Mi Negra |
Primera Parte
Mi viejo siempre dice:
"Para poner un negocio, hay que saber que pueden pasar muchas cosas malas. Nos pueden robar. Nos pueden estafar. Nos puede ir mal en la venta. Y montón de leceras más..."
"Maria Isabel de Argentina... 28 puntos" dijo el locutor. "Elizabeth de Chile... 28 puntos"
No sé si sentí alivio o emoción. El primer arbitro había decretado empate. Se sintió un murmullo general en todo el gimnasio.
"Segundo arbitro" dijo el hombre y un silencio nervioso se apoderó del lugar "Maria Isabel de Argentina... 28 puntos. Elizabeth de Chile... 28 puntos"
Hubieron algunas exclamaciones. La pelea había sido pareja, pero quedó la sensación que Elizabeth había conectados más golpes que la Argentina. El último arbitro definiría todo.
El locutor tomó la hoja de puntajes y se tomó un extraño tiempo para decir los resultados.
"Último arbitro. Elizabeth de Chile... 29 puntos. Maria Isabel de Argentina... 30 puntos. ¡Ganadora, Maria Isabel!"
Los únicos sacos de güeas que se pusieron a celebrar fueron los dos entrenadores argentinos y Maria Isabel. A parte de ellos, el gimnasio entero se quedó en silencio. Elizabeth, no satisfecha, esbozó una forzada sonrisa y abrazó a la ganadora. Con Ignacio nos miramos, lamentando lo ocurrido.
La Negra me había avisado hace unas dos semanas que vendría a Santiago el segundo fin de semana de Mayo a participar de un torneo de disciplinas de combate, en compañía de su federación de boxeo. Sería una pelea más para su corta carrera como boxeadora. Una gota más de experiencia. Pero no así menos importante. Invité a Ignacio para que me acompañara y también para que ambos se conocieran.
Con ella me encontré el día anterior a la noche de la pelea. Estaba tranquila, con ese desplante de parsimonia de siempre, y mentalizada a ganar. Sin embargo, la contienda no era cualquier encuentro. Finalmente, Elizabeth disputaría un título sudamericano y la defensora del trofeo era una argentina de 27 años, con dos de experiencia en el campo. Sin embargo, mi amiga estaba tranquila.
"... Entonces, para que el porrazo no duela tanto, hay que ser realistas y de antemano saber que pueden suceder muchas cosas. No esto diciendo que hay que ser negativos. Eso te impediría instalar un negocio. Pero sí saber qué cosas pueden pasar..."
El sábado pasado viajé a San Bernardo a ver a Isabella e Ibzeen. Con Karina nos reuniríamos más tarde en una disco cercana. Compramos tres cervezas para partir la noche, que a ratos amenazó con dejar caer una tempestad. Estábamos compartiendo en el comedor de Ibzeen, cuando mi celular comenzó a sonar en el banano. Dejé el vaso en la mesa y saqué el móvil. Ya habían cortado y en la pantalla había un mensaje que decía:
"Llamada perdida de Jack"
Ingresé al registro de llamadas perdidas y extrañado disqué su número.
Cuando se abrió la línea, mi amigo, aflijido y desesperado, lloraba al otro lado de ella.
"Karev, quedó la cagá"...
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