Inerte me doy vueltas por la casa. Es de madrugada. Un perro nervioso ladra a lo lejos. Las ideas divagan, deseosas de mezclarse en un momento único. Tanto silencio, parece haber detenido el tiempo. Pero mañana, por una obligación desconocida, hay que empezar a vivir una vida...

No lo pensó y corrió a detener un vehículo.
"Es un recuerdo y somos propietarios de él. Podemos hacer lo que se nos antoje" me dijo.
"¿Qué chucha te pasa, güeón? le gritó el chófer acongojado.
"Bajate altiro, conchetumare" le dijo Demian, mostrandole su arma.
No hay fuerza más poderosa en el Universo que la desesperación de una obsesión. Quería que la suya por quedarse con nosotros fuera más fuerte que la de Karev por no conocerla, pero la del jefe ganaba.
"Estoy seguro que Karev no tiene idea que pasó. Estoy seguro que no sabe que estuvo a punto de perderme" me decía apenado.
Cuando se suponía tenía que chocar el colectivo en que iba Karev, logró apagar el motor del auto y volvió a la realidad. No cambió nada. El jefe la conoció.
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