Karina siempre me habla de la impactante confianza que genera en las personas. Quizás es por aquel extraño y bellisimo ángel que llevamos dentro. Quién sabe. Otra situación extraña que suma a las miles que tenemos que vivir todos los días. Las compartimos cada vez que nos pillamos en Messenger y nos reímos un poco de los demás. Eso sí, ella vive más los momentos en que almas extrañas llegan abriendo el corazón sin pensarlo. No ocurre así conmigo.
Sin embargo, hace poco...
Su nombre no lo puedo revelar, tampoco quién es. La situación fue así. Hablamos desde hace dos semanas. Nos conocemos desde hace casi ocho años, pero recién venimos a saber del otro hace diez días. Hoy tuvo un problema con su pololo, y aunque no le interesa que él se enoje porque otro le posteó el Facebook, sufrió un colapso de llanto.
Se conectó y me habló. La consolé hasta donde las letras del chat permiten consolar y le hablé de que todo estaría mejor si pensara y meditara qué es lo que va mal, ya que no sabía el por qué de su llanto. Sólo le di un par de consejos, alternando las ventanas entre otras páginas web's y la carpeta de música. Palabras desinteresadas. Sin intención. Pero las personas tienen otro tipo de noción y recepción. Les arreglas el día sin proponertelo. Les das felicidad sin ellos interesarte. El problema es que inevitablemente te vuelves importante y no entienden el porqué.
Textual ella escribió:
sinceramente
*eres el unico ke me entiende
*bueno
*a nadie mas ke tu le he contado esto
*de nada
*nunka he confiado en nadie
*pero tu eres diferente
*siento ke te puedo contar hasta lo mas intimo
Sólo dos semanas hablando. Ni siquiera sabe quién soy... Creo que es momentos de aceptar.
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