lunes, 30 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 7

Rita tuvo una reacción. Carmen la notó.
-Rita- la llamó.
La enfermera aún tendida en el piso, pareció despertar. Movió su cabeza con dificulta e intentó abrir los ojos, pero un dolor electrizante le partió la nunca. Volvió a quedarse inmóvil. Desde la penumbra aparecieron lentamente las figuras de Gabriel y Angelo. Sus rostros estaban enmudecidos y demacrados. Ambos miraban fijamente a Rita, quien aún no podía reaccionar bien.
-¿Sigue inconsciente?- preguntó el jefe de seguridad, con una voz arrollada por un tren.
-Sufrió un golpe en la cabeza. Fuerte. Le va a costar recomponerse. Ayúdenme a llevarla a una cama- dijo Carmen.
-La necesitamos despierta- continuó Gabriel, con su mirada fija en Rita, casi hipnotizado.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?- preguntó Carmen comenzando a sentirse nerviosa. Recordaba el grito, recordaba a Angelo corriendo hacia la oscuridad, a Rita en el suelo y el lugar a oscuras. Algo malo pasaba; lo sentía.
Gabriel no fue capaz de articular palabra. Angelo notó que su jefe no hablaba, así que él lo hizo.
-Hay 4 niños... muertos en la capilla- dijo casi susurrando. Carmen se cubrió la boca de la impresión. Su mente instantáneamente recordó a su pequeño hijo, que a esas horas dormía en casa -Una niña en la sala de reposo dice que vio a Rita llevándose a los niños. Ella fue la última que los vio. Ella debe saber lo que pasó. Tiene que despertar- agregó el joven.
En eso Gabriel recordó que debían echarse a correr los procesos y los protocolos. Había que despertar a un par de personas. Se alejó del guardia y la enfermera, tomó su celular y marcó un número.

sábado, 28 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 6

Angelo no supo qué pensar. En la lejanía se escuchó un grito desconsolado que resonó por todo el lugar. Era su jefe. Saltó del lado de Carmen y corrió hacia donde creyó provenía el alarido. ¿Qué había sucedido ahora? Se preguntó. La noche ya no podía ser más extraña. Embistió la puerta de la capilla; desde ahí venía el grito. Alumbró las bancas, las paredes, el piso, el altar, al Cristo sufriendo y al final la puerta del dormitorio del cura Mateo. Caminó rápido. La puerta estaba abierta. Su linterna pudo alumbrar a Gabriel. Estaba de rodillas ¿Por qué? Estaba con sus manos gruesas cubriéndose el rostro. Pero lo más horrible de toda la escena era que estaba llorando.
-Jefe- dijo Angelo sin saber qué le ocurría.
El guardia lo miraba atónito, sin saber qué hacer.
-Hay que cerrar el hospital- dijo de pronto Gabriel, tratando de recomponerse.
-¿El hospital?- preguntó desencajado Angelo.
-Dile a Gerardo que cierre los accesos- agregó el jefe de seguridad -Hay que llamar a Carabineros-
-Pero jefe, qué...- preguntó Angelo entrando a la pieza, encontrando el origen de todos los horrores de Gabriel. No pudo terminar de hablar.
Al fondo del pequeño dormitorio, sobre una cama de una plaza, yacían sin vida y ensangrentados los cuerpos de los pacientes que faltaban. Angelo sintió como el aire se le escapaba. Se tuvo que sostener sobre la pared.
Dos niños y dos niñas. Estaban vestidos con el pijama del hospital. Estaban con sus ojos cerrados. Sus heridas aún sangraban. Sus brazos abrazaban el cuerpo de otro. Quizás habían tratado de cubrirse, de no mirar llegado el momento.
Gabriel se puso de pies. Se secó las lágrimas. Una efervescente ira comenzó a incendiar su pecho.
-Hay que salir de aquí- dijo, dando media vuelta y emprendiendo el rumbo.
-Pero jefe...
-¿Hablaste con Gerardo?- le preguntó Gabriel, no escuchando su llamado.
-No-
-¿Y qué cresta estai esperando?-
Angelo impávido tomó la radio.

-Gerardo. Cambio- sonó la voz de Angelo en la radio.
Gerardo se sacudió el frío. Tomó la radio y contestó.
-Te copio.
-Dirígete al acceso principal y ciérralo-

Francisca puso atención a la conversación que se estaba armando en la frecuencia. Hace varios minutos que nadie decía nada. Al mismo tiempo, unos ojos atentos la observaban desde lejos, leyendo todos sus movimientos.
-¿Cerrar qué?- se escuchó a Gerardo.
-El hospital. Hay que cerrar el hospital- dijo urgente Angelo.
Francisca se puso de pies nerviosa por lo que escuchó.
-¿Y la gente en urgencia? ¿La gente que está hospitalizada?- preguntó Gerardo.
-La gente en urgencia hay que dejarla salir a penas terminen de ser atendidos- aclaró el guardia -Los que estén en hospitalización deben estar ahí. Francisca apoya a Gerardo, por favor.
La muchacha, sin experiencia, tomó el radio y dudativa contestó.
-Copiado.
Buscó las llaves en un panel. Sacó las cadenas y los candados de la caja en donde los guardaban y se dispuso a ir a la entrada.
El ente la vio salir y decidido, sabiendo que estarían ocupados por unos buenos minutos, caminó hacia la sala de cámaras de vigilancia.

jueves, 26 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 5

Carmen estaba terminando de hablar con su pareja por celular, cuando apareció Angelo pálido. Corrieron los dos hacia Infantil, que aún permanecía a oscuras y en dos brincos llegaron al segundo piso. Rita, la enfermera de turno, una mujer que ya estaba casi entrando a la puerta de los sesenta, aún yacía inconsciente en el piso.
-¿Qué le pasó?- preguntó Carmen impresionada.
-No sabemos-

La iglesia era una sala pequeña que alguna vez se había construido en el ala más antigua del edificio de Infantil y Neonatología. Un altar, un Cristo crucificado en la pared al final, seis bancas de madera y nada más. Gabriel repasó su linterna por todos los rincones; no había nada. Tampoco ruidos. La desesperación le empezó a cerrar la garganta. Recordó entonces las camas desocupadas; cuatro pacientes no estaban. ¿Dónde estaban entonces? Recordó también a la niña sentada; había visto todo.
-La tía Rita los vino a buscar- había dicho.
Pero Rita estaba inconsciente en el piso. Nada concordaba. Avanzó con su linterna por el espacio que dejaban las bancas. Los ojos envueltos de dolor de la figura de Jesús en la cruz miraban hacia el cielo. Gabriel prefirió no mirar aquella imagen, le perturbaba. Continuó con su búsqueda infructífera, no tardando en llegar al pequeño altar. En la capilla no había nada. Era otro pasillo sin salida.
El jefe de seguridad buscó serenarse. Pensar y dejar de actuar. El silencio era un mal aliado. Las idea no parecían venir. Intentar descubrir qué había pasado no servía de mucho, con Rita aún desmayada. Pero el tiempo que se consumaba lo iba alejando más del horror de lo que había ocurrido, entonces pensar tampoco se mostraba como una opción efectiva de solución. De pronto un recuerdo estalló en su mente. Un pan caliente con queso, una taza de café. Los ojos de un veterano, una sonrisa también. Era el cura Mateo sentado en su cama. ¡La cama! La capilla tenía una pieza. La linterna alumbró el costado izquierdo del altar. ¿Qué día era? Se preguntó el hombre extasiado con la nueva pista. Si era jueves, quizás el cura estaba en su pieza, detrás de la puerta que se dispuso a abrir. Gabriel siempre le convidaba un pan y un café después de la misa que el cura hacía los jueves con los niños y niñas hospitalizados en el edificio de Infantil. Era aquel el recuerdo que lo atajó. Abrió la puerta y alumbró hacia el interior. Un desastre sin precedentes fue lo que encontró.

