miércoles, 3 de junio de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 10

-Hemos terminado la revisión de los cuerpos- le dijo Loreto a Ximena -Hay que llamar al Servicio Médico Legal.
-Lo llamo de inmediato- contestó la detective.
-Necesito que alguien me lleve de vuelta al cuartel- siguió Loreto -Voy a llevar la evidencia y a buscar más reactor. Parece que el que trajimos está vencido.
-¿Vencido? ¿Por qué?- preguntó Ximena.
-Porque no encontramos huellas en la escena. ¿Vino Ana?.
-No, no vino. Ana fue asignada a otro caso- contestó la jefa de investigación, viendo en los ojos de la perito la atención a la respuesta.
-Entiendo- respondió Loreto -Le diré a Camilo entonces.
Ximena rodeó el edificio de Infantil, dirección nuevamente al tablero eléctrico. Camilo la había llamado para reunirse ahí. La noche estaba a punto de acabarse. El amanecer se acercaba.
-Aquí da la escalera de emergencia- dijo el joven detective, mostrándole a su capitana la puerta de emergencia -Justo al lado del tablero eléctrico- dijo enseñándole el tablero intervenido.
-Ya no quiero pensar en cuántas personas estuvieron aquí y nadie las vio- dijo Ximena decepcionada.
-¿En cuánto va el conteo?- preguntó el joven.
La detective miró su libreta.
-Si el que cortó los cables del tablero, también borró los registros de las cámaras de seguridad, posiblemente cuatro- dijo Ximena -Tal vez cinco.
Silencio sepulcral para aquel instante en que supieron que la investigación se oscurecía y los claros tardarían en aparecer. 
-Entonces hoy no habrá diligencias- dijo Camilo
Diligencias eran las acciones que se podían tomar con la evidencia más simple. Generalmente, al llegar a la escena de un delito, siempre había un testigo clave que había presenciado todo y sabía con exactitud quién había sido el perpetrador. Pero aquella noche, tras horas de preguntas, de caminos sin salida, no había pruebas para perseguir a nadie.
-No- dijo Ximena frustrada -Se nos escaparon y borraron las huellas.
En eso un vehículo iluminó la penumbra. La detective se puso en alerta. Era un vehículo civil. Había sido clara en la instrucción de impedir el acceso a toda persona ajena a la investigación. Molesta se encaminó hacia el encuentro del automóvil. Gabriel que estaba cerca, intersectó primero el vehículo, que venía a marcha lenta. Del asiento del copiloto se bajó una mujer, con movimientos pausados, con dificultad. Saludó al jefe de seguridad del hospital. Se presentó y se identificó como la madre de una de las víctimas. La detective, al escuchar la conversación, se vio entrando a la casa de los Jimenes. La madre de Ignacia aún tenía esperanza en los ojos. Ximena llevaba malas noticias. Del asiento del piloto se bajó un hombre, que apuró el paso para escuchar de nuevo los que ya habían escuchado por teléfono. Su hijo había muerto, su hijo había sido asesinado. La mujer perdió las fuerzas en las piernas y un llanto agónico la sofocó. Su marido trató de sostenerla. La detective no fue capaz de interferir. No tenía qué decir.
En eso dos camionetas del Servicio Médico Legal ingresaron al estacionamiento.

domingo, 31 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 9

Rita soltó los audífonos. El grito venía desde el fondo del pasillo, cerca de la capilla. Salió desde su escritorio y se preparó para dar auxilio.
-¿El portazo vino desde el mismo lugar de donde vino el grito?- interrumpió Ximena. Su mente ya comenzaba a dibujar el inicio de los sucesos, inclusive con la aparición de una mujer adulta en la escena.
-Desde el frente- aclaró la enfermera -El portazo fue de la puerta de la escalera de emergencia.
Posterior, Camilo y Loreto abrirían esa puerta de metal, pesada, para ver como se dibujaba en la oscuridad una escalera de concreto que conectaba con el exterior. Otro lugar para examinar.
Entonces alguien salió desde la capilla e ingresó a la escalera de emergencia y bajó, pensó la detective. O alguien subió por la escalera y entró en la capilla. Posiblemente la mujer, que al ingresar vio la escena de los niños sobre la cama. La profesional recordó los cuerpos de las víctimas. No quería perderse en aquella escabrosa escena. Volvió atrás. Quería definir si el portazo era alguien entrando o saliendo. Entonces pensó en ella. Se vio subiendo por la escalera de emergencia, yendo a la capilla. Si iba directo a la capilla, era porque sabía lo que pasaba ahí, entonces no quiero hacer ruido. No, no fue alguien entrando. Fue alguien saliendo, alguien que no se preocupó por salir en silencio. Era alguien que escapaba o arrancaba. ¿El asesino? Ximena anotó en su libreta y en su mente "Alguien salió por la puerta de emergencia, hacia la escalera" Luego vino el grito de la mujer. Y después Rita acercándose al lugar de los hechos.
-Estaba cerca de la puerta de la capilla, cuando ésta se abrió- siguió la enfermera.
La puerta de madera de la capilla se abrió de pronto y una persona salió desde el interior. Era un hombre, detalló la interrogada, vestía de negro completo y su rostro estaba cubierto por un pasamontañas del mismo color de su ropa. Sólo sus ojos grandes y fijos fue lo que Rita pudo mirar y grabar a fuego en su memoria.
-¿Qué pasó? Le pregunté. No me contestó. Ni siquiera me miró. Siguió caminando por el pasillo, mirando en todas direcciones, como si buscara a alguien.
-¿Era el amigo del cura Mateo? ¿Era el cura Mateo?- preguntó Ximena.
-No. Ninguno de ellos. Él era más bajo, joven y más corpulento que el cura y su amigo. Era otra persona.
Rita lo siguió en su búsqueda infructuosa. Lo agarró del brazo. El hombre le pidió que lo soltara. Ella volvió a exigirle saber qué pasaba o quién era él, pero no la tomó en cuenta. Entonces Rita decidió detenerlo. Lo agarró fuerte de la ropa y lo tiró, al mismo tiempo que el sujeto de un manotazo hizo que lo soltara. Era muy superior en fuerza. La enfermera perdió el equilibrio producto del forcejo y cayó al suelo golpeándose la cabeza. 

