Me gustaba jugar a que Isabella era mi mamá cuando íbamos a la playa. La primera vez que salimos fue a Algarrobo, a la casa de sus abuelos. Fuimos por un fin de semana y algo más en Febrero del 2008 a escaparnos del agobiante calor que viene azotando sin tregua desde hace unos veranos a la cuenca santiaguina. Me decía que me sentara en la mesa a tomar a desayuno y yo le preguntaba si podía salir con los chicos en el auto al Quisco.
El 2009 vivimos las inolvidables vacaciones en Los Vilos. Cinco días carreteando hasta las seis de la madrugada en la playa, riendo, cantando y escribiendo a fuego en nuestras memorias los momentos que nos aferrarían a ese lugar. Ahora Jack también formaba parte de la historia y si no mal recuerdo el amorío de ambos estaba comenzando. Almorzábamos en la playa para no perder el tiempo y en las tardes, frente a la puesta de sol espectacular que ofrecía el balneario nortino, nos sentábamos en bancas de piedras, mientras bebíamos de una cerveza de litro para apagar la sed. Recuerdo que nos quedábamos en silencio, observando el momento en que el disco durazno chocaba cataclisticamente con la poderosa presencia del océano temible, sin hacer el más mínimo ruido, dejando sólo escuchar la respiración de los que estábamos ahí. Las gaviotas planeaban descuidadas las olas que subían y bajaban sin pedirle permiso a nadie, colándose en los roqueríos, bañando las casas de los habitantes acuáticos.
Me cuesta entender por qué tengo tan grabado ese momento. Es como si lo estuviera viviendo ahora, sintiendo como la fina y helada brisa marina me acaricia el rostro, porfiada de no irse.
Y el año pasado, el 2010, un mes antes del terremoto, dejando a Yessenia en Santiago, partimos sólo los tres a Duao. No fue tan memorable como las dos anteriores salidas, pero tampoco menos importante. Duao fue de los tres y de nadie más. Fue íntimo. Más cercano.
Un record. Isabella y Jack llevan más de tres meses distanciados. No recuerdo que en algún punto de la historia hayan estado tanto tiempo distanciados.... No, no recuerdo. Quizás ésta es la definitiva y de verdad tomen sus rumbos y adiós relación. El problema es que tal separación condiciona al grupo, algo inevitable, y por lo mismo Bonita se quedará bajo el bus este verano.
Está todo listo para partir a Tomé. Pasaremos los días con una cercana de la madre de Jack y el fin de semana nos reuniremos con Elizabeth. Esperadas y deseadas vacaciones por el motivo de reencuentro con La Negra y también porque será el descanso de un año que no dio tregua. Un alivio para echar a correr la cinta otra vez y darle al año que ya comenzó. El lunes fui a buscar la carpa donde un tío para pasar una noche en la playa con los chicos y el martes compramos los pasajes con Jack. Está todo listo. Pero será raro llegar ese día al terminal y sentir que falta alguien.
Las maletas faltaran y las risas ya no ahogaran como siempre el aire y las vidas de todos. Es desconectarse de cuajo de algo que se venía haciendo desde hace mucho tiempo. Años de algo casi necesario, aunque no tiene que existir nada necesario en ti, sólo el aire y la comida. Son las consecuencias de mezclar amor y amistad dentro de un mismo círculo. Los daños colaterales dan como resultado esto, tener que partir a un viaje sin uno menos y hacerse el tonto, sabiendo que ya nada va a ser como antes.
Pero así es esta güeá de vida. En dos años más nos vamos a estar riendo de esto.
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