martes, 28 de junio de 2011

Día 72: Entendí


(Hazle click a los links. Te dejarán conocer más del personaje)

Incondicional. Te amo. Quizás nunca te lo he dicho a la cara, porque tal vez me ponga a llorar como una niñita. Y esa no es la idea. El otro día me di cuenta cuanto te amaba y entendía a la vez. Abrí la mente y sentí como lograba encajar todas las cosas que habían sucedido estos dos años y algunos meses más. Podía verte frente a mí, sonriendo con esos labios que sólo dibujas para mí. Una sonrisa única. Una mirada angelical, aunque los malditos digan que es de mentira. Yo le creo a esos ojos, digan lo que digan, te creeré incluso si me mientes. Te sostendré si tu misma te disparas. Ahogaré tu pecho si no me quieres decir lo que te pasa. Estaré ahí cuando no quieras que esté. Porque tal vez también seamos el vicio del otro, pero de una forma no tan nociva.
Sé que fue la marca. Ahora lo entiendo, porque me tuvo que pasar a mí para lograr cachar qué era no poder desprenderse de algo, aunque existieron mil veces en que cortaste el hilo. Sé que es ver como la hierba crece aunque la podes de raíz para que no vuelva a nacer. Siento como es no poder quitarse de la imagen el cuerpo del otro y apagar ese volcán... ese imán caliente y violento que te hace volver, chocar, sufrir, destruirse el corazón. Pensar en que las cosas pueden cambiar en cualquier momento.
Te amo. No sabía que tanto y me di cuenta en una noche fría como las que están pasando ahora. Te daría el mundo si la vida te quita todo.
"Isabella me mandó un mensaje" me dijo Jack "Está en la posta con la mamá"...

Para Isabella... mi Bonita.

domingo, 26 de junio de 2011

Día 71: Amanda

Novena Parte y Final

Augusto Pinochet Ugarte despertó en su cama, donde había estado reposando las últimas dos semanas de la agravación de su salud. Había mejorado notablemente y sus médicos hacían presagiar que el ex-dictador viviría unos años más.
"Es el estrés de los juicios" le habían dicho.
Su enfermero estaba a su lado, terminando de inyectar una sustancia en la válvula del suero. Cuando éste notó que el anciano había despertado, dejó la jeringa en una mesita al costado de la cama y se sentó a su lado. Augusto reconoció de inmediato al hombre de la voz burlesca que lo había acompañado en aquella pieza oscura, supuesto miembro del G.A.P., amigo de Amanda.
"Esta es la verdad" dijo él "Entre este nivel de realidad y el de más arriba, hay un subnivel en donde nuestras mentes se alojan cuando el cuerpo duerme. Ahí, la mente está presente en toda su magnitud y potencia, sin que ninguna barrera corporal le impida dejar fluir todo su potencial. Es por esto que los pequeños deseos, miedos o sentimientos, allá crecen y somos capaces de crear subrealidades que desaparecen cuando el cuerpo vuelve a despertar. Si ese subnivel no existiera, no habría donde alojar la mente y ésta desaparecería para siempre de la realidad presente, acabando con la vida en todo el Universo. En ese subnivel es donde soñamos con las cosas que en la vida reprimimos. El problema es que es demasiado inestable; su energía es baja. Entonces, si la persona alberga sentimientos reprimidos demasiado grandes, puede llegar a destruirlo. Sin embargo, cuando fue creado, instalaron en su base filtros de tiempos para que la energía de las emociones o sentimientos fuertes se fuera diluyendo en el tiempo hacia el pasado, haciendo que la mente del individuo viviera recuerdos reales ligados al sentimiento.
Ocurrió entonces que hace dos semanas una persona alojaba en el subnivel una mente con un deseo reprimido tan poderoso, que amenazó gravemente con destruirlo por completo. Era un sentimiento de arrepentimiento total por todas las cosas que habían sucedido bajo su dictadura ¿Cierto? Y eso estaba causando estragos. ¿Qué hicimos? El flujo de energía del sentimiento era tan grande que los filtros de tiempo no lo resistieron y lo liberaron hacia el subnivel propiamente tal. Nosotros lo filtramos hasta el recuerdo en el momento que usted decretaba la ejecución del Golpe de Estado y fue usted quién cambió la decisión. Eso produce una reacción en cadena de las millones de acciones que deben cambiar en la realidad en que vivimos, y como ambas situaciones no pueden coexistir en la misma realidad, las millones de acciones se desligan de esta realidad y crean una realidad paralela, con todas las consecuencias del cambio de decisión. Eso demora al rededor de 24 horas en ocurrir, así que ahora lo que está sintiendo es la paz de saber que cambió algo. El problema será que cuando la realidad paralela se desligue de ésta, sabrá que nada cambió aquí y eso le hará perder la razón. Así que inyecté un catalizador en su suero, lo que en unos minutos más producirá una aceleración a su corazón y éste se verá obligado a detenerse" le dijo y se levantó.
Augusto vio como el extraño hombre rodeaba la cama, en dirección a la puerta del cuarto, en donde el hombre más viejo y Amanda lo esperaban para salir del hospital.