miércoles, 27 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 8

Mateo lo presentó como un amigo que venía desde muy lejos. No dijo de donde, y el cura era alguien amante de los detalles. Rita saludó al hombre, que detrás del cura alzó tímidamente la mano y exclamó un casi imperceptible "hola".
-Un hombre tímido.
-¿Cómo era?- preguntó Ximena.
Rita no lo pudo ver. Su cuerpo entero estaba envuelto por el hábito sacerdotal, pero le acompañaba un gorro negro de extensa ala que impedía poder apreciar con claridad su rostro. Sólo lo levantó los pequeños segundos que ocupó para saludar a la enfermera, luego lo bajó y la penumbra cubrió su cara. Lo tímido no quita lo cortés, pensó la detective. 
-Rita, vamos a preparar la misa ¿Puede preguntar a los niños si quieren asistir?- preguntó Mateo.
La enfermera se paró de inmediato y fue a la sala de reposo. Los tres se separaron cuando ella entró en el cuarto inmenso.
-Pregunté quién quería ir a la misa- dijo y recordó a los niños alzando las manos. No pudo contener la pena y se quebró. Ximena posó su mano sobre su hombro.
-Rita, escúcheme- la detective no iba a dejar que el relato se cortara -No puedo ponerme en su lugar. Nadie podría. Lo que sí puedo prometer es que tendrá toda la ayuda posible, para que cuando esto pase, tenga todo el apoyo nuestro. No va a estar sola.
La enfermera sonrió y recuperó el aliento. La voz de la mujer que escuchaba su historia, era realmente conciliadora. Tomó aire y volvió al relato.
Se pusieron sus pantuflas, sus batas, se las ataron y en fila caminaron. Rita los ve por última vez cuando se sientan en la primera banca frente al Cristo sufriendo. Luego volvió a su escritorio. Volvió a sus carpetas, a sus historiales médicos. En algún momento se levantó a revisar a los pacientes que aún seguían reposando. Chequeó sus sueros. Les preguntó cómo se sentían. Nuevamente volvió a su escritorio. La noche recién comenzaba. Se colgó de los oídos sus audífonos y en su celular puso música. Abrió más carpetas y fue llenando cuadros que necesitaban datos.
-Pasó un rato. No sé cuánto. Media hora- la enfermera intentaba recordar detalles -Y de pronto se escuchó un portazo.
Fue tan fuerte que Rita logró escuchar el ruido tras la música de los fonos en sus oídos. Sin pensarlo, se quitó los auriculares y puso atención. Lo que vino después, cambiaría por completo el rumbo de la investigación.
-Y quedé ahí, atenta, escuchando, cuando se escuchó el grito de una mujer- declaró la enfermera.
-¿Una mujer?- preguntó perpleja Ximena -¿No fue una de las pacientes?
-Señorita, llevo 20 años trabajando acá. Sé reconocer el grito doloroso en una niña sufriendo- declaró la enfermera segura -Aquel grito fue el de una mujer adulta.

lunes, 25 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 7

Lo primero que vio Ximena fue a una mujer con su mirar perdido en la nada. Su rostro demacrado ensalzado en lágrimas viejas, sus manos entre cruzadas sobre sus piernas, piernas cubiertas aún por la sábanas de la cama en donde descansaba. Ximena vio en sus ojos una historia oscura, con un desenlace horrible. Carmen, la enfermera que la había estado cuidando, vio entrar a la detective. Entonces se puso de pies y salió de la sala.
Abordar a una mujer de edad requería de otro tacto. Abordar a la testigo número uno del caso en aquellas primeras horas podría resultar en un pronto triunfo de la investigación. Elegir las palabras correctas era imperativo.
La mujer se presentó, en un tono dulce. No aceleró sus preguntas como con el resto. Quería que pareciera una conversación.
-Podría haber hecho más- dice la enfermera, devastada.
La detective le quita toda responsabilidad. Estuvo en el momento y lugar equivocados, para ella; quizás en el momento y lugar perfecto para Ximena, pero claro, no le dijo nada de eso. Le tomó las manos frías. No quiero presionarla, le dijo. Le ofreció conversar otro día, si quería. Rita se negó; en su memoria seguía fresca aquel destello oscuro que le cortó la vida en dos.
-Eran pasada las nueva de la noche- recordó Rita.
Eran las nueve y cuarto en realidad. Rita ordenaba carpetas con antecedentes de los pacientes que custodiaría esa noche. También ordenaba papeles, organizaba rondas, limpiaba el mesón de atención que siempre llegaba polvoriento a la noche. Concentrada en sus quehaceres, la presencia del cura Mateo la espantó.
Las alarmas de la detective se encendieron. ¿Qué hacia un sacerdote tan tarde en un hospital? ¿Era normal? No era inusual. Había una capilla. Había una habitación para el sacerdote. ¿Eso era usual? 
-No quería asustarla- dijo el anciano con su sonrisa tan entrañable de siempre y esos ojos azules de eterna bondad.
Rita le dijo que estaba concentrada, que se le había ido la hora, que se le había olvidado que era jueves. Con cariño le dijo a Ximena que aquel rostro tan contenedor, siempre le recordaba a su padre difunto, sus abrazos cuando llegaba a verlo los últimos días de su doloroso final. Le tranquilizaba verlo, escucharlo.
-Siempre llegaba quince minutos antes- puntualizó Rita -Siempre.
Dato importante. La detective lo anotó.
Llegaba antes para conversar, porque el cura era de esos ancianos que tenía un listado largo de aventuras. Pero aquella noche todo sería distinto. Al atraso del sacerdote, se le sumó otra novedad.
-Venía acompañado de un hombre. Primera vez, en todos los años de sus visitas, que alguien lo acompañaba- destacó la enfermera, extrañada.
-¿Cuántos años lleva viniendo?- interrumpió la profesional.
-Veinte años.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 6

-¿Cuánto tiempo estuvo sola la oficina?- preguntó Ximena.
Gabriel y Angelo se miraron.
-Aproximado una hora- dijo Gabriel.
-Menos- saltó Angelo -Acuérdese jefe que Francisca quedó acá, hasta que apoyó a Gerardo a cerrar el hospital.
-Francisca ¿Quién es Francisca?- preguntó la detective, ya sobrepasada con la situación.
-Una guardia nueva. Llegó ayer- respondió el jefe de seguridad.
-Que venga ahora. Por favor- pidió Ximena.
Gabriel no hizo preguntas. Tan sólo salió y comenzó a comunicarse por la radio.
-Imagino que los registros de las cámaras de vigilancia no se guardan por siempre- le dijo la profesional a Angelo.
El guardia negó.
-Tan sólo un mes-
-Muéstrame los registros de ayer- pidió Ximena.
Angelo accedió de inmediato. Notaba que ambos detectives no estaban contento con la situación en desarrollo. La evidencia que se había perdido era valiosa. 
En la pantalla apareció nuevamente un cuadro de error.
-Tampoco está ese registro-
-Muéstrame los registros de hace dos semana- la detective no paraba.
El guardia volvió al teclado, cliqueó el cursor, y otra vez esa molesta oración: Registro Eliminado.
-Nada-
-Y de hace un mes- dijo Ximena exhalando.
Angelo digitó la fecha de hace un mes.
-Tampoco-
En eso entró Francisca. Su rostro era de angustia. No se explicaba porqué la necesitaban a ella.
-Hola Francisca. Soy Ximena Duarte. Voy a hacerle un par de preguntas que no constituyen interrogatorio, pero posterior podría ser llamada a nuestras instalaciones para hacerle las mismas preguntas ¿No hay problema?.
La muchacha asintió temerosa.
-¿Usted borró los registros de las cámaras de vigilancia?-
Todos quedaron tan sorprendidos como Francisca de la pregunta. La detective no escatimó en rodeos.
-No, señorita- contestó la joven.
-¿Sabe ocupar el sistema de vigilancia?- siguió la mujer.
La guardia negó.
-Cuando Angelo salió a revisar lo que pasaba con la energía del edificio de Infantil ¿Usted qué hizo?
-Me quedé acá esperando instrucciones- contestó Francisca.
-¿Nadie ajeno a los guardias intentó entrar acá?
La joven negó.
Ximena supo ver en el rostro de la muchacha la compunción, el estar despojada de respuestas. Tampoco veía en ella los ojos de una persona que podría ser parte de una situación así.
-Gracias- concluyó la detective -Camilo. Llama a Loreto. Dile que envíe a alguien a sacar los NVR. Jefe- dijo la mujer dirigiéndose a Gabriel -Los equipos de grabación son evidencia de la investigación que estamos llevando.
-No hay problema, señorita. Yo traigo otra información- dijo el hombre.
Ximena esperó por ello.
-Rita, la enfermera que fue atacada, acaba de despertar- 

viernes, 1 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 5

-Angelo, acércate a Sala de Cámaras- se escucha por la radio a Gabriel.
Angelo se saca la radio de su cinturón.
-Me dirijo- 
El guardia le pasa las llaves del candado del portón que custodiaban a Gerardo y se enfila hacia la zona de Urgencias. Ingresando a la sala en donde las personas que esperaban por atención disminuían, el joven pudo ver a Gabriel, Ximena y Camilo esperando afuera de la sala en donde estaban los monitores de vigilancia de las cámaras de todo el hospital. ¿Qué había ocurrido? Las miradas de todo apuntaban a él.
-Jefe-
-Angelo. Necesito ver las grabaciones desde las veintiún horas hasta las veintitrés, de las cámaras que están instaladas en el edificio de Infantil- le dijo Ximena.
-Claro- dijo el guardia, abriéndose paso hasta la sala de monitores.
La sala era pequeña, provista de muebles arrimados a la pared. Al fondo un closet de equipos electrónicos disparaba pequeñas luces, de color verde y roja. A su lado le seguían la presencia de dos monitores de varias pulgadas. La pantalla de éstos estaba dividida en varios cuadros con vídeos de las cámaras de seguridad grabando. Angelo se sentó en una silla frente a un teclado y un cursor. Recordó cuando recibieron la llamada desde pabellón; se había cortado la luz. Tomó el ratón electrónico y comenzó a buscar en los registros las grabaciones que la detective a cargo de la investigación le había solicitado. Ximena comenzó a sentir una leve emoción. Quizás el caso podría cerrarse en aquellos minutos, cuando el guardia muestre qué alcanzó a grabar la bendita cámara. Camilo seguía con atención todos los comandos que ejecutaba el joven guardia, mirando también lo que iba sucediendo en la pantalla. Angelo sentía la tensión y la mirada de todos sobre sus hombros, mientras buscaba las cámaras asociadas al registro del edificio en cuestión. Cuando las encontró, un fuego le quemó la respiración. El registro arrojaba un error. Volvió a intentar. Nuevamente el mismo mensaje. Ximena impaciente preguntó:
-¿Pasa algo?-
-Deme un segundo-
Angelo probó con la otra cámara que estaba instalada en el edificio. Lo mismo. Los archivos grabados estaban arrojando un error propio de una pesadilla.
-Angelo- dijo Gabriel -Dinos qué pasa-
-Los registro, jefes- dijo Angelo, tragando aire para darse vida -Los registros de las cámaras se borraron.
-¿Borrados?- preguntó Camilo.
-¿Cómo borrados?- le siguió Ximena, sintiendo como una desazon le molía los huesos.
-Espere- dijo Angelo, que seguía nervioso tecleando, moviendo el cursor, mirando la pantalla, intentando buscar una explicación. Su intento iba a encontrar otra mala noticia.
-Todos- tartamudeó -Están todos los registros de cámaras borrados.

martes, 28 de abril de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 4

-Jefe, avíseme cuando despierte la enfermera- dijo Ximena. Ambos venían saliendo del edificio hospitalario, dirección a la pequeña plaza apostada a la orilla de éste -Y jefe, haga reaccionar al encargado del hospital. Necesito los antecedentes médicos de las víctimas. Y también, llamen a los familiares. No quiere ser responsable de que un periodista diga primero lo que pasa aquí adentro y los familiares se enteren por la prensa.
Camilo vio a su jefa acercarse. El edificio detrás se alzaba como una montaña silenciosa y oscura. La detective venía revisando sus anotaciones, hasta que llegó al lado de su compañero.
-Coinciden todos los relatos- concluye la mujer.
-Están confirmadas las coartadas- agregó el joven.
-Sí. Nadie vio nada. ¿Algún sospechoso?-
Camilo se vio sorprendido.
-Todos estaban haciendo algo cuando sucedió... lo que sucedió- dijo el detective.
-Sí, pero nadie puede confirmar una sola coartada- dijo Ximena -La de Gerardo.
Suspenso en el aire. Camilo no veía el punto.
-Estaba en su ronda-
-Justo detrás del edificio en donde sucedió el crimen- comenzó la detective a defender su teoría -No se acercó a ver cómo estaban los doctores y los pacientes en el interior del edificio. Primero fue al tablero eléctrico. Y sólo él vio los cables de energía cortados. Nadie más que él. ¿Un guardia no velaría primero por la seguridad de la gente que protege?.
-Fue práctico- soltó Camilo.
Ximena le quemó la cara con una mirada. 
-Se corta la luz. Voy al tablero de energía a ver qué está mal- sigue Camilo. 
-Tienes un punto.
-Por supuesto. La operatividad de cortar la luz- dijo el detective apuntando al tablero eléctrico -Soy el asesino. Doy muerte a las víctimas y bajo a cortar la luz. Inoperante. Al reves; corto la luz primero. Eso alertaría a los guardias. No calza.
-No fue el perpetrador- dice Ximena.
-No- responde Camilo -Pero entonces por qué cortarían la energía.
Ambos detectives se silencian y comienzan a mirar a su rededor, buscando el objetivo de cortar la luz. Las teorías comenzaban a poblar sus mentes. Los caminos del laberinto comenzaban a abrirse. No era bueno. Las opciones ya no se sumaban; comenzaban a multiplicarse. Fue entonces que la mujer dio con la posible razón.
-Camilo, mira, una cámara de vigilancia- dice Ximena.
El joven se gira a ver y ve instalada en un poste una cámara de vigilancia.
-Soy el asesino. No quiero que me vean- parafrasea Camilo.

