Primera Parte
Abrió la puerta de su pequeño cuarto. Su cama estaba hecha y al lado su velador portaba algunas revistas de cine. Encendió la luz y salió. Luego volvió con su amiga en brazos. La lanzó sobre la calma y volvió a salir del cuarto. Ella trató de levantarse y adivinar en dónde estaba, pero su evidente estado de ebriedad no se lo permitió, a demás de hacerla hablar incoherencias. Su estomago reaccionó igualmente y se deshizo del contenido descompuesto que había en su interior por su boca, dejando caer todo entre el rincón de la cama y la pared. Eder volvió y notó que Emilia había ensuciado sus frazadas y sábanas. Respiró hondo y trató de no perder la paciencia. Le quitó los pelos rojos del rostro para que no se ahogara con ellos y la observó. Su mirada estaba totalmente perdida. Típica de un borracho inconsciente, que le dio hasta que no se reconoció. Le abrió el poleron sucio de vomito y se lo quitó. Emilia pudo sentir el frescor de la madrugada, mezclada con la sensación de respiro al ser desquitada de quizás que prenda. Eder también se sacó su chaqueta, dando las gracias porque aquella noche sus padres estaban a una seis horas camino al sur, disfrutando de un buen hotel. Sin perder el tiempo, se despojó de su polera, quedando con el dorso desnudo. Sus Adidas blancas quedaron a un lado de la cama y con rapidez se sacó los pantalones. Emilia se había vuelto a dormir. No le importó. Se posó encima de ella y le sacó la polera, dejándola sólo en sostenes. