Capítulo Diez
La historia contaba de un tal Juan Contreras y su hazaña al salvar la vida de sus compañeros cuando tuvieron que cumplir un ejercicio de expedición. Iban sin armas. Sólo sus mochilas con lo justo para poder pasar la noche en el frío Atacama y un cuchillo por cada uno. Eran diez. Regresaron cuatro.
La historia contaba de un tal Juan Contreras y su hazaña al salvar la vida de sus compañeros cuando tuvieron que cumplir un ejercicio de expedición. Iban sin armas. Sólo sus mochilas con lo justo para poder pasar la noche en el frío Atacama y un cuchillo por cada uno. Eran diez. Regresaron cuatro.
"Fue a la segunda noche cuando aparecieron el lobo negro y el blanco. Asesinaron en menos de un minuto a cinco conscriptos. Por lo que contaba Contreras, las bestias atacaban directamente al cuello de los soldados, por lo que no les dio tiempo de ni siquiera sacar las cuchillas para defenderse. Los demás corrieron despavoridos por el desierto..." relataba Rojas, mientras abría la puerta de la bodega "Pero no él. Juan Contreras experimentó la sensación de estar frente a la muerte y eso lo cambió por completo. Se enfrentó a los dos lobos y les ganó. Los desolló y llevó las pieles al cuartel en señal de que a él nada lo podía derrotar. Que era indestructible"
"Nunca había escuchado de él ¿Qué le pasó?" preguntó Angelo.
"A la semana de salir del reclutamiento, lo atropelló una micro en la esquina de Bandera con Moneda" declaró Rojas, al mismo tiempo que tomaba las pieles de los lobos "Están son las pieles que se guardaron en honor a su memoria. También fueron las que se usamos la noche de tu prueba" dijo Rojas.
Angelo Martinez, como descubriendo un tesoro, se acercó lento y entre sus manos tomó el traje del lobo negro asesinado aquella noche. Un escalofrío lo recorrió por completo, lento y electrico, al saber que aquel traje tenía completa conexión con su proceso. Estaba frente a su persiguidor, el que le había dado las armas para ser lo que era ahora. Estaba frente a él...
Heriberto Piña vio entre la negrura del desierto la figura de Pedro Montéz de pies. Su chofer detuvo la camioneta y le hizo una seña para que se acercara. Encontró extraña su presencia ahí. Siempre lo esperaba en el pueblo.
"¡Amigazo! ¿Nos viene a recibir?" le preguntó.
Fue en eso que dos luces aparecieron de la nada y la camioneta en que iba el señor Piña se volcó brutalmente después de ser impactada...
Continuará...
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