiro, sin ceder un minuto. Inolvidable, quizás como Los Vilos. Tan extraño y lleno de sensaciones que se grabaron con más fuerza los días del inesperado fin de semana. 
Nos despertamos a las once de la mañana el día sábado. David había llegado a las seis de la madrugada al terminal Collao, y nosotros habíamos bailado toda la noche anterior. Estábamos cansados, así que cualquier oportunidad que se presentara para descansar o dormir un rato, era tomada sin dudar, para que al despertar siguiéramos con el frenético viaje.
Bolsos en las espaldas quemadas por el sol del día jueves, sacos de dormir y carpa en mano y partimos hacia Hualqui. El oleaje había estado algo furioso los últimos días, así que la idea de pasar una noche entera acampando a la orilla del mar se vio mermada. Elizabeth propuso viajar a un pequeño pueblito a una hora de Concepción, dirección sureste, conocido por su abundancia en piscinas y campings, para pasar la noche en un lugar seguro  y establecido. A diferencia de Tomé, las afueras de Concepción y rededores del río Bio-Bio estaban sumidas en un asqueroso y agobiante calor, fiel presagio de lo que costaría encontrar un lugar para pasar la noche...

lunes, 7 de febrero de 2011

Día 14: Familia

Somos seres de naturaleza coexistente. Son contadas con los dedos de una mano las veces que de verdad sirve hablar con la almohada y éste responde como una coherente psicóloga. Preferimos reír y llorar en compañía de una voz amiga. Cercana. Se nos abre el mundo cuando hay otro que nos puede escuchar y entender las cosas es menos difícil.
Es de valientes callar cuando se tiene que pedir ayuda.  

Es difícil entender por qué y cómo sucedieron las cosas. No podía pensar en nada más porque mi cuerpo me obligó a no pensar en nada y sólo podía sentir que la brisa fresca, teñida del aroma de los alerces y el agua bajo mis pies era una sensación que hace tiempo necesitaba sentir. Me desconecté de la vida y de mi ser. Estaba fuera de todo si y de la misma realidad. No estaba feliz, pero sí estaba tranquilo. Respirar era un tesoro codiciado. Hileras de árboles se desparramaban por los cerros que rodeaban al pequeño pueblo en donde pasaríamos la noche, separando al mundo moderno del pedazo de tiempo-espacio estacando ahí.
Elizabeth tomó su toalla y se alejó de nosotros en dirección a una siesta obligada. El sol, lento y perezoso, comenzaba a abandonar el cielo sureño, rendido a la oposición de aquellas tierras a despedir un calor parecido al de la capital.
"¿Por qué no acudiste a nosotros?" le pregunté a David.
Ocurrió que por esas cosas locas de la vida el Chico terminó con Nadia. Al parecer a la señorita le vino el momento de pataletas gratis y por montones. David no le aguantó. Un cumulo de situaciones lo obligó a poner más presión, y la presión de transformó en una sutil patada en el culo. El viernes, listo para ir a la disco en Concepción y más preparados aún para ir a acampar el sábado, nos llamó diciendo que quería viajar desde Santiago hasta Tomé. Quería mamarse seis horas de viaje sin dar explicación. Le dijimos que se viniera. A los del grupo nunca se les dice que no. Así que, con tintes de locura, a las 12 de la noche tomó un bus en el terminal Sur de Santiago y viajó toda la madrugada hasta el terminal Collao.
"No sé" me contestó mirando al vacío, buscando respuestas a su actitud "Creo que necesitaba estar solo. Simplemente me alejé y decidí lidiar yo con la enfermedad"
La pregunta hacía referencia al cáncer que había sufrido. Una blanca y silenciosa cicatriz se desplazaba cinco centímetros a lo ancho de la parte izquierda de su cuello. Iban a por un ganglio inflamado y se toparon con un pedazo de muerte. La barba se esforzaba por disimular la marca que le había dejado el tumor, recordándole que frente a la vida él no era nadie.
"¿Te sirvió de algo alejarte?" le pregunté.
"Sí" contestó seguro de lo que decía "Me sirvió para darme cuenta de que los necesité más que nunca" declaró "Y que, aunque suene cursi, al final ustedes son mi única familia"
Bajo la poderosa frase, la que nos atravesó sin anestesia, sólo pudimos quedarnos en silencio y escuchar como todo el bosque bailaba bajo el paso del viento hualquino.

No estamos acostumbrados a recorrer el oscuro camino a solas. Siempre necesitaremos de alguien que nos tome del brazo y apunte con una mano decida la linterna hacia el frente. Llenarse de silencio en tiempos de guerra, es batallar sólo contra todo un pelotón, con una exquisita tendencia a perder.