Nos deseamos la vida y un escape por tres segundos. Llegó el metro y así moría la tarde más exquisita en semanas. Había sido mía por algunas horas y ahora el tren se la volvía a llevar.
"Cuidate" me dijo.
Su boca sabia al sueño más placentero que se pueda imaginar.
Ahora no existe el nunca más. Ahora existe hasta en tres semanas más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario