Sexta Parte
Se escuchó una ráfaga de disparos. Augusto dejó de golpear la puerta, los otros dos se pusieron de pies y todos pusieron atención a lo que pasaba en el desconocido exterior. Luego dos disparos rompieron la quietud otra vez y de golpe la calma volvió. La ignorancia y la desesperación por no saber que ocurría los estaba ahogando a tal punto que los tenías a los tres casi sin respirar. En eso se escucharon decididos y apurados pasos acercarse. El joven, creyendo que la hora le habías llegado y que los disparos habían dado con el cuerpo de Amanda, se alejó de la puerta y sólo pudo recordar a su madre. Tal vez el recuerdo no era más que una fantasía, pero el verla entrar sonriente a su pieza y abrir las cortinas para que el sol cordillenaro inunda por completo el cuarto, le brindaba un tipo de extraña paz, aceptando por descarte la opción de que todo iba a terminar.
La luz se volvió a filtrar por los bordes de la puerta. El candado se abrió otra vez y la manilla se deslizó como antes. La pesada puerta gimió oxidada sobre las visagras y la luz se colocó con fuerzas nuevamente. Augusto esforzó su dolida vista colapsada por la fuerza del potente rayo lumínico para ver al rostro al hombre que le iba a dar muerte. Para su sorpresa su verdugo era una mujer de mediana estatura, escultural cuerpo y una actitud de valentía y coraje admirable, portando en su mano derecha, apoyada sobre su curvada cadera, un fusil de guerra y en la otra una pistola.
"Salgan rápido" dijo con una voz decidida.
Los otros dos hombres, sin dudar o hacer preguntas, salieron corriendo en dirección desconocida.
"Lograste escapar" le dijo un impresionado Augusto.
"Pertenecemos al G.A.P" le dijo Amanda
"El Grupo de Amigos Personales" susurró el joven, no logrando entender de dónde conocía la sigla y lo que significaba "Es la guardia personal de Allende"
"Somos su brazo derecho. Nos tomaron detenidos para desarticular la guardia, así la seguridad del presidente se está viendo mermada" dijo ella. En eso volvieron los otros dos miembros de la patrulla personal de la primera autoridad del país, armados con dos fusiles más "Me llevaban a una sala de interrogatorios, cuando logré desarmar a la pequeña escuadrilla que custodiaba la casa..."
"No estamos en un fuerte militar entonces" dijo el joven.
"No. Estamos en la casa cordillerana de Pinochet. El probema es que, antes de asesinarlos a todos, un soboficial de alto rango logró escapar al tercer piso de la casa y al parecer logró comunicarse con un puesto de avanzada a unos kilometros de aquí. Augusto, si queremos salir vivos, necesitamos de tu ayuda"
"Claro" soltó el joven casi inconcientemente.
"Debes subir al tercer piso y tomar detenido al suboficial, mientras que nosotros defenderemos la casa contra el asalto que se aproxima. La idea es negociar nuestra salida" le dijo, y le ofreció el fusil.
Augusto, ahogandose en la sensación de recordar de golpe habilidades adquiridas, como cuando después de mucho tiempo te subes a una bicicleta y nos has olvidado como mantener el equilibrio, cargó un tiro en el fusil listo para salir...
Se escuchó una ráfaga de disparos. Augusto dejó de golpear la puerta, los otros dos se pusieron de pies y todos pusieron atención a lo que pasaba en el desconocido exterior. Luego dos disparos rompieron la quietud otra vez y de golpe la calma volvió. La ignorancia y la desesperación por no saber que ocurría los estaba ahogando a tal punto que los tenías a los tres casi sin respirar. En eso se escucharon decididos y apurados pasos acercarse. El joven, creyendo que la hora le habías llegado y que los disparos habían dado con el cuerpo de Amanda, se alejó de la puerta y sólo pudo recordar a su madre. Tal vez el recuerdo no era más que una fantasía, pero el verla entrar sonriente a su pieza y abrir las cortinas para que el sol cordillenaro inunda por completo el cuarto, le brindaba un tipo de extraña paz, aceptando por descarte la opción de que todo iba a terminar.
La luz se volvió a filtrar por los bordes de la puerta. El candado se abrió otra vez y la manilla se deslizó como antes. La pesada puerta gimió oxidada sobre las visagras y la luz se colocó con fuerzas nuevamente. Augusto esforzó su dolida vista colapsada por la fuerza del potente rayo lumínico para ver al rostro al hombre que le iba a dar muerte. Para su sorpresa su verdugo era una mujer de mediana estatura, escultural cuerpo y una actitud de valentía y coraje admirable, portando en su mano derecha, apoyada sobre su curvada cadera, un fusil de guerra y en la otra una pistola.
"Salgan rápido" dijo con una voz decidida.
Los otros dos hombres, sin dudar o hacer preguntas, salieron corriendo en dirección desconocida.
"Lograste escapar" le dijo un impresionado Augusto.
"Pertenecemos al G.A.P" le dijo Amanda
"El Grupo de Amigos Personales" susurró el joven, no logrando entender de dónde conocía la sigla y lo que significaba "Es la guardia personal de Allende"
"Somos su brazo derecho. Nos tomaron detenidos para desarticular la guardia, así la seguridad del presidente se está viendo mermada" dijo ella. En eso volvieron los otros dos miembros de la patrulla personal de la primera autoridad del país, armados con dos fusiles más "Me llevaban a una sala de interrogatorios, cuando logré desarmar a la pequeña escuadrilla que custodiaba la casa..."
"No estamos en un fuerte militar entonces" dijo el joven.
"No. Estamos en la casa cordillerana de Pinochet. El probema es que, antes de asesinarlos a todos, un soboficial de alto rango logró escapar al tercer piso de la casa y al parecer logró comunicarse con un puesto de avanzada a unos kilometros de aquí. Augusto, si queremos salir vivos, necesitamos de tu ayuda"
"Claro" soltó el joven casi inconcientemente.
"Debes subir al tercer piso y tomar detenido al suboficial, mientras que nosotros defenderemos la casa contra el asalto que se aproxima. La idea es negociar nuestra salida" le dijo, y le ofreció el fusil.
Augusto, ahogandose en la sensación de recordar de golpe habilidades adquiridas, como cuando después de mucho tiempo te subes a una bicicleta y nos has olvidado como mantener el equilibrio, cargó un tiro en el fusil listo para salir...
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