domingo, 31 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 9

Rita soltó los audífonos. El grito venía desde el fondo del pasillo, cerca de la capilla. Salió desde su escritorio y se preparó para dar auxilio.
-¿El portazo vino desde el mismo lugar de donde vino el grito?- interrumpió Ximena. Su mente ya comenzaba a dibujar el inicio de los sucesos, inclusive con la aparición de una mujer adulta en la escena.
-Desde el frente- aclaró la enfermera -El portazo fue de la puerta de la escalera de emergencia.
Posterior, Camilo y Loreto abrirían esa puerta de metal, pesada, para ver como se dibujaba en la oscuridad una escalera de concreto que conectaba con el exterior. Otro lugar para examinar.
Entonces alguien salió desde la capilla e ingresó a la escalera de emergencia y bajó, pensó la detective. O alguien subió por la escalera y entró en la capilla. Posiblemente la mujer, que al ingresar vio la escena de los niños sobre la cama. La profesional recordó los cuerpos de las víctimas. No quería perderse en aquella escabrosa escena. Volvió atrás. Quería definir si el portazo era alguien entrando o saliendo. Entonces pensó en ella. Se vio subiendo por la escalera de emergencia, yendo a la capilla. Si iba directo a la capilla, era porque sabía lo que pasaba ahí, entonces no quiero hacer ruido. No, no fue alguien entrando. Fue alguien saliendo, alguien que no se preocupó por salir en silencio. Era alguien que escapaba o arrancaba. ¿El asesino? Ximena anotó en su libreta y en su mente "Alguien salió por la puerta de emergencia, hacia la escalera" Luego vino el grito de la mujer. Y después Rita acercándose al lugar de los hechos.
-Estaba cerca de la puerta de la capilla, cuando ésta se abrió- siguió la enfermera.
La puerta de madera de la capilla se abrió de pronto y una persona salió desde el interior. Era un hombre, detalló la interrogada, vestía de negro completo y su rostro estaba cubierto por un pasamontañas del mismo color de su ropa. Sólo sus ojos grandes y fijos fue lo que Rita pudo mirar y grabar a fuego en su memoria.
-¿Qué pasó? Le pregunté. No me contestó. Ni siquiera me miró. Siguió caminando por el pasillo, mirando en todas direcciones, como si buscara a alguien.
-¿Era el amigo del cura Mateo? ¿Era el cura Mateo?- preguntó Ximena.
-No. Ninguno de ellos. Él era más bajo, joven y más corpulento que el cura y su amigo. Era otra persona.
Rita lo siguió en su búsqueda infructuosa. Lo agarró del brazo. El hombre le pidió que lo soltara. Ella volvió a exigirle saber qué pasaba o quién era él, pero no la tomó en cuenta. Entonces Rita decidió detenerlo. Lo agarró fuerte de la ropa y lo tiró, al mismo tiempo que el sujeto de un manotazo hizo que lo soltara. Era muy superior en fuerza. La enfermera perdió el equilibrio producto del forcejo y cayó al suelo golpeándose la cabeza. 

miércoles, 27 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 8

Mateo lo presentó como un amigo que venía desde muy lejos. No dijo de donde, y el cura era alguien amante de los detalles. Rita saludó al hombre, que detrás del cura alzó tímidamente la mano y exclamó un casi imperceptible "hola".
-Un hombre tímido.
-¿Cómo era?- preguntó Ximena.
Rita no lo pudo ver. Su cuerpo entero estaba envuelto por el hábito sacerdotal, pero le acompañaba un gorro negro de extensa ala que impedía poder apreciar con claridad su rostro. Sólo lo levantó los pequeños segundos que ocupó para saludar a la enfermera, luego lo bajó y la penumbra cubrió su cara. Lo tímido no quita lo cortés, pensó la detective. 
-Rita, vamos a preparar la misa ¿Puede preguntar a los niños si quieren asistir?- preguntó Mateo.
La enfermera se paró de inmediato y fue a la sala de reposo. Los tres se separaron cuando ella entró en el cuarto inmenso.
-Pregunté quién quería ir a la misa- dijo y recordó a los niños alzando las manos. No pudo contener la pena y se quebró. Ximena posó su mano sobre su hombro.
-Rita, escúcheme- la detective no iba a dejar que el relato se cortara -No puedo ponerme en su lugar. Nadie podría. Lo que sí puedo prometer es que tendrá toda la ayuda posible, para que cuando esto pase, tenga todo el apoyo nuestro. No va a estar sola.
La enfermera sonrió y recuperó el aliento. La voz de la mujer que escuchaba su historia, era realmente conciliadora. Tomó aire y volvió al relato.
Se pusieron sus pantuflas, sus batas, se las ataron y en fila caminaron. Rita los ve por última vez cuando se sientan en la primera banca frente al Cristo sufriendo. Luego volvió a su escritorio. Volvió a sus carpetas, a sus historiales médicos. En algún momento se levantó a revisar a los pacientes que aún seguían reposando. Chequeó sus sueros. Les preguntó cómo se sentían. Nuevamente volvió a su escritorio. La noche recién comenzaba. Se colgó de los oídos sus audífonos y en su celular puso música. Abrió más carpetas y fue llenando cuadros que necesitaban datos.
-Pasó un rato. No sé cuánto. Media hora- la enfermera intentaba recordar detalles -Y de pronto se escuchó un portazo.
Fue tan fuerte que Rita logró escuchar el ruido tras la música de los fonos en sus oídos. Sin pensarlo, se quitó los auriculares y puso atención. Lo que vino después, cambiaría por completo el rumbo de la investigación.
-Y quedé ahí, atenta, escuchando, cuando se escuchó el grito de una mujer- declaró la enfermera.
-¿Una mujer?- preguntó perpleja Ximena -¿No fue una de las pacientes?
-Señorita, llevo 20 años trabajando acá. Sé reconocer el grito doloroso en una niña sufriendo- declaró la enfermera segura -Aquel grito fue el de una mujer adulta.