viernes, 24 de abril de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 3

-¿Su nombre?-
-Gabriel-
Gabriel, escribió la detective en su libreta.
-Necesito hacer un par de preguntas que no constituyen un interrogatorio. Por ende, podría ser citado a interrogación y también estas mismas preguntas que voy a formular, podría hacerlas de nuevo ¿Entendido?-
Gabriel asintió.
-Y necesito hacer esto rápido, para saber si tengo que hacer alguna diligencia ahora- dijo Ximena.
El jefe de seguridad sólo asintía.
-Bien. Cuénteme qué sucedió-

Trazar la historia. Era lo que Ximena y Camilo debían hacer. Trazar la primera historia, porque la misma iba a ir mutando con el pasar de las horas. Pero era importante comenzar a escribirla, para saber si en aquellos críticos primeros minutos después del crimen, tenían que ir tras alguien.
-¿Cuándo vamos a poder arreglar la luz?- preguntó Angelo.
-Cuando el equipo de pericia recoja evidencias en el tablero eléctrico- dijo Camilo -¿Por qué se dirigieron hacia el edificio de Infantil?
-Nos llamó el doctor Vargas. Él estaba apunto de operar-

-¿Vio a algún extraño?- preguntó Camilo.
-No. Nadie- respondió el doctor Vargas.
-¿Qué hora era cuando se cortó la luz?-
-Al rededor de las diez de la noche-

-Diez. Diez y cuarto- dijo Gerardo, aspirando su cigarro.
-Continúe- dijo Ximena.
-Estaba en mi ronda de esa hora, pasando por detrás del edificio. Escuché por la radio a Angelo llamar al Zeta y decirle que se había cortado la luz. Así que me acerqué al tablero para verlo.

Corte perfecto a los cables de energía. Fue lo que pensó Loreto. Tomó su cámara fotográfica y capturó la evidencia.

-Me encontré con el doctor Vargas- continuó Gabriel.
-¿Dijo haber visto a alguien?- interrumpió la detective.
-Le pregunté. Dijo que no.

-Entonces hasta ese momento nadie vio a ninguna persona sospechosa- dijo Camilo, anotando en su libreta -¿Y después?
-Como la señora Rita no había respondido, subimos al segundo piso. Ahí fue cuando la encontramos- recordó Angelo.

-¿Y dónde está ella?- preguntó Ximena.

-Una enfermera me ayudó a verla, mientras que el jefe fue a ver cómo estaban los niños. Después fue a la capilla y ahí encontró... a los niños- agregó Angelo. 

Ximena y Gabriel entraron a una sala de hospitalización. En una de las camas yacía la enfermera aún aturdida.
-Ella es una testigo- dijo la detective.

miércoles, 22 de abril de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 2

-No escuché el celular- se excusó Loreto, saludando de abrazo a Ximena.
-No te preocupes-
-¿Es tan grave como dijeron?- preguntó la recién llegada.
-Tan grave como dijeron. Pero cuando lo veas, es más horrible que cualquier expresión- aseveró la detective.
Loreto dirigió la mirada hacia la puerta del dormitorio. En silencio observó por algunos segundos.
-Voy a empezar- le dijo a Ximena.
Del hombro traía colgando un bolso que parecía traer elementos delicados. Uno de los integrantes del grupo de investigación había dispuesto de una mesa plegable para ordenar los elementos de pericias. La encargada del grupo de peritos descargó el bolso y posterior lo abrió. Desde dentro sacó una sofisticada cámara fotográfica, la cual venía equipada con un lente aparte de toda su estructura. Con cuidado Loreto acopló cámara y lente y avanzó hacia la pieza. Siempre cuidando de que sus pies no chocaran con nada, atravesó el umbral de la puerta. Ximena la observó quedar petrificada. Su mirada quiso apartar la perito, pero no pudo. Y así estuvo un par de segundos, hasta que se internó en la escena. La detective vio salir los flashes desde la habitación, poco después que desapareciera de su vista. Su compañera ya trabajaba en graficar el crimen.
Al salir de la capilla, Camilo atajó a la mujer.
-Está Gabriel- le dijo -Es el encargado de seguridad-
-¿Sospechoso o testigo?- preguntó Ximena.
-Fue el primero que vio la escena- dijo el detective.
La detective entonces buscó en el bolsillo de su chaqueta y sacó una pequeña libreta. La abrió y retiró desde los espirales de la misma un lápiz pasta. Lo destapó y se dispuso a escribir, sin antes transportarse a la casa de los Jimenes. Al frente estaba la mamá de Ignacia. Respiró hondo. Volvió al pasillo de ese frío hospital. Levantó la mirada y se encontró con los ojos atentos de Camilo. Era joven, audaz, de mirada gentil, pelo corto castaño, pómulos marcados.
-Me gusta este país. Es un país de mierda, pero me gusta- dijo de pronto la mujer -Esa sensación de protección es impagable, aquí en este bordecito de tierra, detrás de una montaña alta, de un desierto largo, eterno, y con un océano a las espaldas. Nada te puede dañar. Piensas que el mal nunca va a llegar. Pero no... me equivoqué- sonríe para sus adentros -Prepárate, Camilo. El mal tocó nuestras puertas.

lunes, 20 de abril de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 1

Ximena aún está en ese prado. El terror aún la ahoga. El sol se abre paso por las montañas. El frío arrecía. Los recuerdos antes del apagón mental la invaden. Su instinto de supervivencia entonces comenzó a funcionar. Intentó incorporarse, pero un dolor punzante la estremeció. ¿Qué era? Volvió a la tierra. Ahora apoyó los codos. Tomó aire y se irguió. Fue cuando sus ojos buscaron el punto de dolor. Entonces vio...

