sábado, 23 de abril de 2011

Día 45: El Maldito

Sentía frío y una extraña presencia en el cuarto. Su rostro se reflejaba difuso y monstruoso en el vidrio de la ventana. La noche se comía el exterior. Vapor de aire salió de su boca. La pantalla de su computador comenzó a oscilar levemente. Las copas titilaron chillonas en el mueble que estaba arriba del lavaplatos. La casa crujió dolorosamente. Su cuerpo se meneó en la silla y la tierra dio un salto. Los libros comenzaron a caer desde el estante de su padre y el computador se apagó de repente. Las tablas del escritorio querían soltarse con afán desde los tornillos que las afirmaban a la pared. Su corazón dio un brinco y sus piernas lo obligaron a escapar. El ruido de los pilares era ensordecedor. Se giró sobre la silla y, perdiendo el eje de la orientación y rasgando con sus brazos al frente la oscuridad, logró aferrarse a la puerta. Los demonios ladraban en el exterior. Parecía que la tierra se abría gustosa y ansiosa de querer devorarse la casa. Abrió la puerta, corrió por el living y se colgó de lo que parecía era una pared.
El temblor paró sin previo aviso. El silencio se hizo del lugar.
En eso, algo lo agarró de los pies; una fuerza invisible envolvió con sus poderosas manos sus pantorrillas y lo arrastró escalera arriba. Gritó por auxilio, pero nadie en el exterior escuchaba lo que sucedía adentro de la casa. El sonido se había bloqueado. Aquella fuerza que lo había estado observando desde el día de su nacimiento, lo introdujo en el baño y cerró la puerta con la fuerza de seis legiones Persas. El silencio volvió a reinar.
"¡¿Qué quieres de mi?!" gritó el asustado joven.
Se había orinado en los pantalones. Algo así nunca le había ocurrido. Tampoco había escuchado susurros tan fantasmales cuando aquel ente invisible lo llevaba por los escalones, mientras que manos que no podía ver le tocaban el rostro y sus partes intimas. Sintió miedo, miedo de saber que todo aquello era real y no una mala pesadilla.
Una luz roja llenó el lugar. No provenía desde ningún lado, pero copaba todo el lugar. Fue cuando le azotaron la cabeza contra el gigantesco vidrio de su baño. Hubo un seco ruido, como de dos cráneos chocando El cristal se trizó, dejando ver los rastros de sangre dejado por la herida en su frente. Cayó al piso casi inconsciente por la fuerza del golpe, sintiendo al rededor de todo su cuerpo aires de un calor infernal. 
Cuando quiso tocarse la sangre que fluía lastimosa desde la herida en su frente, supo que no se podía mover. Era como si todo su sistema osea se hubiese congelado. Ni siquiera lograba direccionar la mirada. Era esclavo de algo que estaba a su alrededor, dejandole oír gritos de sufrimientos de Humanidades anteriores. Ese algo lo hizo levitar, para después romperle sus hombros. Los brazos quedaron girando hacia el lado opuesto. El dolor se desparramó frío por toda su espalda, pero no podía gritar, no podía revolcarse del ardor que sus huesos quebrados... no podía llorar. Luego fueron sus piernas. Si quería podía caminar hacía atrás sin ningún problema. Era inexplicable la sensación de rendición, queriendo pedir que por favor lo soltaran. Había sido demasiado para treinta segundos de tortura.
Fue cuando su boca se abrió y sintió que un pedazo de carne fibrosa y caliente, del tamaño de un pequeño tubo de oxigeno se introducía lentamente hasta el fondo de su garganta, impidiéndole respirar. Su mente le decía que era algo así, porque tampoco veía lo que se deslizaba por su mandibula.
Quería a su mamá. No entendía por qué, pero lo único que quería era su madre. Y no la quería para salvarlo, la quería para que estuviera con él, diciéndole:
"Ya, mi amor. Ya va a pasar"
El calor desapareció y un espeso y denso liquido se escurrió por su esófago con tal fuerza que le dejó casi inservibles estomago y tórax.
Cayó sobre el piso nuevamente y la luz desapareció. Pudo respirar con dificultad. Su identidad había desaparecido. Era tan sólo un sistema. La puerta se abrió de golpe y algo lo arrastró escalera abajo, hasta al patio y lo hizo hundirse en la tierra.

Carabineros dijo que había sido un asalto, ya que el computador, el televisor y joyas de valor faltaban en el hogar, que desvalijaron por completo buscando objetos de valor.
Hasta el día de hoy buscan a los delincuentes que dieron una brutal muerte al hijo de la pareja de abogados.

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