martes, 24 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 4

Oscuridad y silencio. De pronto, dos haz de luz irrumpen la penumbra. Son Gabriel y Angelo, llegando al pasillo de las sala de hospitalización de Infantil. Con la luz de sus linternas van dibujando paredes blancas, focos apagados y un piso de cerámica fría. El silencio era incorruptible. Señales de vida no veían. La situación iba perdiendo normalidad. 
Fue entonces, cuando sus pasos los habían llevado a mitad del pasillo, que sus focos lograron dibujar la silueta de un cuerpo tendido en el piso. El jefe de seguridad sintió el brinco de su corazón soltando un golpe eléctrico a todo su cuerpo. Corrió junto a su compañero a auxiliar a la persona. Era Rita, la enfermera de turno de Infantil. Estaba tendida sobre el piso, desmayada. 
-Señora Rita. Señora Rita- trató de despertarla Angelo, pero la enfermera no contestaba.
Gabriel entendió que ya no era un accidente lo que estaban enfrentando, si no una urgencia. Los cables de energía cortados y Rita desmayada. Algo estaba horriblemente mal. Tuvo que reaccionar.
-Pide una enfermera- le dijo a Angelo.
-Al tiro- soltó el guardia nervioso.
El jefe de seguridad se puso de pies y continuó revisando el pasillo, buscando más personas. Sus pensamientos lo llevaron a entrar a las salas de hospitalizados. Quería asegurarse de que los niños estuvieran bien. Con su mano gruesa empujó una puerta armada por un vidrio al centro. Su linterna abrió de nuevo espacios oscuros. Camas largas, sábanas blancas, veladores de lata, cuerpos de niños descansando, ventanas interminables. De pronto los ojos de un niña sentada en su cama le dieron vida a esos tensos minutos. Gabriel se acercó. 
-¿Está bien?- le preguntó el hombre.
La niña no respondió.
-¿Pasa algo?
Fue entonces cuando la mirada de la pequeña apuntó a la cama del frente. El jefe de seguridad se dio vuelta de golpe y miró. La cama estaba desocupada, con sus ropas empujadas hacia los pies. Faltaba un niño. Alumbró entonces la fila completa de camas. Descubrió que faltaban tres pacientes más. ¿Dónde estaban? Se preguntó. 
-La iglesa- escuchó de pronto un susurro.
Se giró sobre sí. Aquella niña en la cama seguía sentada. Ahora le tenía clavada la mirada a él.
-Están todos en la iglesia-

domingo, 22 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 3

Limpios. Los corten eran limpios. La goma que reviste a los cables internos no mostraba signos de rasgaduras. Había sido un solo intento. Un solo corte, limpio, profesional. Gerardo no supo qué pensar. Aquello no era usual. 
-Zeta- dice el guardia por la radio -Cambio-