Ximena estuvo varios minutos en la habitación maldita. Y sintió miedo como nunca antes en toda su carrera. Se sintió desprotegida. Su médula investigativa de pronto despertó. De pies en la puerta, comenzó a observar la habitación. Pequeña, paredes oscuras, una cama, una cómoda con cuatro cajones. Un refugio, no una habitación, pensó. Pero su mirar volvía a los cuerpos de las cuatro pequeñas víctimas. El equipo de peritos ya había puesto el foco de luz sobre la escena, para mejorar la visión de la escena y encontrar toda la evidencia posible.
-¿Qué viene ahora?- le preguntó un asustado jefe de urgencia.
-¿Qué ala es esta?
-Infantil.
-Hay que vaciarla por completa.
La detective salió de la pieza y se encontró con la capilla. Pequeña también, fría, sin cuadros religiosos, tan sólo el altar y la escultura de la crucifixión. Aquí no está Dios, pensó.
-¿Y cómo hago eso?- preguntó sorprendido el jefe de urgencia.
-No lo sé. Eso deben organizarlo ustedes- respondió la mujer -Pero no puede haber nadie interrumpiendo la investigación o aportando evidencia no ligada al suceso. Por lo tanto, pacientes, enfermeras, médicos, visitas, deben salir lo más pronto posible del edificio.
Los peritos, vestidos con los overoles blancos, que los cubrían de pies a frente, con antiparras, con paciencia y tranquilidad, ya comenzaban a buscar huellas y evidencia en las bancas de la pequeña capilla.
-También necesito todo el historial médico de las víctimas- puntualizó Ximena -Urgente- destacó.
El jefe de urgencias asintió abrumado, con la mirada perdida en la vacío tratando de saber quién podría ayudarlos con aquella información.
-¿Tiene cámaras de vigilancia?- preguntó de pronto la detective.
-Claro que sí-
-Necesito los registros de grabación-
Fue en eso cuando apareció por la puerta de acceso a la capilla, la imagen de Loreto.
-Y lo otro ¿Ya hablaron con las familias de las víctimas?

viernes, 3 de abril de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 9

Se abren puertas. Se encienden focos. Pasos apurados. Ojos buscan y buscan por todo el lugar. Camilo ordena sus utensilios, su overol, sus maletas. Lo llamaron que tenía que ir urgente al sur de la ciudad; algo grave había pasado. 

Gabriel emergió de la oscuridad del edificio hacia la plazoleta. Miró el cielo sin estrellas, silencioso. La imagen de las manos de los niños se posó sobre sus pensamientos. El aire le faltó. Se tomó la cara entre sus manos eternas. No quería quebrarse. Fue cuando sintió la venida de alguien. Se recompuso y miró. Era el jefe de urgencia, que en aquellos momentos era la autoridad máxima del hospital. 
-Gabriel ¿Es verdad lo que pasó? Me llamó el director del hospital.
El jefe de seguridad sólo atinó a asentir, reteniendo en sus ojos lágrimas de impotencia.
-¿Y qué vamos a hacer ahora?- siguió el jefe de urgencia.
-Hay que esperar a que llegue la PDI- soltó el hombre.

Camilo dobló en un semáforo. Venía con él el equipo de peritos criminalísticos. La calle al frente estaba despejada. La camioneta con el logo de PDI aceleró sin resistencia. 

-Jefe, tengo una camioneta de la PDI en el portón de entrada- se escuchó la voz de Gerardo en la radio.
Gabriel fue devuelto de golpe a la realidad. Tomó el aparato y se dispuso a contestar.
-Que pasen. Cambio

Formalidades. Nombres. Saludos. Gabriel condujo a Camilo por la oscuridad hacia el segundo piso del edificio de Infantil. Volvieron a entrar al dormitorio maldito. El detective se iba a encargar de recoger la mayor cantidad de evidencia. Las preguntas y la formulación de teorías iban por parte de su jefa, que en esos momentos ya estaba afuera del portón del hospital. Camilo dispuso de focos de luz, de cámaras fotográficas, de sobres para evidencia. El equipo de peritos se vistió en overoles. 
Gabriel, parado en el punto que el detective le indicó sería hasta donde sólo personal autorizado podría llegar, miraba atónito como de pronto el pasillo de hospitalización y la capilla se habían convertido en una suerte de laboratorio. 
En eso un mano tocó su hombro. El jefe de seguridad se giró sobre si. Frente a él los ojos directos de una mujer lo observaban sin pestañear. 
-Buenas noches. Soy Ximena Duarte.

Continuará...

miércoles, 1 de abril de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 8

De pronto todo es penumbra. De pronto todo se rompe; el cristal frágil de la vida se abre en dos y después en miles de pedazos. De pronto todo es una convulsión. Un hombre despierta de su profundo sueño en una cama de sábanas finas. Toma su celular, responde. Escucha una oración. No puede creer lo que escucha. Se sienta en su cama. Su mujer despierta. Dime de nuevo, pide a su interlocutor. Se toma la cara. No lo puede creer. Cuelga y llama a otro número mientras se levanta.

Gerardo se encontró con Francisca aquella extraña noche a la entrada del hospital. Francisca no dijo nada cuando el joven llegó a su lado. Tan sólo le entregó las cadenas y candados y ambos partieron rumbo a cerrar los portones.

Los minutos se esparcían como barro sobre la vegetación. La noche no avanzaba. La llamada de Gabriel ya había llegado hasta la central de ambulancias, que informaron que ningún vehículo de emergencia podía llegar a ese hospital. Esa misma llamada había sonado en el celular de Francisco, comisario de la brigada de homicidio de la PDI, quien no lo pensó dos veces y llamó a la inspectora más hábil del cuerpo de investigaciones.

En otro lado de Santiago, un celular vibra con fuerzas en la mano de una mujer. Al principio no lo siente. Está dormida sobre su cama. Al tercer tono despierta aletargada.

Gabriel y Angelo levantaron a Rita. Su cabeza se salió de su centro y se fue hacia adelante. Permanecía inconsciente. Con cuidado, con fuerza, la llevaron hasta la sala de reposo. Carmen se adelantó y abrió las ropas de una cama desocupada. Ahí la acostaron.

Francisca y Gerardo primero cerraron el portón de acceso vehicular. Envolvieron con una cadena ambas puertas pesadas y las aseguraron con un candado. Después fueron a por el portón de salida vehicular. Lo mismo; cadena, candado. Ningún vehículo podía entrar o salir del recinto.

La luz de una oficina se enciende en otro lugar de Santiago. Es el Palacio de La Moneda.

La guardia y el guardia se dirigieron al último acceso, el peatonal. Inmediatamente en la vereda, tres ampolletas alumbraban tristemente tres puestos de ventas de confites, de sandwich y café. Sus dueños advirtieron lo que hacían ambos centinelas, porque jamás en todos los años que habían cumplido el turno de madrugada, habían visto que cerraran aquella puerta. Ni en los peores tiempos. Sí, esos tiempos.

