-Jefe, avíseme cuando despierte la enfermera- dijo Ximena. Ambos venían saliendo del edificio hospitalario, dirección a la pequeña plaza apostada a la orilla de éste -Y jefe, haga reaccionar al encargado del hospital. Necesito los antecedentes médicos de las víctimas. Y también, llamen a los familiares. No quiere ser responsable de que un periodista diga primero lo que pasa aquí adentro y los familiares se enteren por la prensa.
Camilo vio a su jefa acercarse. El edificio detrás se alzaba como una montaña silenciosa y oscura. La detective venía revisando sus anotaciones, hasta que llegó al lado de su compañero.
-Coinciden todos los relatos- concluye la mujer.
-Están confirmadas las coartadas- agregó el joven.
-Sí. Nadie vio nada. ¿Algún sospechoso?-
Camilo se vio sorprendido.
-Todos estaban haciendo algo cuando sucedió... lo que sucedió- dijo el detective.
-Sí, pero nadie puede confirmar una sola coartada- dijo Ximena -La de Gerardo.
Suspenso en el aire. Camilo no veía el punto.
-Estaba en su ronda-
-Justo detrás del edificio en donde sucedió el crimen- comenzó la detective a defender su teoría -No se acercó a ver cómo estaban los doctores y los pacientes en el interior del edificio. Primero fue al tablero eléctrico. Y sólo él vio los cables de energía cortados. Nadie más que él. ¿Un guardia no velaría primero por la seguridad de la gente que protege?.
-Fue práctico- soltó Camilo.
Ximena le quemó la cara con una mirada.
-Se corta la luz. Voy al tablero de energía a ver qué está mal- sigue Camilo.
-Tienes un punto.
-Por supuesto. La operatividad de cortar la luz- dijo el detective apuntando al tablero eléctrico -Soy el asesino. Doy muerte a las víctimas y bajo a cortar la luz. Inoperante. Al reves; corto la luz primero. Eso alertaría a los guardias. No calza.
-No fue el perpetrador- dice Ximena.
-No- responde Camilo -Pero entonces por qué cortarían la energía.
Ambos detectives se silencian y comienzan a mirar a su rededor, buscando el objetivo de cortar la luz. Las teorías comenzaban a poblar sus mentes. Los caminos del laberinto comenzaban a abrirse. No era bueno. Las opciones ya no se sumaban; comenzaban a multiplicarse. Fue entonces que la mujer dio con la posible razón.
-Camilo, mira, una cámara de vigilancia- dice Ximena.
El joven se gira a ver y ve instalada en un poste una cámara de vigilancia.
-Soy el asesino. No quiero que me vean- parafrasea Camilo.