Capítulo Seis
"Carabineros no llegó y no llegará. Los pobladores lo dijeron" habló el soldado "Pueblos fronterizos como estos no son gobernados por la entidad regional y tampoco la nacional. Son núcleos rurales olvidados por el gobierno. No reciben apoyo. No son gobernardos. Son parecido a una pequeña nación independiente. Y viven de lo que pueden rescatar en sus rededores. Tampoco hay calidad de vida. Están olvidados. Creo, sargento, que nosotros como entidad militar debemos ejercer soberanía y gobernar donde el gobierno no lo hizo. Debemos entrar al pueblo y saber qué pasó" le dijo, mirándolo fijo y penetrante a los ojos.
"Carabineros no llegó y no llegará. Los pobladores lo dijeron" habló el soldado "Pueblos fronterizos como estos no son gobernados por la entidad regional y tampoco la nacional. Son núcleos rurales olvidados por el gobierno. No reciben apoyo. No son gobernardos. Son parecido a una pequeña nación independiente. Y viven de lo que pueden rescatar en sus rededores. Tampoco hay calidad de vida. Están olvidados. Creo, sargento, que nosotros como entidad militar debemos ejercer soberanía y gobernar donde el gobierno no lo hizo. Debemos entrar al pueblo y saber qué pasó" le dijo, mirándolo fijo y penetrante a los ojos.
"No se hará, soldado. Y es mi última palabra..."
"¿Qué pasó en el pueblo?" interrumpió Javier la discusión.
"Al pasar por el poblado, camino al cuartel, notamos una situación extraña en sus calles. No quisimos entrar porque llevábamos el cuerpo de Chávez y lo que menos quería era causar impresión en los civiles" explicó el sargento. Otros soldados de la base yacían apostados en la puerta, atentos a la situación que ya se relajaba "Al volver, quisimos saber qué ocurría, pero un grupo de no más de treinta hombres nos impidió el paso..."
"Una civil se coló entre la horda y nos dijo que una niña había sido asesinada. Les pedimos nos dejaran entrar para chequear la delicada situación y nuevamente se negaron" continuó el soldado que exacerbado había encarado al sargento. "Dijeron que siempre han resuelto solos sus problemas, que Carabineros y el gobierno nunca habían entrado a las calles de su pueblo"
"Y nosotros no vamos a ser los primeros" siguió el sargento. "Soldado, usted ya ha causado varios problemas con su actitud de rebeldía. Siga haciéndolo y yo mismo me encargaré de devolverlo suspendido a Santiago" dijo el hombre, de bigote canoso y frente arrugada, saliendo veloz del cuarto.
"¿Qué edad tenía la niña?" preguntó desde atrás Dagoberto.
"Seis años" respondió el soldado.
"Mi hija tiene seis años" dijo Rojas, recordando la sonrisa de su pequeña.
"Ella tenía una madre. ¿Tiene señora usted?"
"Si"
"¿No le gustaría a usted y su señora saber qué pasó con su hija si algo le hubiese sucedido?" preguntó el soldado, haciendo llegar de forma indirecta la pregunta a todos los oyentes.
"Claro que sí"
"Es obvio. Pero a esa señora que está en el pueblo nunca nadie le va a dar el derecho total de saber qué pasó con su pequeña hija. Por la negligencia del gobierno y la autoridad, no podrá existir la oportunidad de realizar una investigación, peritajes y todos los procesos que conllevan una delicada situación como esta. Y todo esto es culpa de una manga de borrachos que controlan el pueblo..."
"Desde hace años que la cosa es así en el pueblo" interrumpió uno de los soldados en la puerta.
"¿Y vamos a dejar que siga siendo así?" preguntó el loco, como Rojas le decía.
Hubo un silencio. Era difícil responder un "si", ya que responder que sí era desafiar las ordenes del sargento. Sin embargo, un pequeño sentimiento de impotencia crecía como hiedra por la columna en el cuerpo de todos los presentes. No era justo lo que estaba ocurriendo.
"Es nuestro deber ayudar. Para eso nos forman y no lo estamos haciendo. Y si no hacemos nada no deberiamos hacernos llamar soldados" terminó por decir.
El silencio se hacía mas denso y más profundo. Sólo las respiraciones y el golpeteo de los corazones de los escuchas era lo único que se percibía. Fue entonces que Javier decidió salir. Los demás, pensando en las palabras del radical hombre, lentos y cabisbajos hicieron lo mismo.
"Gracias" dijo Dagoberto "Gracias por cortar la soga allá arriba"
El soldado se acercó amable y posando su mano sobre el hombro derecho del soldado herido, le dijo:
"Recuperse, Rojas. Muy pronto vamos a estar de vuelta en ese pueblo"...
Continuará...
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