Tercer Parte
"¡Conchetumare!" gritó y se abalanzó sobre Augusto.
"¡Conchetumare!" gritó y se abalanzó sobre Augusto.
Se escucharon forcejos. Quejidos de fuerzas. Algunos garabatos más. Fuertes respiraciones. Manos chocando. Pies aferrándose al suelo. Todo era oscuridad. Todo era ruidos de lucha.
"¡Cálmate!" se escuchó decir a Amanda. "Paren los dos. Qué a caso no entienden..."
Augusto se arrimó a la pared. Uno de los dos hombres había logrado conectarle un derechazo en la boca, el cual le había dejado una herida abierta y jugosa sangre saliendo. Sólo sentía el frío del aire rozándole la cicatriz y las venas latiendo fuertes en su cuello.
"Es imposible lo que este muchacho está diciendo" continuó Amanda "Es imposible que sea su bisnieto. Es físicamente imposible. Pinochet debe tener unos cuarenta y ocho años. Sus hijos no son padres aún. ¿Cómo va a tener un bisnieto hoy?..."
"¿Qué?" preguntó un impresionado Augusto.
"Pero si se llaman igual" dijo el mayor del grupo.
"¡Estuvo durmiendo dos días!" alzó la voz la mujer del cuarteto "Organizaron un golpe militar. Se aliaron a la CIA. Quizás que tipo de medicamento le dieron para lograr confundirlo a tal punto que cree que la realidad es un sueño y que lo que vio en la televisión lo vio como un niño que encontró unos vídeos en el sótano. Ellos quieren que creamos que es pariente o simpatizante para que lleguemos a esto; a la violencia. Y que lo matemos. O peor aún, que nos asesinemos entre todos. Así ellos no tendrán culpa y el trabajo será limpio"
La voz de Amanda se disipó por el ambiente negro de la pieza. Sólo se escuchaba el agitado respirar del pecho de todos, alterado por la ejecución de los movimientos violentos y el jadeo de las bocas secas.
Nadie dijo nada, obviando la aceptación de la hipótesis frente al hecho de que el parentesco descrito por el joven recién despertado era imposible.
"Augusto ¿No logras recordar de tu vida antes de llegar acá?" le preguntó Amanda.
"Claro. Una horrible semana sin poder dormir. Mis padres discutiendo porque vi los vídeos. El enterarme de todo lo que..."
"Eso no existió, compadre" dijo el tipo de voz burlona "Tienes que aceptar que estamos aquí, detenidos por el ejercito, el cual viene planeando hace meses un golpe de estado contra el gobierno de Salvador. Es 1973. Ni más ni menos. Así que déjate de decir esa mierda de que eres un niño que está viviendo el martirio de las acciones de su bisabuelo. Mejor hace el esfuerzo de recordar quién eres"
Esta vez Amanda no lo defendió. El silencio se alió a la oscuridad reinante eterna y Augusto más se perdió en su confusión. Era verdad que el momento, aunque extraño por la situación, era real. No cabía duda. El tiempo transcurría con normalidad. Los sonidos eran genuinos. No estaba presente esa desvariación de distancia entre el cuerpo y la mirada. Tampoco la extrañeza de sentirse flotando. Sin embargo, no podía recordar absolutamente nada de su vida antes de despertar ahí y eso le desesperaba más que estar encerrado creyendo ser otra persona.
En eso se sintieron pasos decididos acercarse...
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