Hoy día se cumplen dos años, cuatro meses, una semana y dos días desde que empezó a llover. Estoy en la azotea del Costanera Center, viendo como el agua se rebalsa por los costados del edificio. Al lado mío Carlos, un anciano indigente que logró sobrevivir, se ríe de la situación. Estamos prontos a encontrar la muerte. El agua copó todo el lugar. Su dominio se pierde en los confines de la visión.
No sé si fue un accidente o Dios se aburrió de nosotros, pero en estos momentos lo único que puedo recordar es al loco de Bandera con Agustina gritando "¡Se viene el diluvio! ¡Créanme! ¡Todo acabará!"
Y así fue. Ni si quiera las poderosas naciones encontraron la forma de salvarse. Todo el planeta sucumbió bajo el oscuro poder del agua.
Dejo esto escrito por si alguien lo encuentra y nos inscriben en algún record de supervivencia o algo así. Porque tampoco tuve polola o familia para decir en estas líneas "Siempre te amé" o "Siempre los amé"
Lo único que puedo decir es que fue extraño ver como terminaba la historia de la Humanidad.
Carlos ahora llora. El agua nos tocó los pies. No sé qué más decir. Ah! Nunca pude entenderme a mí mismo. Eso. No sé si sirva de algo decir que ha parado de llover y en estos momentos lo que parece ser una nave espacial está abriendo el cielo. En realidad, nunca supe nada.
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