Adiós Regimiento. Te dejo caminando. Al frente el horizonte plano y nebuloso me espera. No sé qué ocurrirá mañana. Tus brazos son protectores; nada me haría daño. ¿Pero es vida la vida sin sufrimiento? Me enseñaste a caminar solo, y te lo demuestro partiendo, dejándote atrás, silencioso y omnipotente. Me enseñaste lo que era el amor. Lo que era perderlo. Viví mis tiempos, mis procesos. Me dejaste hacer y deshacer. Saciaste mi hambre agresiva e imparable. Me mostraste que nada cambia, sólo se transforma para volver al origen. Me dijiste que no era malo. Sólo estaba herido. Necesitaba aprender. Me enseñaste, Regimiento y no sabes lo agradecido que estoy. Tus años me devolvieron la esencia. Me dejaron creer en mí.
El tiempo pasó, querido amigo. Crecí. La oscuridad fue derrotada por la luz de mi alma. Son pocas las cosas que me pueden derribar. Ahora necesito saber hasta donde puedo llegar. Necesito aprender el doble. Sufrir el doble. Desilusionarme. Creer que el amor real no existe. Vagar por el libertinaje. Y volver al origen otra vez. Necesito saber hasta donde puedo llegar. Pero tranquilo. Tengo la suficiente fuerza y coraje para creer que puedo mucho más que cuando llegué a ti. Soy un niño en cuerpo de hombre, pero créeme que puedo deducir cómo es la vida. Deja que otros me enseñen a descubrir que hay más allá de tus cimientos.
Cuando vuelva, estarás orgulloso de mí.
Hoy, 31 de Julio, después de 3 años y medio, dejo Tottus Plaza Puente Alto 2, para embarcarme camino a la Central. Gracias a todos los que estuvieron en mis procesos. Nunca dejé de aprender y espero nunca dejar de hacerlo.
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