martes, 12 de abril de 2011

Día 40: de a Poquitos

PARTE CINCO

"Hola"
"Ho-hola... Busco a Elias" le dije a la despampanante mujer que me recibió a las afueras de una casa que en mi mente no calzaba con la imagen de Elias.
"Si, claro. Pase, por favor" me dijo, dejando que entrara a un lobby que nada tenía que envidiarle a un chalet estadounidense.
La dama y su gran trasero se alejaron a lo que era el living de la casa, lleno de personas compartiendo algunos tragos, todos bien vestidos y al parecer todos partidarios de la alta clase.
Por lo menos mi cumpleaños no será la única celebración arruinada este día.
Me quedé solo, tratando de entender y asimilar que inevitablemente estaba frente a un momento omnipotente. Me avergonzaba pensar que lo que estaba a punto de suceder era lo más importante que me sucedería en el último tiempo. Lo demás no importaba. El sentido de la vida era saber qué había ocurrido con el estudiante de medicina.
Elias apareció por la puerta que la mujer había desaparecido.
"¿Don Hector?" me preguntó. Obviamente diez años a mi edad causan estragos en la piel.
"Hola, Elias"
"Tanto tiempo" me dijo impactado por mi presencia.
No lo culpaba. No tenía nada que hacer ahí un día viernes.
"Mucho tiempo"
"Pase, por favor"
Ahora ingresamos a lo que era su oficina, un cuarto decorado con paciencia y fineza. Tenía un muy buen gusto por las pinturas y un fuerte fanatismo por los libros raros. Tanta chucheria y el porte de la casa me hicieron pensar que me había equivocado de "Elias", porque si no mal recordaba al que conocí yo era un pobre carnicero sin futuro.
Tanto tiempo.
"Le ha ido bien" comenté.
"Tiempo después de la desaparición de Juvenal, entré a estudiar ingeniería en informática. Estudié cinco años. Luego salí y tuve un poco de suerte... en el trabajo y el amor..." 
"Mucha suerte" lo interrumpí.
Sonrió agradecido por el elogio.
"¿Qué lo trae por acá?" me preguntó de repente. 
"¿Me puedo sentar?"
"Claro, por favor"
Él se posicionó frente a mí en la silla del escritorio y yo imité la acción en otra igual.
"Se abrió una nueva arista en el caso de Juvenal" declaré.
Sus ojos se desorbitaron de sobremanera. Me recordó un poco a la reacción a Pablo. La diferencia era que él lo estaba fingiendo y de una manera que me hacía pensar más en su situación de experto.
"¡Diez años después!" exclamó luego de unos segundos de no poder recobrar el habla "Diez años después encuentran una pista o alguna evidencia que les permita saber qué pasó con mi amigo. Esas son las cosas de la vida que no logro entender. Cómo puede ocurrir algo así"
"Sólo ocurrió" le dije.
Procuré ir lento. Cualquier tipo de aceleración podía echar todo a perder.
"Gracias por informarme, Hector. Yo lo único que espero es que esto se resuelva lo antes lo posible" me dijo "¿Qué fue lo que encontraron?"
"Encontramos al asesino" le dije
Su quijada casi se dislocó.
"Entonces... lo asesinaron" tartamudeó.
Asentí.
"¿Cómo lo descubrió?"
"No fui yo. Fue un nieto mío" le dije. Ya estaba en tierra derecha.
Su rostro se retorció como nunca lo había hecho en toda su vida. 
"Mi hija, madre de él, me contó hoy en el almuerzo que para no comerse la ensalada de lechugas, cuando nadie lo veía, tomaba poquitos de ella  y la repartía en los demás platos. Así nadie se enteraba, pensaba él, que no se comía la ensalada de lechugas" le expliqué.
Su seño se fruncía cada vez más.
"No es que las cosas no tengan explicación, Elias. Lo que pasa es que la mayoría de las personas no creen en la intervención divina de los sucesos" le dije "Recuerdo la vez que, llorando en compañía de mi esposa, le rogué al Señor darme alguna pista. El punto es en la forma que pedimos las cosas, porque no te imaginas lo literal que es el de arriba"
"¿Por qué dice eso?"
"Porque yo le pedí que me enviara una señal ¿Qué hizo? Embarazó a mi hija que no podía tener hijos y en su modo de ser trajo la respuesta a la incógnita. O quizás fue mucho más misterioso e hizo que mi hija me contara lo que vio, porque ambos coincidimos que la gracia de mi nieto es algo banal. O tal vez simplemente conectó a la acción con mi afán de buscar la respuesta. Quién sabe"
"Aún no entiendo que la acción de su nieto sea la respuesta"
"La acción de mi nieto es el modus operandi del asesino" le dije serio. Era hora de salta sobre su cuello "¿No le suena?"
Su rostro se partió en dos. Su sistema nervioso alterado se reflejó a través de sus ojos. Quería arrancar. Quizás matarme, antes de hacerlo. El problema era que yo tenía el control del momento. Era momento.
"No soportó la idea de que Juvenal estuviera con Fernanda"

"Aló" contestó
"¿Por qué no me dijiste que te habías metido con su mejor amigo?" le pregunté.
"¿Quién habla?" me preguntó Fernanda.
"Soy Hector. El fiscal que estuvo a cargo del caso de Juvenal. Le hice una pregunta ¿Por qué no me dijo que usted había tenido una relación con Elias?"
"Porque fue algo de dos semanas. No fue nada importante"
"¿Dos semanas? Y además eso ocurrió hace cuatro años"

"Te obsesionaste con ella" le dije "No la dejabas respirar. Tu amor se transformó en una prisión. Fue por eso que ella te dejó. Pero el problema no fue ese. El problema para ti fue que dos años más tardes comenzó una relación con el que era tu mejor amigo. Así que tu mente no te dejó asimilar que había alguien mejor que tú que estaba besándola y cuidándola. Entonces comenzaste a planear la forma de borrarlo del mapa sin que nadie supiera. Claro. Si Fernanda se enteraba de que tú lo habías asesinado, nunca te iba a perdonar y consecuentemente no ibas a poder estar con ella. Ideaste un plan perfecto. Indestructible. Un plan que nunca te iba a dejar ser un sospechoso. Mejor aún si eras el mejor amigo, así que nunca le contaste lo de ustedes dos y nunca le mostraste tus celos por ella. Conseguiste el puesto en carnicería. Estudiaste la manipulación de las máquinas corta huesos. Y por el camino apareció una mejor forma de ocultar el cuerpo, una que no fuera tener que botarlo a pedazos por el río, porque no tenías como sacarlo. A la salida del horario laboral, te revisarían y el guardia tendría que revisar la bolsa que llevabas en la mano. ¿Cual era la forma?"
"Las mermas" contestó inerte.
Nunca pensé que hablaría.
"Todos los días carnicería y pescadería botaban sus productos mermados. Qué mejor que ir botandolo por ahí. Total, nadie revisaba aquellos deshechos. Entonces comenzaste a ofrecerte para realizar tal informe y a quedarte los días de inventario. La producción de carnicería no tenía cámara de vigilancia, así que sería mucho mejor. Todo era tan fácil, que llegabas a sorprenderte"
Me interrumpió colocándose de pies, dispuesto a escapar. Pensaba que no iba a ser capaz de correr tras él y que tendría mucha ventaja para correr. Quizás estaba en lo cierto. Lo que no sabía era que tenía una as bajo la manga.
"No sirve de nada correr" le dije "La casa está rodeada de carabineros, esperando a que cometas una estupidez"

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