Te recuerdo Amanda, la calle mojada...


miércoles, 22 de junio de 2011

Día 70: Huevos para el Desayuno

Octava Parte

Quería pensar que estaba loco. Su notebook estaba sobre el escritorio. Su madre había abierto las cortinas para que el sol entrara a su cuarto. Aún estaba transpuesto y le costaba un tanto entender que todo lo que había soñado había parecido tan real. Podía sentir esa extraña sensación en el pecho, ese nudo diciéndole que cambiara la historia. Pero había sido un truco de su mente. Desde la estancia con los tres desconocidos hasta el momento en que ordenó que se detuviera el Golpe. Quizás su padre, al notarlo dormido sobre las tapas de su cama, lo desvistió y lo tapó como es debido. En la planta baja de la casa se podía escuchar el leve sonido de un televisor encendido.
Entonces pensó que su cerebro estaba un poco descontrolado debido a que no había dormido las últimas cinco noches.
Está bien. Fue sólo un mal sueño. Ahora me voy a levantar y olvidaré esta mala noche, se dijo así mismo y se levantó de la cama.

Cuando llegó a la cocina, vio a su madre lavando un par de platos y tazas sucias del desayuno. Su padre leía concentrado el diario, concentración que se quebró cuando le sintió acercarse.
"Buenos días, dormilón" le dijo "¿Cómo dormiste?"
"Espero dormir mejor esta noche" dijo Augusto.
"¿Qué quieres para desayunar?" le preguntó su madre, cerrando la llave del agua.
"Huevos" contestó el pequeño.
Su madre, sin girarse a verlo, tomó una paila y la puso sobre el fuego. Acto seguido, se dio la media vuelta y con una pistola automática en la mano, le dio un tiro en toda la frente. El pequeño Augusto cayó de espaldas sobre el piso, con una bala en medio del cerebro que lo mató al instante...