Una anciana intenta olvidar el dolor de huesos de sus piernas. Aprieta los puños y acelera el paso. Oculta la cara en una bufanda; hace frío. Logra cruzar la calle despoblada de vehículos. La luz de los puestos de comida le alumbran el caminar. Se apura en pasar, pero una puerta cerrada detiene su andar. Sorprendida mira la puerta cerrada, asegurada con una cadena y un candado. Los ojos de un joven detrás de ña reja la observan tiernamente.
-Mamita, tuvimos que cerrar- le dice Gerardo.
-Pero mijito, estoy enfermita- replicó ella, aferrándose a los barrotes de la reja.
-No puedo dejarla pasar. Cerramos. No vamos a seguir atendiendo- dijo Gerardo y se giró hacia Francisca.
La novata lo miró con suplica. ¿Qué tenían que decir? ¿Cuál era la excusa para cerrar el hospital? ¿Qué había ocurrido en pediatría?
La noche se hizo más oscura.

lunes, 30 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 7

Rita tuvo una reacción. Carmen la notó.
-Rita- la llamó.
La enfermera aún tendida en el piso, pareció despertar. Movió su cabeza con dificulta e intentó abrir los ojos, pero un dolor electrizante le partió la nunca. Volvió a quedarse inmóvil. Desde la penumbra aparecieron lentamente las figuras de Gabriel y Angelo. Sus rostros estaban enmudecidos y demacrados. Ambos miraban fijamente a Rita, quien aún no podía reaccionar bien.
-¿Sigue inconsciente?- preguntó el jefe de seguridad, con una voz arrollada por un tren.
-Sufrió un golpe en la cabeza. Fuerte. Le va a costar recomponerse. Ayúdenme a llevarla a una cama- dijo Carmen.
-La necesitamos despierta- continuó Gabriel, con su mirada fija en Rita, casi hipnotizado.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?- preguntó Carmen comenzando a sentirse nerviosa. Recordaba el grito, recordaba a Angelo corriendo hacia la oscuridad, a Rita en el suelo y el lugar a oscuras. Algo malo pasaba; lo sentía.
Gabriel no fue capaz de articular palabra. Angelo notó que su jefe no hablaba, así que él lo hizo.
-Hay 4 niños... muertos en la capilla- dijo casi susurrando. Carmen se cubrió la boca de la impresión. Su mente instantáneamente recordó a su pequeño hijo, que a esas horas dormía en casa -Una niña en la sala de reposo dice que vio a Rita llevándose a los niños. Ella fue la última que los vio. Ella debe saber lo que pasó. Tiene que despertar- agregó el joven.
En eso Gabriel recordó que debían echarse a correr los procesos y los protocolos. Había que despertar a un par de personas. Se alejó del guardia y la enfermera, tomó su celular y marcó un número.

sábado, 28 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 6

Angelo no supo qué pensar. En la lejanía se escuchó un grito desconsolado que resonó por todo el lugar. Era su jefe. Saltó del lado de Carmen y corrió hacia donde creyó provenía el alarido. ¿Qué había sucedido ahora? Se preguntó. La noche ya no podía ser más extraña. Embistió la puerta de la capilla; desde ahí venía el grito. Alumbró las bancas, las paredes, el piso, el altar, al Cristo sufriendo y al final la puerta del dormitorio del cura Mateo. Caminó rápido. La puerta estaba abierta. Su linterna pudo alumbrar a Gabriel. Estaba de rodillas ¿Por qué? Estaba con sus manos gruesas cubriéndose el rostro. Pero lo más horrible de toda la escena era que estaba llorando.
-Jefe- dijo Angelo sin saber qué le ocurría.
El guardia lo miraba atónito, sin saber qué hacer.
-Hay que cerrar el hospital- dijo de pronto Gabriel, tratando de recomponerse.
-¿El hospital?- preguntó desencajado Angelo.
-Dile a Gerardo que cierre los accesos- agregó el jefe de seguridad -Hay que llamar a Carabineros-
-Pero jefe, qué...- preguntó Angelo entrando a la pieza, encontrando el origen de todos los horrores de Gabriel. No pudo terminar de hablar.
Al fondo del pequeño dormitorio, sobre una cama de una plaza, yacían sin vida y ensangrentados los cuerpos de los pacientes que faltaban. Angelo sintió como el aire se le escapaba. Se tuvo que sostener sobre la pared.
Dos niños y dos niñas. Estaban vestidos con el pijama del hospital. Estaban con sus ojos cerrados. Sus heridas aún sangraban. Sus brazos abrazaban el cuerpo de otro. Quizás habían tratado de cubrirse, de no mirar llegado el momento.
Gabriel se puso de pies. Se secó las lágrimas. Una efervescente ira comenzó a incendiar su pecho.
-Hay que salir de aquí- dijo, dando media vuelta y emprendiendo el rumbo.
-Pero jefe...
-¿Hablaste con Gerardo?- le preguntó Gabriel, no escuchando su llamado.
-No-
-¿Y qué cresta estai esperando?-
Angelo impávido tomó la radio.

-Gerardo. Cambio- sonó la voz de Angelo en la radio.
Gerardo se sacudió el frío. Tomó la radio y contestó.
-Te copio.
-Dirígete al acceso principal y ciérralo-

Francisca puso atención a la conversación que se estaba armando en la frecuencia. Hace varios minutos que nadie decía nada. Al mismo tiempo, unos ojos atentos la observaban desde lejos, leyendo todos sus movimientos.
-¿Cerrar qué?- se escuchó a Gerardo.
-El hospital. Hay que cerrar el hospital- dijo urgente Angelo.
Francisca se puso de pies nerviosa por lo que escuchó.
-¿Y la gente en urgencia? ¿La gente que está hospitalizada?- preguntó Gerardo.
-La gente en urgencia hay que dejarla salir a penas terminen de ser atendidos- aclaró el guardia -Los que estén en hospitalización deben estar ahí. Francisca apoya a Gerardo, por favor.
La muchacha, sin experiencia, tomó el radio y dudativa contestó.
-Copiado.
Buscó las llaves en un panel. Sacó las cadenas y los candados de la caja en donde los guardaban y se dispuso a ir a la entrada.
El ente la vio salir y decidido, sabiendo que estarían ocupados por unos buenos minutos, caminó hacia la sala de cámaras de vigilancia.

jueves, 26 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 5

Carmen estaba terminando de hablar con su pareja por celular, cuando apareció Angelo pálido. Corrieron los dos hacia Infantil, que aún permanecía a oscuras y en dos brincos llegaron al segundo piso. Rita, la enfermera de turno, una mujer que ya estaba casi entrando a la puerta de los sesenta, aún yacía inconsciente en el piso.
-¿Qué le pasó?- preguntó Carmen impresionada.
-No sabemos-

