"... Así se puede estar más preparado. Las cosas no nos impresionarán tanto cuando sucedan..."
Sudada e impotente, Elizabeth lloraba en mi pecho. Yo la tenía abrazada, dándole ese apoyo que poco sirve en situaciones en donde sientes que la injusticia te pateó hasta el cansancio en el suelo.
No conociendo mucho de la disciplina, la argentina había dado golpes que descontaban puntos. Son los llamados low kicks, de los cuales debe haber acertado como cinco, si no más. Eran peligrosos golpes de pie que iban al interior de los muslos, los que no fueron descontados de la puntuación final. Sin embargo, La Negra la tuvo la mayoría de la pelea sobre las cuerdas, dándole golpes a la cabeza y al estomago, haciendo que el gimnasio entero estallara en fervor y gritos.
Pero su hambre de triunfo y casi perfectos movimientos, no fueron suficientes para las calificaciones del juez brasileño, chileno y argentino. Obviamente, el que dio el 30 a 29 para Argentina fue el arbitro trasandino.
Impotencia era lo que le ahogaba el corazón y los pensamientos. La calentura de poder haber seguido dando golpes, sobre todo a una argentina, tontas güeonas con el ego por el cielo, le recorría electrizante el cuerpo, dejándole asomar lágrimas llenas de ira. Haberle arrebatado el título de campeona sudamericana habría sido mejor.
"... Si tropiezas o te va mal, el porrazo no será tan fuerte, previamente sabiendo que podía suceder. Nunca hay que ver todo color de rosa, porque en cualquier momento todo puede derrumbarse "
Hubo un fuerte problema, tan fuerte para hacerlo caer de esa forma. Quizás la explosión de una bomba a la que le quedaba pocos segundos. Jack estaba perdido en la pena y la exaltación del momento. De repente se vio haciendo algo, pero la pata ya estaba metida y no pudo revertir la situación.
Yo estaba a kilómetros y él sólo necesitaba una voz amiga. Pero no nos dejó de recoger el corazón, y digo nos porque Isabella también estaba al lado escuchando.