domingo, 19 de junio de 2011

Día 69: Mi General


Septima Parte

La casa era de ladrillo de roca. Era robusta y lujosa. Al igual que las escaleras que Augusto subió hasta el tercer piso. Eran quizás las nueves de la mañana y el sol bañaba tímidamente el pasillo que daba con las puertas de tres dormitorios. La escuadrilla tenía que estar cerca. Así que sigiloso y caminando casi en puntillas revisó que había detrás de la puerta del costado izquierdo del pasillo. Nada. Hizo lo mismo, siendo azotado por el miedo y el nerviosismo, con la segunda al costado derecho. Nada. Quedaba la última al final del corredor e indudablemente el tipo al que tenía que detener estaba ahí. Aferró con fuerzas el fusil a su cuerpo, se preparó con su dedo rígido sobre el gatillo y con rapidez abrió la puerta.
No entendió absolutamente nada cuando observó a un cuarto quizás más grande que la casa lleno de militares, secretarias, computadores, radios, papeles, ajetreo y bullicio. Menos entendió cuando al parecer nadie notó su presencia ahí. Las secretarias se pegaban con alegocía al teléfono, mostrándose inmunes a cualquier tipo de distracción, mientras anotaban informaciones en hojas o pequeñas libretas. Los militares iban de un lado a otro de la sala, pasando sobre la cablería improvisada desparramada sobre el suelo, llevando papeles desde un escritorio a otro. Y el resto parecía estar coordinando algún tipo de avanzada militar, enviando o recibiendo ordenes desde otro punto de la ciudad.
"Mi General" le dijo de repente una muchacha vestida con una falda negra y una blusa de tela celeste, con el pelo bien tomado en un moño "Los Hunters ya están en el aire, le manda a decir el coronel Leighs" declaró y luego volvió a colgarse del teléfono.
Oh no, pensó Augusto, sintiendo como toda la verdad se agolpaba en su cabeza como un rayo que cae sobre la sierra.
"Mi General" le dijo un soldado joven a su lado, con un radio en la mano "Es Don Patricio. Dice que la infantería y la artillería están listas a dos cuadras de La Moneda. Está esperando que usted de la orden para ejecutar el golpe" le dijo, pasándole el radio con timidez.
Augusto no quería tomar aquel aparato, pero sus brazos y manos inconcientemente se estiraron y cogieron el radio. Las piernas le pesaban y le costaba respirar. No había nada dentro de su cuerpo que quisiera decir Sí, ataquen, pero ya estaba todo listo y el valor y coraje, que se habían expandido como virus letal dentro de él cuando vio los vídeos de todas las atrocidades que iban a suceder, estaban peleando contra el conocimiento de que era imposible poder cambiar la historia.
Apretó el botón que abría la comunicación y escuchó a Patricio Carvajal, quién coordinaría el golpe hasta tener detenido a Allende.
"Está todo listo, Augusto. Estoy esperando tus ordenes para bombardear el palacio de Moneda"
En ese momento el tiempo pareció ir más lento. Las secretarias y soldados seguían trabajando como maquinas de producción, coordinando para que todo saliera a la perfección. El general no sentía el aire entrar en sus pulmones; tan sólo un nudo desgarrándole el estomago y la garganta.
"Aborta el ataque" salió de su boca. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se giraron a ver al general.
"¡¿Qué?!" preguntó desde el otro lado el hombre que parecía estar sufriendo un infarto.
"Que abortes el ataque. Que los Hunters vuelvan a El Bosque y que la infantería y artillería se retiren del perímetro del palacio de gobierno. Este día no habrá golpe de Estado" dijo Augusto y dejó la radio sobre uno de los escritorios.
Un silencio negro se esparció por el lugar al escuchar la decidida orden del hombre que estaba al frente de todo lo que ya no iba a suceder.
El joven, sintiendo como un gran peso se desprendía de su cuerpo, y parecía flotar de tanta paz, se dio la media vuelta y se dispuso a salir de aquel cuarto.

En ese momento las cuerdas oscilaron...

... y Augusto despertó, dando un salto sobre su cama...

jueves, 16 de junio de 2011

Día 68: G.A.P.

Sexta Parte

Se escuchó una ráfaga de disparos. Augusto dejó de golpear la puerta, los otros dos se pusieron de pies y todos pusieron atención a lo que pasaba en el desconocido exterior. Luego dos disparos rompieron la quietud otra vez y de golpe la calma volvió. La ignorancia y la desesperación por no saber que ocurría los estaba ahogando a tal punto que los tenías a los tres casi sin respirar. En eso se escucharon decididos y apurados pasos acercarse. El joven, creyendo que la hora le habías llegado y que los disparos habían dado con el cuerpo de Amanda, se alejó de la puerta y sólo pudo recordar a su madre. Tal vez el recuerdo no era más que una fantasía, pero el verla entrar sonriente a su pieza y abrir las cortinas para que el sol cordillenaro inunda por completo el cuarto, le brindaba un tipo de extraña paz, aceptando por descarte la opción de que todo iba a terminar.
La luz se volvió a filtrar por los bordes de la puerta. El candado se abrió otra vez y la manilla se deslizó como antes. La pesada puerta gimió oxidada sobre las visagras y la luz se colocó con fuerzas nuevamente. Augusto esforzó su dolida vista colapsada por la fuerza del potente rayo lumínico para ver al rostro al hombre que le iba a dar muerte. Para su sorpresa su verdugo era una mujer de mediana estatura, escultural cuerpo y una actitud de valentía y coraje admirable, portando en su mano derecha, apoyada sobre su curvada cadera, un fusil de guerra y en la otra una pistola.
"Salgan rápido" dijo con una voz decidida.
Los otros dos hombres, sin dudar o hacer preguntas, salieron corriendo en dirección desconocida.
"Lograste escapar" le dijo un impresionado Augusto.
"Pertenecemos al G.A.P" le dijo Amanda
"El Grupo de Amigos Personales" susurró el joven, no logrando entender de dónde conocía la sigla y lo que significaba "Es la guardia personal de Allende"
"Somos su brazo derecho. Nos tomaron detenidos para desarticular la guardia, así la seguridad del presidente se está viendo mermada" dijo ella. En eso volvieron los otros dos miembros de la patrulla personal de la primera autoridad del país, armados con dos fusiles más "Me llevaban a una sala de interrogatorios, cuando logré desarmar a la pequeña escuadrilla que custodiaba la casa..."
"No estamos en un fuerte militar entonces" dijo el joven.
"No. Estamos en la casa cordillerana de Pinochet. El probema es que, antes de asesinarlos a todos, un soboficial de alto rango logró escapar al tercer piso de la casa y al parecer logró comunicarse con un puesto de avanzada a unos kilometros de aquí. Augusto, si queremos salir vivos, necesitamos de tu ayuda"
"Claro" soltó el joven casi inconcientemente.
"Debes subir al tercer piso y tomar detenido al suboficial, mientras que nosotros defenderemos la casa contra el asalto que se aproxima. La idea es negociar nuestra salida" le dijo, y le ofreció el fusil.

