El amor eterno del invierno a-ah
Con pasión y coraje haré este viaje contigo
PARTE UNO
En cinco días hicimos lo que se podría haber hecho en dos semanas. Tomamos el tiempo y lo acoplamos a tal punto de poder hacer todas las cosas que queríamos. Y nos faltó por hacer.
En cinco días hicimos lo que se podría haber hecho en dos semanas. Tomamos el tiempo y lo acoplamos a tal punto de poder hacer todas las cosas que queríamos. Y nos faltó por hacer.
Nos bañamos en las playas del tranquilo Tomé. Nos tragamos Concepción: carreteamos en sus noches de distorsión junto a Elizabeth, la cual también nos llevó a conocer la plaza de armas, el mall, los tribunales, el edificio que se cayó el pasado 27 de Febrero y un montón de calles de los interiores de la segunda capital. Una verdadera travesía de cinco días, sin respiro, sin ceder un minuto. Inolvidable, quizás como Los Vilos. Tan extraño y lleno de sensaciones que se grabaron con más fuerza los días del inesperado fin de semana.
Nos despertamos a las once de la mañana el día sábado. David había llegado a las seis de la madrugada al terminal Collao, y nosotros habíamos bailado toda la noche anterior. Estábamos cansados, así que cualquier oportunidad que se presentara para descansar o dormir un rato, era tomada sin dudar, para que al despertar siguiéramos con el frenético viaje.
Bolsos en las espaldas quemadas por el sol del día jueves, sacos de dormir y carpa en mano y partimos hacia Hualqui. El oleaje había estado algo furioso los últimos días, así que la idea de pasar una noche entera acampando a la orilla del mar se vio mermada. Elizabeth propuso viajar a un pequeño pueblito a una hora de Concepción, dirección sureste, conocido por su abundancia en piscinas y campings, para pasar la noche en un lugar seguro y establecido. A diferencia de Tomé, las afueras de Concepción y rededores del río Bio-Bio estaban sumidas en un asqueroso y agobiante calor, fiel presagio de lo que costaría encontrar un lugar para pasar la noche...
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