jueves, 24 de febrero de 2011

Día 22: Una Replica

Una replica. Una replica larga y sostenida. Como la nota más baja de un violonchelo. Como si el violonchelista deslizara con paciencia y sabor el hilo sobre las cuerdas del instrumento, dejando que la pieza se llenara de menos a más, lentamente, de la nota, hasta hacer retumbar las ventanas y el piso. Como si en el momento culmine, deslizara aún más lento el hilo y desprendiera la sensación de que la nota no terminará jamás. Una nota eterna. Pero de repente el vidrio de la ventana, de más a menos, deja de moverse y el silencio se desvanece tibio y brumoso por el lugar. Las muñecas dejan de moverse. Se detiene el vaivén. El temblor terminó.

Pero el ruido sigue. La ciudad está oscura y algunos postes estallan en una lluvia de chispas. Su abuelo le grita. El mar enfurecido avanza sin que nada le pudiese detener. La sensación de estar cayendo en el vacío le estremece los pies. El sonido de la casa crujiendo, como si alguien la estrujara, le retumba aún en los oídos. El grito de las personas en la calle. El ladrido desesperado de los perros. La negrura total. Su capacidad ocular llega al metro de distancia. Y la angustia se hace de todo el planeta. Hundió las manos en la cama y cerró fuerte los ojos. Ya no había nada moviéndose. Había sido sólo una replica. Una modesta replica. Desplegó los parpados y todo era claro otra vez. La ciudad estaba despierta tras el reflejo de su rostro asustado en el espejo. Los buques se movían imperceptibles en la bahía. Había sido sólo un golpe de su mente traumatizada. Dañada. 


Fragmento del proyecto "La Lista"

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