La iglesia era una sala pequeña que alguna vez se había construido en el ala más antigua del edificio de Infantil y Neonatología. Un altar, un Cristo crucificado en la pared al final, seis bancas de madera y nada más. Gabriel repasó su linterna por todos los rincones; no había nada. Tampoco ruidos. La desesperación le empezó a cerrar la garganta. Recordó entonces las camas desocupadas; cuatro pacientes no estaban. ¿Dónde estaban entonces? Recordó también a la niña sentada; había visto todo.
-La tía Rita los vino a buscar- había dicho.
Pero Rita estaba inconsciente en el piso. Nada concordaba. Avanzó con su linterna por el espacio que dejaban las bancas. Los ojos envueltos de dolor de la figura de Jesús en la cruz miraban hacia el cielo. Gabriel prefirió no mirar aquella imagen, le perturbaba. Continuó con su búsqueda infructífera, no tardando en llegar al pequeño altar. En la capilla no había nada. Era otro pasillo sin salida.
El jefe de seguridad buscó serenarse. Pensar y dejar de actuar. El silencio era un mal aliado. Las idea no parecían venir. Intentar descubrir qué había pasado no servía de mucho, con Rita aún desmayada. Pero el tiempo que se consumaba lo iba alejando más del horror de lo que había ocurrido, entonces pensar tampoco se mostraba como una opción efectiva de solución. De pronto un recuerdo estalló en su mente. Un pan caliente con queso, una taza de café. Los ojos de un veterano, una sonrisa también. Era el cura Mateo sentado en su cama. ¡La cama! La capilla tenía una pieza. La linterna alumbró el costado izquierdo del altar. ¿Qué día era? Se preguntó el hombre extasiado con la nueva pista. Si era jueves, quizás el cura estaba en su pieza, detrás de la puerta que se dispuso a abrir. Gabriel siempre le convidaba un pan y un café después de la misa que el cura hacía los jueves con los niños y niñas hospitalizados en el edificio de Infantil. Era aquel el recuerdo que lo atajó. Abrió la puerta y alumbró hacia el interior. Un desastre sin precedentes fue lo que encontró.

martes, 24 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 4

Oscuridad y silencio. De pronto, dos haz de luz irrumpen la penumbra. Son Gabriel y Angelo, llegando al pasillo de las sala de hospitalización de Infantil. Con la luz de sus linternas van dibujando paredes blancas, focos apagados y un piso de cerámica fría. El silencio era incorruptible. Señales de vida no veían. La situación iba perdiendo normalidad. 
Fue entonces, cuando sus pasos los habían llevado a mitad del pasillo, que sus focos lograron dibujar la silueta de un cuerpo tendido en el piso. El jefe de seguridad sintió el brinco de su corazón soltando un golpe eléctrico a todo su cuerpo. Corrió junto a su compañero a auxiliar a la persona. Era Rita, la enfermera de turno de Infantil. Estaba tendida sobre el piso, desmayada. 
-Señora Rita. Señora Rita- trató de despertarla Angelo, pero la enfermera no contestaba.
Gabriel entendió que ya no era un accidente lo que estaban enfrentando, si no una urgencia. Los cables de energía cortados y Rita desmayada. Algo estaba horriblemente mal. Tuvo que reaccionar.
-Pide una enfermera- le dijo a Angelo.
-Al tiro- soltó el guardia nervioso.
El jefe de seguridad se puso de pies y continuó revisando el pasillo, buscando más personas. Sus pensamientos lo llevaron a entrar a las salas de hospitalizados. Quería asegurarse de que los niños estuvieran bien. Con su mano gruesa empujó una puerta armada por un vidrio al centro. Su linterna abrió de nuevo espacios oscuros. Camas largas, sábanas blancas, veladores de lata, cuerpos de niños descansando, ventanas interminables. De pronto los ojos de un niña sentada en su cama le dieron vida a esos tensos minutos. Gabriel se acercó. 
-¿Está bien?- le preguntó el hombre.
La niña no respondió.
-¿Pasa algo?
Fue entonces cuando la mirada de la pequeña apuntó a la cama del frente. El jefe de seguridad se dio vuelta de golpe y miró. La cama estaba desocupada, con sus ropas empujadas hacia los pies. Faltaba un niño. Alumbró entonces la fila completa de camas. Descubrió que faltaban tres pacientes más. ¿Dónde estaban? Se preguntó. 
-La iglesa- escuchó de pronto un susurro.
Se giró sobre sí. Aquella niña en la cama seguía sentada. Ahora le tenía clavada la mirada a él.
-Están todos en la iglesia-

domingo, 22 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 3

Limpios. Los corten eran limpios. La goma que reviste a los cables internos no mostraba signos de rasgaduras. Había sido un solo intento. Un solo corte, limpio, profesional. Gerardo no supo qué pensar. Aquello no era usual. 
-Zeta- dice el guardia por la radio -Cambio-

-Te copio- contestó don Gabriel.
-Jefe. Los cables del tablero... los cables del tablero están cortados. Cambio-
-¿Cómo que cortados, hombre?- se exalta el jefe de los guardias.
Angelo no puede cuajar lo que escuchaba.
-Jefe, están las tres fases cortadas. El transformador auxiliar debe estar funcionando, pero no se puede comunicar con el tablero principal- dijo Gerardo -Por eso no llega luz al edificio.
En eso Gabriel y Angelo torcieron rumbo para encontrarse con el departamento de Hospitalización Infantil, sin darse cuenta que desde los arbustos la figura negra de una persona emergió y enderezó carrera hacia la zona de Urgencia.
Don Gabriel, que sintiendo que los segundos se iban y aún no podía superar el incidente, se internó junto al joven Angelo en la espesura de la oscuridad que envolvía al edificio médico. Con las linternas iluminando el pasillo al frente de ellos, avanzaron hacia el pabellón en donde las primeras personas dieron aviso de lo sucedido. Fue desde ahí que salió a encontrarlos el doctor que había quedado con sus manos jabonadas, esperando el regreso de la energía.
-Don Gabriel ¿Se soluciona el drama o no?- preguntó el doctor, con sus manos en alto.
-Doctor, parece que el drama es para largo- lamentó el jefe de seguridad -Creo que van a tener que cancelar la operación. Tenemos un problema grave con el tablero eléctrico del edificio.
-¿En serio no habrá pronta solución? Tenemos a una niña esperando en pabellón-
-No, doctor. Es mejor que cancele el procedimiento--
-Jefe ¿Qué hago?- interrumpió Gerardo en la radio.
-Mantén ahí. Cambio- dijo don Gabriel.
-10-4.
-Doctor ¿No ha visto a nadie externo al personal deambulando por acá?- preguntó de pronto Angelo.
Gabriel se acordó de los cables cortados. Situación inusual para sus más de veinte años de carrera en el hospital. Los cables no se habían cortado solos. Alguien había intervenido de forma maliciosa. Pero ¿Por qué? ¿Qué pretendían dejando sin energía al edificio de Infantil?
-No. Nadie- contestó fruncido el doctor.
-Vamos a hospitalización- dijo el jefe de seguridad, recordando que Rita, la enfermera de turno aquella jornada aún no había respondido a los llamados.

