miércoles, 3 de junio de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 10

-Hemos terminado la revisión de los cuerpos- le dijo Loreto a Ximena -Hay que llamar al Servicio Médico Legal.
-Lo llamo de inmediato- contestó la detective.
-Necesito que alguien me lleve de vuelta al cuartel- siguió Loreto -Voy a llevar la evidencia y a buscar más reactor. Parece que el que trajimos está vencido.
-¿Vencido? ¿Por qué?- preguntó Ximena.
-Porque no encontramos huellas en la escena. ¿Vino Ana?.
-No, no vino. Ana fue asignada a otro caso- contestó la jefa de investigación, viendo en los ojos de la perito la atención a la respuesta.
-Entiendo- respondió Loreto -Le diré a Camilo entonces.
Ximena rodeó el edificio de Infantil, dirección nuevamente al tablero eléctrico. Camilo la había llamado para reunirse ahí. La noche estaba a punto de acabarse. El amanecer se acercaba.
-Aquí da la escalera de emergencia- dijo el joven detective, mostrándole a su capitana la puerta de emergencia -Justo al lado del tablero eléctrico- dijo enseñándole el tablero intervenido.
-Ya no quiero pensar en cuántas personas estuvieron aquí y nadie las vio- dijo Ximena decepcionada.
-¿En cuánto va el conteo?- preguntó el joven.
La detective miró su libreta.
-Si el que cortó los cables del tablero, también borró los registros de las cámaras de seguridad, posiblemente cuatro- dijo Ximena -Tal vez cinco.
Silencio sepulcral para aquel instante en que supieron que la investigación se oscurecía y los claros tardarían en aparecer. 
-Entonces hoy no habrá diligencias- dijo Camilo
Diligencias eran las acciones que se podían tomar con la evidencia más simple. Generalmente, al llegar a la escena de un delito, siempre había un testigo clave que había presenciado todo y sabía con exactitud quién había sido el perpetrador. Pero aquella noche, tras horas de preguntas, de caminos sin salida, no había pruebas para perseguir a nadie.
-No- dijo Ximena frustrada -Se nos escaparon y borraron las huellas.
En eso un vehículo iluminó la penumbra. La detective se puso en alerta. Era un vehículo civil. Había sido clara en la instrucción de impedir el acceso a toda persona ajena a la investigación. Molesta se encaminó hacia el encuentro del automóvil. Gabriel que estaba cerca, intersectó primero el vehículo, que venía a marcha lenta. Del asiento del copiloto se bajó una mujer, con movimientos pausados, con dificultad. Saludó al jefe de seguridad del hospital. Se presentó y se identificó como la madre de una de las víctimas. La detective, al escuchar la conversación, se vio entrando a la casa de los Jimenes. La madre de Ignacia aún tenía esperanza en los ojos. Ximena llevaba malas noticias. Del asiento del piloto se bajó un hombre, que apuró el paso para escuchar de nuevo los que ya habían escuchado por teléfono. Su hijo había muerto, su hijo había sido asesinado. La mujer perdió las fuerzas en las piernas y un llanto agónico la sofocó. Su marido trató de sostenerla. La detective no fue capaz de interferir. No tenía qué decir.
En eso dos camionetas del Servicio Médico Legal ingresaron al estacionamiento.

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