Augusto, ahogandose en la sensación de recordar de golpe habilidades adquiridas, como cuando después de mucho tiempo te subes a una bicicleta y nos has olvidado como mantener el equilibrio, cargó un tiro en el fusil listo para salir...



lunes, 13 de junio de 2011

Día 67: Lo que Ocurrirá

Quinta Parte

Cuando el silencio volvió a envolver sus oídos y la oscuridad fue reina otra vez, supo que todo era cierto. Un pequeño soplido de aire escarchado entraba por los bordes de la puerta, custodiado por un penetrante olor a polvo. Sus manos temblorosas buscaban sentir el poco frescor que entraba y los dedos inútilmente trataban de escabullirse hacia el exterior. Todo era verdad, y no era porque él lo sabía; era la voz de Amanda rebotando en su cabeza desprovista de recuerdos, llena de fantasías que tenían el porte de una vida entera. Quizás era el efecto de la sustancia que le habían dado. No importaba.
"Hay que rescatarla" murmuró de repente.
"¡¿Qué?!" preguntó el hombre más viejo.
Augusto miró hacia el techo y trató de concentrarse, cerrando los ojos.
"No he escuchado infantería, ni aviones y tampoco pelotones. Tal vez estamos muy abajo, pero todo lo que debería oírse en un fuerte militar no... no se escucha" dijo con un tono de voz esperanzado.
"Eso quiere decir que No estamos en un fuerte militar" dijo el hombre de voz irónica, suavizando por primera vez sus palabras en el tiempo que llevaba ahí "Y quizás no haya un contingente tan alto de soldados..."
"Hay que salir" siguió Augusto "Ella tenía razón. Tal vez no recuerde nada de quién soy, pero de algún modo que no puedo explicar creo que en mis sueños vi lo que iba a ocurrir"
"¿Los vídeos?" preguntó el hombre de mayor edad.
"Sí"
"¿Qué viste, Augusto?" le preguntó el otro tipo.
El joven, sintiendo que en los tres había nacido un espíritu de valentía y coraje, con miras a tomarse la cárcel que les negaba la libertad, temió de decir lo que tenía que decir. Quizás el miedo los desalentaría a salir y cambiar la historia. Sin embargo, una idea más poderosa había explotado en su mente, dejando todo el lugar salpicado de la verdad de su estancia en aquel lugar: Augusto estaba ahí para detener todo lo que iba a suceder. Tal vez él no existía, y alguien con mayor poder obró para que su larguirucho cuerpo apareciera durmiendo en ese oscuro cuarto.
"El 11 de Septiembre de 1973 el poder militar del país realizará un golpe militar contra el estado. Bombardearán la Moneda y horas más tarde se tomarán Valparaiso. Allende morirá. Cazarán a los partidarios del partido comunista. Habrán torturas. Muertes. Y todo eso ocurrirá en 17 años de Dictadura"
Ninguno de sus dos acompañantes dijo nada. Así qué, pensando que se estaban cagando en los pantalones, comenzó a golpear con fuerzas la puerta...

