viernes, 13 de enero de 2012

Día 126: La última Noche


Estreno nueva serie. La primera parte se dividirá en 5 entradas. Aquí su primer capítulo...

Día 0, Parte 1

Estiró los brazos hacia el cielo azul y la brisa hizo flamear su vestido floreado. Yo estaba tirado en el pasto y no me podía levantar, más estaba feliz de verle sonreír y luego mirar hacia arriba. El sol me golpeó fuerte el rostro. De pronto todo se oscurece y puedo sentir el aroma de su piel; una tarde de arduo trabajo, el hacer el amor y su perfume lavanda y fresas de cincuenta mil pesos. Las risas de su boca se alejan de a poco a medida que siento que voy despertando. Me siento tendido boca abajo sobre la cama y las sábanas desordenadas. El viento hace que las cortinas aleteen lentas y parsimoniosas, dejando ver a los lejos a un pequeño sol escondiéndose tímido detrás de los cerros, despidiendo una punzante estela color fuego y durazno sobre las nubes que penosas lo miraban caer. No me quería levantar. Ella dormía prisionera del cansancio de los días.

Algo me dijo que disfrutara cada aspirada del último cigarro que me fumé antes de entrar. La noche y el silencio ya se habían tragado a la ciudad. Eran pocas las personas que penumbrosas se arrastraban por los alrededores del recinto, al igual que uno que otro apresurado vehículo que veloz atravesaba la avenida a un costado del supermercado. Más allá de la vereda del frente podía ver parcelas detrás de empaladas, sumidas en oscuridad y quietud, las cuales rebalsadas en vegetación parecían navegar lentas con rumbo desconocido al son de la brisa de las montañas cercanas que me revolvía con disimulo el cabello. Colgué con fuerzas mi mochila sobre el hombro e ingresé por la puerta de empleados. Un frío y plomo pasillo vacío me condujo camino hasta la puerta blanca de la cual el jefe me había hablado. Antes de tocar, me fijé si en los alrededores aún quedaban personas gracias al sonido de alguna voz. Nada en absoluto. Que agradable sensación. Toqué dos veces. Adentro se escuchó el desplazamiento de una silla con ruedas y luego una brusca mano jaló de la perilla. Detrás apareció mi jefe, un hombre un poco más alto que yo, de mirada inhóspita de expresión y una muy cultivada barriga. No lo conocía, sólo habíamos cruzado palabras por teléfono cuando en un cambio de planes de último momento le tuve que contactar para recibir sus indicaciones y para que me informara en dónde cresta quedaba el supermercado.
"Todo esto por una semana de vacaciones ¿eh?" me hablaba al mismo tiempo que miraba la hora en su reloj y comenzaba a ordenar sus pertenencias. No le respondí el comentario. No le interesaba "Debe ser complicado pasar la noche de año nuevo lejos de los tuyos, aquí encerrado. Yo ni cagando podría hacerlo. Tengo dos hijas y a mi mujer. No podría pasar una noche de año nuevo lejos de ellas ¿Tú sí?"
"No tengo familia" le dije serio, dejando en claro con el tono de mi voz que no volvería a responder sus comentarios de lastima hacia mí.
Y en efecto no dijo nada, pero a los quince segundos siguió con el cacaraqueo.
"Bueno. Eres un cabro joven. Te quedan artos años nuevos más por disfrutar. Ojalá no te sientas tan solo esta noche"
"Tranquilo. Todo va a estar bien"
No se esperaba mi comentario. Una vez más descolocado por mi reacción, siguió ordenando sus pertenecías hasta que terminó. Se colgó su bolso en el hombro derecho y me observó con una extraña expresión de pena en su rostro. El compadre de verdad tenía lastima al saber que me iba a quedar toda la noche ahí.
"Que tengas buenas noches" me dijo tendiendo la mano.
Se la estreché con fuerzas.
"Sobre la mesa está la radio de comunicación con tu central, en caso de cualquier situación. En la oficina de administración hay una cerámica falsa, debajo hay una escopeta cargada. Municiones hay dentro del mismo escondite. Es ilegal tener armas en estos recintos, lamentablemente al ser un supermercado pequeño, no podrían recuperarse de un robo grande. Así que tomaron medidas. Por lo mismo te pido discreción"
Asentí. El hombre se dio la media vuelta, caminó hasta la puerta, la abrió y se quedó quieto. No podía ser más agonizante la espera para que se fuera de una vez por todas. Se giró sobre si y me miró con culpa en su mirar.
"Puedes sacar cigarros y algún copete de la sala. Yo borraré los videos cuando llegue el lunes en la mañana"
"Gracias"
"Mañana tu relevo llegará a las ocho del día. No te vayas a quedar dormido" dijo y salió.
Por fin me quedaba solo...


Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario