Demian se sentó en la cama y respiró hondo. La noche estaba tan tranquila como la copa de un árbol sureño. Le pregunté qué hacía en la pieza. Comenzó a hablar de las festividades, de lo maravilloso que era que todos los seres queridos se reunieran en los días finales del año y de lo bien que se sentía experimentar esa sana nostalgia. Pero que más allá de vivir momentos de regocijo y celebración, el mundo no se detenía en el momento que daba una vuelta más al sol.
"El tiempo sigue transcurriendo, aunque sintamos que por algunos segundos se detuvo" dijo "Y las cosas malas siguen ocurriendo..."
Y me hizo ver el living de mi casa y en él un ataúd, mientras que en las otras moradas se podía escuchar el lejano instante en que el reloj subía sus brazos y marcaba las doce del día 31. Podía oír llantos ocultos en los rincones, pero no podía ver a las personas quebrandose en lágrimas por el ser que partía.
Fue un 67%. No un 70%. Necesitaba un 70%, pero no lo logré. Fue ese el porcentaje de mi examén en el ramo final del técnico en Telecomunicaciones. La cosa fue es que el profesor nos citó para el viernes siguiente al día de la gran prueba para ver todo lo respectivo a notas y para saber si pasabas o no. Pensé que aquella tarde ibamos a ser tres o cuatros en la reunión, pero llegó todo el curso. Era un grupo de no más de 30 personas las que querían saber si habían terminado el CCNA4. ¡30 personas!... Así que Agüero nos hizo pasar a la misma sala en donde rendimos el examén y comenzó a rellenar la tabla de notas.
Cuando supimos que habíamos pasado, y más que pasado, habíamos egresado, con Sebastían sólo pudimos ir a comprar un six pack de cervezas y nos fuimos a echar al pasto de la Costanera. Ahí sentados, disfrutando de la vista del Cristobal siendo serpenteado por la extensa autopista, tan sólo podiamos respirar, porque eso era lo que no habíamos hecho durante todo el semestre: Respirar.
"Lo hicimos" dijo.
"Al fin" agregué yo "Y es difícil creerlo. Asimilarlo"
"Pero ocurrió"
Sorbimos de nuestras cervezas, triunfantes, y preferimos no decir mucho.
El supermercado estaba lleno hasta los canastos. La gente desesperada por conseguir un pedazo de algo para tirar a la parilla, se agolpaba sudorosa e irritante en las filas para pasar a pagar a las cajas, reafirmando a cada segundo una ley que no necesita más investigaciones: el chileno siempre deja todo para última hora. Y yo estaba vigilando el lineal, atento al estupido sistema que en la mañana se le había ocurrido dejar de funcionar antes de la apertura, celoso de que alguna caja fuera a fallar, meneando como atrapado por una obseción las llaves de los terminales POS. Joselyn sonriente, como casi nunca ocurre para estas fechas, supervisaba junto a mí cualquier problema que fuera a ocurrir. Al parecer se había jactado del estrés pre-fecha fuerte y se había autoimpuesto la actitud de no-enojarse, lo que me dejó retirarme a las 5 de la tarde ese día, y no a las 18:30 como el día 24.
"Estás muy sonriente" le dije cuando llegó.
"Es que todos andan estresados por el día. Que los productos en sala, que la venta, que la competencia, que las cajas. Así que prefiero no dejarme envolver por las malas vibras. Hoy es año nuevo y pretendo estar feliz para despedir este 2010. Las balanzas están buenas. Las cajas igual. Mis operadores resolvieron la caída de la mañana. Tengo motivos para estar feliz" me dijo.
Le sonreí sorprendido. No tenía qué decirle.
Fue eso en que Anita, la jefa de fiambreria y Rita, la jefa de pasteleria, se acercaron. Ana lloraba. Joselyn les anticipó el paso e intercambiaron palabras. Le demanda del día, tenía metido a clientes que ven otros precios en los estantes, así que me dirigí a resolver unos problemas. Pasaron unos minutos, algunos clientes furiosos, uno que otro producto que anular y volví al lado de mi jefa.
"¿Qué le pasó a Anita?" le pregunté. Ambas jefas ya no estaban.
"Se le murió un primo" me confesó "Y el cabro trabajaba al lado"
Cuando dicén al lado se refieren al Tottus Puente Alto 1, el papí de nosotros.
"¿Estaba enfermo?"
"No" me dijo descargando con su rostro una sentimiento de pena "Lo mataron"
No me produjo nada saberlo. Primero, porque matan gente todos los días y segundo, porque no lo conocía. Sin embargo a Joselyn se le ocurrió decir algo que me estremeció por completo.
"Imaginate tener que velar a un familiar justo hoy, cuando se acaba el año. El tiempo no se detiene. Las cosas malas siguen pasando"
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