-Te copio- contestó don Gabriel.
-Jefe. Los cables del tablero... los cables del tablero están cortados. Cambio-
-¿Cómo que cortados, hombre?- se exalta el jefe de los guardias.
Angelo no puede cuajar lo que escuchaba.
-Jefe, están las tres fases cortadas. El transformador auxiliar debe estar funcionando, pero no se puede comunicar con el tablero principal- dijo Gerardo -Por eso no llega luz al edificio.
En eso Gabriel y Angelo torcieron rumbo para encontrarse con el departamento de Hospitalización Infantil, sin darse cuenta que desde los arbustos la figura negra de una persona emergió y enderezó carrera hacia la zona de Urgencia.
Don Gabriel, que sintiendo que los segundos se iban y aún no podía superar el incidente, se internó junto al joven Angelo en la espesura de la oscuridad que envolvía al edificio médico. Con las linternas iluminando el pasillo al frente de ellos, avanzaron hacia el pabellón en donde las primeras personas dieron aviso de lo sucedido. Fue desde ahí que salió a encontrarlos el doctor que había quedado con sus manos jabonadas, esperando el regreso de la energía.
-Don Gabriel ¿Se soluciona el drama o no?- preguntó el doctor, con sus manos en alto.
-Doctor, parece que el drama es para largo- lamentó el jefe de seguridad -Creo que van a tener que cancelar la operación. Tenemos un problema grave con el tablero eléctrico del edificio.
-¿En serio no habrá pronta solución? Tenemos a una niña esperando en pabellón-
-No, doctor. Es mejor que cancele el procedimiento--
-Jefe ¿Qué hago?- interrumpió Gerardo en la radio.
-Mantén ahí. Cambio- dijo don Gabriel.
-10-4.
-Doctor ¿No ha visto a nadie externo al personal deambulando por acá?- preguntó de pronto Angelo.
Gabriel se acordó de los cables cortados. Situación inusual para sus más de veinte años de carrera en el hospital. Los cables no se habían cortado solos. Alguien había intervenido de forma maliciosa. Pero ¿Por qué? ¿Qué pretendían dejando sin energía al edificio de Infantil?
-No. Nadie- contestó fruncido el doctor.
-Vamos a hospitalización- dijo el jefe de seguridad, recordando que Rita, la enfermera de turno aquella jornada aún no había respondido a los llamados.

La figura oscura llega a la zona de Urgencia. Como todas las noches, la gente se aglomera y genera caos, esperando por atención. Nadie nota la presencia del mal. Los ojos del ente vigilan la puerta de la sala de seguridad.

viernes, 20 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 2

Ya es casi la una de la madrugada. Un doctor se está refregando las manos con jabón quirúrgico, dispuesto a entrar a pabellón. Está observando a enfermeras preparar al paciente, a auxiliares alistar los instrumentos de operación, cuando de pronto se corta la luz y todo queda a oscuras. Ha ocurrido otras veces. Sólo debe esperar a que el generador prenda su motor y a abastecer de nuevo con luz todo el lugar. Se queda quieto esperando, y esperando. El generador no ha funcionado. Una enfermera encendió la linterna de su celular. El foco lo encandila al pasar por sus ojos. Todos están esperando a que el generador prenda, pero ya han pasado unos minutos. Nunca tarda tanto.
-Nadia ¿Puede llamar a central de guardias? Dígale que se cortó la luz y el generador no subió- le pide el doctor a la enfermera que encendió la linterna de su celular.
La muchacha se alumbra el sendero hasta el teléfono que pende de una pared de cerámicas blancas y descuelga el aparato.

Angelo le enseña a Francisca a usar las planillas de procedimientos de seguridad en el hospital. Ambos llevan sentados una hora frente a un computador. Los interrumpe un teléfono que suena sobre el escritorio que están. La joven toma el auricular para responder.
-Central guardias. Buenas noches-
-Buenas noches. Estamos sin luz en el edificio Infantil-
Francisca se pone el aparato contra el pecho y mira a Angelo.
-En el edificio Infantil dicen que están sin luz.
-¿Hace cuánto rato?- pregunta Angelo.
Francisca se cuelga del auricular otra vez.
-¿Hace cuánto que están sin luz?-
-Cinco minutos. Pueden revisar, por favor. Estábamos a punto de iniciar operación.
-Dicen que hace cinco minutos.
Angelo se frunce y mira el mapa de estado de energía de los edificios de las distintas especialidades médicas. Era un plano emplazado sobre una pizarra, con led de luz. Cada luz representaba a cada edificio. Efectivamente el departamento Infantil y Neonatología estaba sin energía. Y por supuesto, el generador no había funcionado.
Extraño, pensó. Toma el radio y abre la comunicación.
-Atento Zeta-

-Atento Zeta. Cambio- escucha don Gabriel que chicharrea la radio. Estaba masticando un pan con jamón que le había enviado su esposa. Masca rápido, traga, se limpia los bigotes como si su interlocutor lo fuera ver y presiona un botón de la radio.
-Le copio. Cambio-