lunes, 25 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 7

Lo primero que vio Ximena fue a una mujer con su mirar perdido en la nada. Su rostro demacrado ensalzado en lágrimas viejas, sus manos entre cruzadas sobre sus piernas, piernas cubiertas aún por la sábanas de la cama en donde descansaba. Ximena vio en sus ojos una historia oscura, con un desenlace horrible. Carmen, la enfermera que la había estado cuidando, vio entrar a la detective. Entonces se puso de pies y salió de la sala.
Abordar a una mujer de edad requería de otro tacto. Abordar a la testigo número uno del caso en aquellas primeras horas podría resultar en un pronto triunfo de la investigación. Elegir las palabras correctas era imperativo.
La mujer se presentó, en un tono dulce. No aceleró sus preguntas como con el resto. Quería que pareciera una conversación.
-Podría haber hecho más- dice la enfermera, devastada.
La detective le quita toda responsabilidad. Estuvo en el momento y lugar equivocados, para ella; quizás en el momento y lugar perfecto para Ximena, pero claro, no le dijo nada de eso. Le tomó las manos frías. No quiero presionarla, le dijo. Le ofreció conversar otro día, si quería. Rita se negó; en su memoria seguía fresca aquel destello oscuro que le cortó la vida en dos.
-Eran pasada las nueva de la noche- recordó Rita.
Eran las nueve y cuarto en realidad. Rita ordenaba carpetas con antecedentes de los pacientes que custodiaría esa noche. También ordenaba papeles, organizaba rondas, limpiaba el mesón de atención que siempre llegaba polvoriento a la noche. Concentrada en sus quehaceres, la presencia del cura Mateo la espantó.
Las alarmas de la detective se encendieron. ¿Qué hacia un sacerdote tan tarde en un hospital? ¿Era normal? No era inusual. Había una capilla. Había una habitación para el sacerdote. ¿Eso era usual? 
-No quería asustarla- dijo el anciano con su sonrisa tan entrañable de siempre y esos ojos azules de eterna bondad.
Rita le dijo que estaba concentrada, que se le había ido la hora, que se le había olvidado que era jueves. Con cariño le dijo a Ximena que aquel rostro tan contenedor, siempre le recordaba a su padre difunto, sus abrazos cuando llegaba a verlo los últimos días de su doloroso final. Le tranquilizaba verlo, escucharlo.
-Siempre llegaba quince minutos antes- puntualizó Rita -Siempre.
Dato importante. La detective lo anotó.
Llegaba antes para conversar, porque el cura era de esos ancianos que tenía un listado largo de aventuras. Pero aquella noche todo sería distinto. Al atraso del sacerdote, se le sumó otra novedad.
-Venía acompañado de un hombre. Primera vez, en todos los años de sus visitas, que alguien lo acompañaba- destacó la enfermera, extrañada.
-¿Cuántos años lleva viniendo?- interrumpió la profesional.
-Veinte años.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 6

-¿Cuánto tiempo estuvo sola la oficina?- preguntó Ximena.
Gabriel y Angelo se miraron.
-Aproximado una hora- dijo Gabriel.
-Menos- saltó Angelo -Acuérdese jefe que Francisca quedó acá, hasta que apoyó a Gerardo a cerrar el hospital.
-Francisca ¿Quién es Francisca?- preguntó la detective, ya sobrepasada con la situación.
-Una guardia nueva. Llegó ayer- respondió el jefe de seguridad.
-Que venga ahora. Por favor- pidió Ximena.
Gabriel no hizo preguntas. Tan sólo salió y comenzó a comunicarse por la radio.
-Imagino que los registros de las cámaras de vigilancia no se guardan por siempre- le dijo la profesional a Angelo.
El guardia negó.
-Tan sólo un mes-
-Muéstrame los registros de ayer- pidió Ximena.
Angelo accedió de inmediato. Notaba que ambos detectives no estaban contento con la situación en desarrollo. La evidencia que se había perdido era valiosa. 
En la pantalla apareció nuevamente un cuadro de error.
-Tampoco está ese registro-
-Muéstrame los registros de hace dos semana- la detective no paraba.
El guardia volvió al teclado, cliqueó el cursor, y otra vez esa molesta oración: Registro Eliminado.
-Nada-
-Y de hace un mes- dijo Ximena exhalando.
Angelo digitó la fecha de hace un mes.
-Tampoco-
En eso entró Francisca. Su rostro era de angustia. No se explicaba porqué la necesitaban a ella.
-Hola Francisca. Soy Ximena Duarte. Voy a hacerle un par de preguntas que no constituyen interrogatorio, pero posterior podría ser llamada a nuestras instalaciones para hacerle las mismas preguntas ¿No hay problema?.
La muchacha asintió temerosa.
-¿Usted borró los registros de las cámaras de vigilancia?-
Todos quedaron tan sorprendidos como Francisca de la pregunta. La detective no escatimó en rodeos.
-No, señorita- contestó la joven.
-¿Sabe ocupar el sistema de vigilancia?- siguió la mujer.
La guardia negó.
-Cuando Angelo salió a revisar lo que pasaba con la energía del edificio de Infantil ¿Usted qué hizo?
-Me quedé acá esperando instrucciones- contestó Francisca.
-¿Nadie ajeno a los guardias intentó entrar acá?
La joven negó.
Ximena supo ver en el rostro de la muchacha la compunción, el estar despojada de respuestas. Tampoco veía en ella los ojos de una persona que podría ser parte de una situación así.
-Gracias- concluyó la detective -Camilo. Llama a Loreto. Dile que envíe a alguien a sacar los NVR. Jefe- dijo la mujer dirigiéndose a Gabriel -Los equipos de grabación son evidencia de la investigación que estamos llevando.
-No hay problema, señorita. Yo traigo otra información- dijo el hombre.
Ximena esperó por ello.
-Rita, la enfermera que fue atacada, acaba de despertar- 

viernes, 1 de mayo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 2 - Parte 5

-Angelo, acércate a Sala de Cámaras- se escucha por la radio a Gabriel.
Angelo se saca la radio de su cinturón.
-Me dirijo- 
El guardia le pasa las llaves del candado del portón que custodiaban a Gerardo y se enfila hacia la zona de Urgencias. Ingresando a la sala en donde las personas que esperaban por atención disminuían, el joven pudo ver a Gabriel, Ximena y Camilo esperando afuera de la sala en donde estaban los monitores de vigilancia de las cámaras de todo el hospital. ¿Qué había ocurrido? Las miradas de todo apuntaban a él.
-Jefe-
-Angelo. Necesito ver las grabaciones desde las veintiún horas hasta las veintitrés, de las cámaras que están instaladas en el edificio de Infantil- le dijo Ximena.
-Claro- dijo el guardia, abriéndose paso hasta la sala de monitores.
La sala era pequeña, provista de muebles arrimados a la pared. Al fondo un closet de equipos electrónicos disparaba pequeñas luces, de color verde y roja. A su lado le seguían la presencia de dos monitores de varias pulgadas. La pantalla de éstos estaba dividida en varios cuadros con vídeos de las cámaras de seguridad grabando. Angelo se sentó en una silla frente a un teclado y un cursor. Recordó cuando recibieron la llamada desde pabellón; se había cortado la luz. Tomó el ratón electrónico y comenzó a buscar en los registros las grabaciones que la detective a cargo de la investigación le había solicitado. Ximena comenzó a sentir una leve emoción. Quizás el caso podría cerrarse en aquellos minutos, cuando el guardia muestre qué alcanzó a grabar la bendita cámara. Camilo seguía con atención todos los comandos que ejecutaba el joven guardia, mirando también lo que iba sucediendo en la pantalla. Angelo sentía la tensión y la mirada de todos sobre sus hombros, mientras buscaba las cámaras asociadas al registro del edificio en cuestión. Cuando las encontró, un fuego le quemó la respiración. El registro arrojaba un error. Volvió a intentar. Nuevamente el mismo mensaje. Ximena impaciente preguntó:
-¿Pasa algo?-
-Deme un segundo-
Angelo probó con la otra cámara que estaba instalada en el edificio. Lo mismo. Los archivos grabados estaban arrojando un error propio de una pesadilla.
-Angelo- dijo Gabriel -Dinos qué pasa-
-Los registro, jefes- dijo Angelo, tragando aire para darse vida -Los registros de las cámaras se borraron.
-¿Borrados?- preguntó Camilo.
-¿Cómo borrados?- le siguió Ximena, sintiendo como una desazon le molía los huesos.
-Espere- dijo Angelo, que seguía nervioso tecleando, moviendo el cursor, mirando la pantalla, intentando buscar una explicación. Su intento iba a encontrar otra mala noticia.
-Todos- tartamudeó -Están todos los registros de cámaras borrados.