viernes, 10 de junio de 2011

Día 66: Un poco de Luz

Cuarta Parte

Todos centraron la concentración en la dirección desde donde provenía el sonido, que a medida que pasaban los segundos, se lograba escuchar más cerca.
"Son botas" susurró el mas viejo de todos.
Fue cuando de golpe apareció un rectángulo de luz a un metro de distancia frente a ellos, obligandolos a todos tener que cubrirse con los brazos la vista para no sentir el ardor ocular característico al mantenerse un largo período de tiempo sin ver ningún tipo de luminosidad. Luego se escuchó el chasquido de un candado abriéndose y el correr de una manilla. El quejido de dos bisagras abriendo una pesada puerta metálica y un potente rayos de luz se colocó hacia adentro. Un olor a acre ahogó la atmósfera por completo y un aire frío embistió el cuerpo de todos, los cuales encandilados por la presencia de la calcinante luz, no podían moverse.
En el exterior habían dos soldados armados con fusiles AK-47, observandoles como niños estupefactos entrando por primera vez a un acuario. Ambos, automatas, sin decir nada, entraron y tomaron de las ropas a Amanda.
"¡No!" gritó la mujer.
Augusto, notando que dos hombres intentaban llevarse a la que en forma desinteresada lo acogió y entendió en los primeros difíciles minutos ahí, se levantó tratando de olvidar que sus ojos ardían bajo la luz y se abalanzó sobre uno de los fornidos uniformados. Pero su acción fue en vano, ya que de una sola patada en el pecho lo hicieron retroceder tirandolo al suelo.
"¡No se la lleven!" gritó el muchacho.
Pero los dos soldados ya habían salido del cuarto, para después de golpe cerrar la puerta.
Se escucho el deslizamiento de la manilla. El chasquido del candado y todo fue oscuridad otra vez.


miércoles, 8 de junio de 2011

Día 65: Imposible

Tercer Parte

Conchetumare!" gritó y se abalanzó sobre Augusto.

Se escucharon forcejos. Quejidos de fuerzas. Algunos garabatos más. Fuertes respiraciones. Manos chocando. Pies aferrándose al suelo. Todo era oscuridad. Todo era ruidos de lucha.
"¡Cálmate!" se escuchó decir a Amanda. "Paren los dos. Qué a caso no entienden..."
Augusto se arrimó a la pared. Uno de los dos hombres había logrado conectarle un derechazo en la boca, el cual le había dejado una herida abierta y jugosa sangre saliendo. Sólo sentía el frío del aire rozándole la cicatriz y las venas latiendo fuertes en su cuello. 
"Es imposible lo que este muchacho está diciendo" continuó Amanda "Es imposible que sea su bisnieto. Es físicamente imposible. Pinochet debe tener unos cuarenta y ocho años. Sus hijos no son padres aún. ¿Cómo va a tener un bisnieto hoy?..."
"¿Qué?" preguntó un impresionado Augusto.
"Pero si se llaman igual" dijo el mayor del grupo.
"¡Estuvo durmiendo dos días!" alzó la voz la mujer del cuarteto "Organizaron un golpe militar. Se aliaron a la CIA. Quizás que tipo de medicamento le dieron para lograr confundirlo a tal punto que cree que la realidad es un sueño y que lo que vio en la televisión lo vio como un niño que encontró unos vídeos en el sótano. Ellos quieren que creamos que es pariente o simpatizante para que lleguemos a esto; a la violencia. Y que lo matemos. O peor aún, que nos asesinemos entre todos. Así ellos no tendrán culpa y el trabajo será limpio"
La voz de Amanda se disipó por el ambiente negro de la pieza. Sólo se escuchaba el agitado respirar del pecho de todos, alterado por la ejecución de los movimientos violentos y el jadeo de las bocas secas. 
Nadie dijo nada, obviando la aceptación de la hipótesis frente al hecho de que el parentesco descrito por el joven recién despertado era imposible. 
"Augusto ¿No logras recordar de tu vida antes de llegar acá?" le preguntó Amanda.
"Claro. Una horrible semana sin poder dormir. Mis padres discutiendo porque vi los vídeos. El enterarme de todo lo que..."
"Eso no existió, compadre" dijo el tipo de voz burlona "Tienes que aceptar que estamos aquí, detenidos por el ejercito, el cual viene planeando hace meses un golpe de estado contra el gobierno de Salvador. Es 1973. Ni más ni menos. Así que déjate de decir esa mierda de que eres un niño que está viviendo el martirio de las acciones de su bisabuelo. Mejor hace el esfuerzo de recordar quién eres"
Esta vez Amanda no lo defendió. El silencio se alió a la oscuridad reinante eterna y Augusto más se perdió en su confusión. Era verdad que el momento, aunque extraño por la situación, era real. No cabía duda. El tiempo transcurría con normalidad. Los sonidos eran genuinos. No estaba presente esa desvariación de distancia entre el cuerpo y la mirada. Tampoco la extrañeza de sentirse flotando. Sin embargo, no podía recordar absolutamente nada de su vida antes de despertar ahí y eso le desesperaba más que estar encerrado creyendo ser otra persona.
En eso se sintieron pasos decididos acercarse...

