01 de Octubre de 2009
"Decenas de carteles con ciento de flechas, indicando miles de pasillos. La cabeza ya empezaba a dolerme al buscar con la mirada a mi padre, a mi madre, a Simón o a Ignacio, recorriendo escaleras que iban hacia todos lados, pasadizos que terminaban donde no sé donde y muchas personas con sus cabezas cubierta por el bello diseño de un paño de hilo"... Capítulo 22: El Paciente 505
Tres paltas molidas, unas cuantas laminas de jamón cortadas a la mitad, tres tazas con té hirviendo y la respiración de los tres en la mesa del diario. Cuando nos sentamos los hombres a comer, se habla poco. Menos si es la once, porque es una comida rápida en casa. Aún más lo sábados. Mi madre estaba en el cuarto de estudio. Simón jugaba afanado en la calle. Ignacio se echaba un pedazo de pan a la boca Y yo observaba a mi viejo que lo miraba atento.
"¿Tu mamá te dijo lo del lunes?" le preguntó de pronto el dueño de casa.
Don Karev le había advertido a su señora que el día sábado era el día límite para contarle a Ignacio lo que sucedería cuarenta y ocho horas después. Era sábado por la noche, y sí había algo que mi viejo sabe hacer muy bien es cumplir sus promesas.
"No ¿Qué cosa?" le preguntó mi hermano.
Un helado escalofrío me recorrió la espalda al saber que mi padre le iba a contar la verdad.
Ignacio no se inmuta frente a noticias así. Siempre trato de pillarle algún gesto de impresión o desagrado, pero no lo he logrado. Para él fue como escuchar un sonido. Nada más.
"¿En serio?" preguntó.
"Sí. Por eso te hicieron esos exámenes rutinarios el martes, para tener todo listo para pasado mañana" completó la información papá, a lo que agregó "La pidió la doctora, para por fin comprobar que todo cerró"
Y el silencio inmortalizó el anuncio de la última batalla de esta guerra que llevamos librando durante más de 17 años. Hace dos años y medio habían sometido al segundo de los hermanos a una intervención de alto riesgo, como lo es una exposición a radiación. Hoy, y después de varias batallas que poco a poco se fueron ganando, llegaba la última, esa que nos dejaría saber si la malformación que afecta a mi hermano ya se había fundido.
De golpe momentos que queremos borrar se hicieron tangibles en la realidad presente, quitandonos a veces la fuerza para seguir. Pero se opta por el silencio y la sumición. Y eso nos deja seguir de pies, tomandonos de los brazos para que ninguno de los cinco pueda caer.
Mi madre, alertada por la declaración hecha por su esposo, apareció en escena con el rostro desfigurado. Mi viejo ya había hablado y de arrepentimiento en sus ojos no había vestigio.
Mi madre, alertada por la declaración hecha por su esposo, apareció en escena con el rostro desfigurado. Mi viejo ya había hablado y de arrepentimiento en sus ojos no había vestigio.
"Que te valla bien mañana" le dije la noche del domingo "¿Estás bien?"
Los ojos de Ignacio, como nunca, se cristalizaron. Me miró avergonzado.
"Igual es dificil y a veces baja la pena" declaró.
"Pasará y mañana estarás mejor. Es lo último que te falta para terminar con esto"
"Siempre dicen eso" me dijo Ignacio oculto en la oscuridad de su pieza "Siempre dicen que es lo último"
Me fue inimaginable sentir lo que él estaba sintiendo.