La figura oscura llega a la zona de Urgencia. Como todas las noches, la gente se aglomera y genera caos, esperando por atención. Nadie nota la presencia del mal. Los ojos del ente vigilan la puerta de la sala de seguridad.

viernes, 20 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 2

Ya es casi la una de la madrugada. Un doctor se está refregando las manos con jabón quirúrgico, dispuesto a entrar a pabellón. Está observando a enfermeras preparar al paciente, a auxiliares alistar los instrumentos de operación, cuando de pronto se corta la luz y todo queda a oscuras. Ha ocurrido otras veces. Sólo debe esperar a que el generador prenda su motor y a abastecer de nuevo con luz todo el lugar. Se queda quieto esperando, y esperando. El generador no ha funcionado. Una enfermera encendió la linterna de su celular. El foco lo encandila al pasar por sus ojos. Todos están esperando a que el generador prenda, pero ya han pasado unos minutos. Nunca tarda tanto.
-Nadia ¿Puede llamar a central de guardias? Dígale que se cortó la luz y el generador no subió- le pide el doctor a la enfermera que encendió la linterna de su celular.
La muchacha se alumbra el sendero hasta el teléfono que pende de una pared de cerámicas blancas y descuelga el aparato.

Angelo le enseña a Francisca a usar las planillas de procedimientos de seguridad en el hospital. Ambos llevan sentados una hora frente a un computador. Los interrumpe un teléfono que suena sobre el escritorio que están. La joven toma el auricular para responder.
-Central guardias. Buenas noches-
-Buenas noches. Estamos sin luz en el edificio Infantil-
Francisca se pone el aparato contra el pecho y mira a Angelo.
-En el edificio Infantil dicen que están sin luz.
-¿Hace cuánto rato?- pregunta Angelo.
Francisca se cuelga del auricular otra vez.
-¿Hace cuánto que están sin luz?-
-Cinco minutos. Pueden revisar, por favor. Estábamos a punto de iniciar operación.
-Dicen que hace cinco minutos.
Angelo se frunce y mira el mapa de estado de energía de los edificios de las distintas especialidades médicas. Era un plano emplazado sobre una pizarra, con led de luz. Cada luz representaba a cada edificio. Efectivamente el departamento Infantil y Neonatología estaba sin energía. Y por supuesto, el generador no había funcionado.
Extraño, pensó. Toma el radio y abre la comunicación.
-Atento Zeta-

-Atento Zeta. Cambio- escucha don Gabriel que chicharrea la radio. Estaba masticando un pan con jamón que le había enviado su esposa. Masca rápido, traga, se limpia los bigotes como si su interlocutor lo fuera ver y presiona un botón de la radio.
-Le copio. Cambio-

-Jefe, el edificio de Neo está sin luz- contesta Angelo mirando las pantallas con las cámaras de seguridad, mostrando todos los rincones del hospital. –El generador no subió. Ya llevan siete minutos sin energía. Cambio- Las imágenes muestran el edificio de tres pisos en total penumbra.
-Vamos a revisar. Fuera- contesta don Gabriel por la radio.
-Francisca, voy con Zeta al edificio de Infantil. Llame por teléfono a hospitalización para saber si están bien- le dice Angelo.
La joven asiente. Se gira sobre su silla y toma el auricular.
-Ya van a revisar- cuelga y marca cuatro dígitos para comunicarse con hospitalización Infantil.

El edificio Infantil y Neonatología está emplazado al final del terreno del hospital, considerando que Urgencia está en el acceso de éste. Angelo sale desde una oficina en Urgencia, se pone una gorra y se cuelga una radio a su cinturón. Camina apurado hacia la primera salida que ve y toma dirección hacia las calles que bordean por el sur al centro hospitalario. Don Gabriel lo espera afuera de una sala que tienen cuando se toman un tiempo libre.
-Más rápido, hombre- lo apura.
-No quería molestarlo, jefe- se disculpa el joven.
-Tranquilo. Vamos a ver qué hueá pasó con el generador.
Ambos se abren paso por la noche quieta camino hacia el fondo del hospital.
-Mañana mismo voy a llamar al eléctrico para que venga a revisar ese aparato. Nunca funciona bien, bien- se queja el jefe de seguridad.
-Creo que estaban por empezar a operar- agrega Angelo.
-Imagínate. Un respirador artificial sin energía puede ser mortal para un paciente. Eso no puede estar así, sin prender o qué sé yo- brava Gabriel.
-Angelo. Cambio- chicharrea la radio.
-Te copio- dice Angelo al descolgarse el aparato.
-Hospitalización no me contesta- resuena la voz de Francisca en el parlante.
Un silencio les cierra la boca.
-He llamado varias veces. No hay respuesta. Cambio.
-Está la señora Rita de turno hoy- lanza el joven.
-Debe estar vigilando las salas. No te preocupí por eso- dice don Gabriel.
-Zeta. Cambio- suena la radio del jefe de seguridad.

-Te copio- le contestan a Gerardo.
-Estoy llegando al tablero eléctrico. Lo voy a revisar. Cambio
-¿Estabas cerca? Cambio- pregunta Gabriel.
-Estaba en Maternidad. Escuché un auto frenando brusco. Así que me acerqué. Voy al tablero. Fuera.
Gerardo ya estaba rodeando el edificio. Toda la estructura estaba en completo silencio y penumbra. Enciende su linterna. Apresura el caminar; hace frío. Logra visibilizar el tablero eléctrico que alimenta de energía al edificio. Todo normal. La puerta del compartimiento estaba cerrada. Abre la placa de metal y observa el tablero. Está todo apagado. Jala el interruptor general, hacia arriba y hacia abajo. No sucede nada. Es entonces cuando su linterna por coincidencia ilumina los cables de alimentación principal. Gerardo se lleva una mala sorpresa. Los cables están cortados.

martes, 17 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 1


detrás del altar


Cuando era chico,
una vez,
vi un monstruo en la lavadora.

Amanece sobre el prado.
Una mujer despierta exaltada. Sus ojos se desorbitaban ensalzados en horror. Su rostro se
resquebrajaba en sangre oscura y seca. Un escalofrío le envolvió el cuerpo. Y sus recuerdos de la noche anterior se vertieron en su cabeza como un vaso lleno de agua que se vuelca sobre la mesa.
Después vino el dolor. La soledad. Y el miedo. Quiso llorar.

El monstruo oscuro, de ojos rojos, se asomó de su escondite.
Se acercó a mi oído.
Y bajo susurró.
"Mata a tu papá"

La mujer no aguantó el terror y comenzó a llorar.