-Jefe, el edificio de Neo está sin luz- contesta Angelo mirando las pantallas con las cámaras de seguridad, mostrando todos los rincones del hospital. –El generador no subió. Ya llevan siete minutos sin energía. Cambio- Las imágenes muestran el edificio de tres pisos en total penumbra.
-Vamos a revisar. Fuera- contesta don Gabriel por la radio.
-Francisca, voy con Zeta al edificio de Infantil. Llame por teléfono a hospitalización para saber si están bien- le dice Angelo.
La joven asiente. Se gira sobre su silla y toma el auricular.
-Ya van a revisar- cuelga y marca cuatro dígitos para comunicarse con hospitalización Infantil.

El edificio Infantil y Neonatología está emplazado al final del terreno del hospital, considerando que Urgencia está en el acceso de éste. Angelo sale desde una oficina en Urgencia, se pone una gorra y se cuelga una radio a su cinturón. Camina apurado hacia la primera salida que ve y toma dirección hacia las calles que bordean por el sur al centro hospitalario. Don Gabriel lo espera afuera de una sala que tienen cuando se toman un tiempo libre.
-Más rápido, hombre- lo apura.
-No quería molestarlo, jefe- se disculpa el joven.
-Tranquilo. Vamos a ver qué hueá pasó con el generador.
Ambos se abren paso por la noche quieta camino hacia el fondo del hospital.
-Mañana mismo voy a llamar al eléctrico para que venga a revisar ese aparato. Nunca funciona bien, bien- se queja el jefe de seguridad.
-Creo que estaban por empezar a operar- agrega Angelo.
-Imagínate. Un respirador artificial sin energía puede ser mortal para un paciente. Eso no puede estar así, sin prender o qué sé yo- brava Gabriel.
-Angelo. Cambio- chicharrea la radio.
-Te copio- dice Angelo al descolgarse el aparato.
-Hospitalización no me contesta- resuena la voz de Francisca en el parlante.
Un silencio les cierra la boca.
-He llamado varias veces. No hay respuesta. Cambio.
-Está la señora Rita de turno hoy- lanza el joven.
-Debe estar vigilando las salas. No te preocupí por eso- dice don Gabriel.
-Zeta. Cambio- suena la radio del jefe de seguridad.

-Te copio- le contestan a Gerardo.
-Estoy llegando al tablero eléctrico. Lo voy a revisar. Cambio
-¿Estabas cerca? Cambio- pregunta Gabriel.
-Estaba en Maternidad. Escuché un auto frenando brusco. Así que me acerqué. Voy al tablero. Fuera.
Gerardo ya estaba rodeando el edificio. Toda la estructura estaba en completo silencio y penumbra. Enciende su linterna. Apresura el caminar; hace frío. Logra visibilizar el tablero eléctrico que alimenta de energía al edificio. Todo normal. La puerta del compartimiento estaba cerrada. Abre la placa de metal y observa el tablero. Está todo apagado. Jala el interruptor general, hacia arriba y hacia abajo. No sucede nada. Es entonces cuando su linterna por coincidencia ilumina los cables de alimentación principal. Gerardo se lleva una mala sorpresa. Los cables están cortados.

martes, 17 de marzo de 2020

Detrás Del Altar - Capítulo 1 - Parte 1


detrás del altar


Cuando era chico,
una vez,
vi un monstruo en la lavadora.

Amanece sobre el prado.
Una mujer despierta exaltada. Sus ojos se desorbitaban ensalzados en horror. Su rostro se
resquebrajaba en sangre oscura y seca. Un escalofrío le envolvió el cuerpo. Y sus recuerdos de la noche anterior se vertieron en su cabeza como un vaso lleno de agua que se vuelca sobre la mesa.
Después vino el dolor. La soledad. Y el miedo. Quiso llorar.

El monstruo oscuro, de ojos rojos, se asomó de su escondite.
Se acercó a mi oído.
Y bajo susurró.
"Mata a tu papá"

La mujer no aguantó el terror y comenzó a llorar.