domingo, 5 de junio de 2011

Día 64: Juguete de Madera

Segunda Parte

"¿Cómo te llamas?" le preguntó Amanda.
Hubo un silencio de titubeo.
"Augusto"
"Augusto, me acercaré a ti y con mis manos tocaré tu rostro... ¿Puedo?" le preguntó la mujer.
Hubo otro titubeo.
"Bueno" dijo el joven, entregado a la dulce voz que despedía la invisible voz de Amanda.
Cuando hay oscuridad, los ojos son capaces de acostumbrarse y fotosensores más sensibles se activan y logran revelar la poca luz que roza los contornos. Pero donde estaban no había ningún tipo de luz, así que sus oídos estaban más susceptibles a pequeños ruidos. En cierto modo pasaban a cumplir la función de los ojos. Así que todos escucharon cuando la única mujer en aquel lugar comenzó a deslizarce por la pared, tanteando el camino frente a ella centímetro a centímetro, dibujando con su imaginación el camino al último cuerpo que habían encontrado el bendito día que los habían dejado ahí. Cuando sus manos se encontraron con la chaqueta gruesa de Augusto, prometió ir ganandose de a poco su confianza, buscando lentamente su rostro.
El joven sintió las finas y cuidadas manos de una mujer madura. Quizás de 28 años o un poco más. Su respiración pareció calmarse. Y aunque aún percibía estar en un sueño que ya se sentía demasiado real, cedió al momento y no luchó contra lo que estaba sucediendo.
"Buscaba un regalo para mi primo. Pronto sería su cumpleaños. Ambos somos como hermanos y hemos vivido muchos momentos inolvidables. Así que no quería darle cualquier regalo" comenzó a relatar el muchacho "En mi casa había un sótano. Mi madre nunca me dejó subir a él, porque decía que ahí no había nada que me interesara, a demás de ser un lugar sucio y peligroso. Pero me fue imposible apagar la curiosidad de saber que había allí y no me negaba a la posibilidad de encontrar algún regalo para mi primo. Quería darle un juguete de madera. Vi uno por internet y según relataba el artículo, ya no los fabricaban. Las consolas de realidad virtual habían consumido todo el comercio de entretención para niños. De los viejos juguetes ya no quedaba nada. Entonces una noche me aventuré a recorrer el sótano en busca del regalo..."
Mientras hablaba, recordaba nitidamente las escenas de él buscando entremedio de tantas cajas viejas y pilares de palos clavados en todas direcciones. El sótano era un lugar inhóspito, agresivo y centenario. Habían cosas ahí que nunca en su vida había visto.
"... Fue cuando encontré los videocasetes. Mi padre me dijo que se llamaban así cuando se los mostré, porque yo no tenía ni las mínima idea qué eran. Me dijo también que estaba la videocasetera que permitía ver su contenido audiovisual y el televisor convencional, el cual también se había dejado de fabricar. Subimos, a escondidas de mi madre, y sacamos de sus cajas los electrodomésticos. Los limpiamos y pude ver el contenido de los vídeos. Seis casetes con toda la historia de mi bisabuelo" tuvo que cortar el relato. Lo que había visto fue demasiado fuerte para el umbral de impresión de su pequeña mente. Tales imágenes aún seguían vivas en su recuerdo inmediato.
"Vi lo del Golpe. Las muertes. Todas las torturas. Todo. Mi familia entera se había esmerado en no contarme la verdad, porque querían que aquella historia negra dejara de repercutir en las generaciones venideras, pero al parecer es imposible"
Amanda se alejó de Augusto. Los demás estaban en un total silencio. El joven por un momento creyó estar solo.
"Imposible" logró balbucear la mujer.
"Es la verdad. Luego de eso, recordando todo lo que vi, no he podido dormir. Y hace unas cinco horas he logrado conciliar el sueño y aquí estoy, metido en este ollo de mierda" dijo con rabia "Sin poder despertar"
"Hijo ¿Cómo se llama tu bisabuelo?" le preguntó la voz del hombre de mayor edad.
"Se llamó, querrá decir. Está muerto" aclaró el muchacho "Su nombre era Augusto Pinochet Ugarte" declaró...

