miércoles, 16 de febrero de 2011

Día 17: Noches de Estrellas y Palabras

PARTE TRES

Entre el gran pedazo de humita y el kilo de tomate que había aportado, quedamos idiotas. La noche se hizo de todo el lugar y el concierto de la quinta banda orquestal de grillos de Hualqui se dejó sentir por todo el rededor. El camping estaba llenisimo cuando volvimos, dejándose ver carpas de sofisticada tecnología, parrillas copadas de carne jugosa y vehículos por doquier. No puedo mentir, deseamos en algún momento tener nuestra parrillita, un tenedor y un buen pedazo de lomo asandose sobre las brasas ardientes, un colchón y el inflador electrico que tenía el vecino, pero al rato decíamos "Aaaah.. filo. Total, venimos por una noche y cuando se va a acampar, se va a ACAMPAR"
Jack cortó con su navaja los hilos de las humas, el tomate y colgó su celular en una bolsa alrededor de un palo que atravesaba a nuestro lugar de campamento, para dar luz con su linterna incorporada. Al rato, anonadados con la sobrecogedora presencia de un cielo totalmente lleno de estrellas de todos los tamaños, en todas las direcciones, y como siempre la majestuosa Vía Láctea desparramándose por el medio del oscuro vacío, abrimos los sacos de dormir y nos echamos sobre el pasto. Elizabeth se acurrucó en mi pecho, David se acostó un tanto alejado y Jack se puso al otro lado mío. El ambiente, de familias disfrutando, era grato... acogedor. El cielo, gigantesco y silencioso, palpitaba con magia. Nadie decía nada. Y lo vuelvo a repetir, no podía pedir nada más. Un gran regalo. En mi celular sonaba música a lo lejos.
"¿Por qué no cansa verlas?" le pregunté a Jack.
"Porque tienen magia" contestó.
Sonreí levemente. No creo que me haya visto.
"¿Te gustaría llegar haya arriba y ver como son o qué hay?" me preguntó de repente.
"No sé... ¿Tú?"
"No po'... si no perdería todo el misterio"

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