jueves, 2 de junio de 2011

Día 63: Neta Oscuridad

Primera Parte

Al despertar, Amanda lo primero que hace es recordar el olor a leche fresca en la nariz de su pequeña bebé. El sol colándose entre las cortinas rosadas de su cuarto. La sensación de que son las cuatro de la tarde. Las sábanas blancas. Su risa angelical. Y luego todo es neta oscuridad. Esa extraña sensación de desesperación y ahogo la invaden al principio, luego se relaja y recuerda por qué está ahí.
De repente se escuchó un gemido de espanto. Ese ruido de susto al despertar de una pesadilla, como volviendo de la muerte. Luego el sonido del tanteo de las manos en la oscuridad. La agitación de los pulmones al no poder ver nada, pero absolutamente nada.
"Tranquilo" le dijo Amanda.
"¿Quién es?" preguntó la voz de un joven asustado.
"Ya despertó" dijo otro tipo en entremedio de la oscuridad absoluta.
"¿Dónde estoy?" preguntó acelerado.
"Tranquilo. Te sedaron y te trajeron aquí..." trató de calmarlo Amanda.
"¿Por qué hay tanta oscuridad? No veo nada"
"Porque tenemos que estar en un cuarto muchos pisos bajo tierra" dijo la voz de un hombre mayor "Así que la luz no llega y por lo mismo no vemos nada... absolutamente nada"
Su agitada respiración pareció calmarse paulatinamente. Su mente estaba asimilando la información brindada por las voces de aquellas personas que estaban atrapadas en el cuarto con él. Sin embargo, dentro de su mente había una realidad latente más poderosa, diciéndole que él no debería estar ahí. Él no pertenecía ahí. Su voz no era la suya. Tampoco el porte de su cuerpo, el cual podía percibir aunque no lo pudiera ver. Aquello lo descolocó de sobremanera y la desesperación lo abordó otra vez.
"Esto no puede estar pasando" comenzó a repetir una y otra vez "Esto no puede estar pasando. Es imposible... Debo... debo despertar. Debo despertar. Debo despertar ahora" decía con voz temblorosa.
"¿Despertar?" le preguntó el primer hombre que había hablado, un tipo de voz tosca y burlesca "Has estado dormido las últimas 48 horas... ¿Y querí despertar?"
El otro hombre presente soltó una pequeña risita.
"Le pasó lo mismo que a mí cuando desperté" agregó "También pensé que estaba en un sueño. Quizás nuestro cerebro no está acostumbrado a tanta oscuridad y por lo mismo pensamos que estamos en un sueño, pero no es..."
"¡No!" exclamó el joven apunto de llorar "Esto es sólo una pesadilla más de todas las que he tenido esta madrugada. Me quedé dormido sobre mi cama después de cinco noches sin poder dormir. Y desde entonces no he parado de tener estas terribles pesadillas relacionadas con los vídeos que vi"
"¿Videos?" le preguntó Amanda.
"Está loco este compadre" dijo el hombre de mayor edad.
"Tengo que despertar" volvió a decir...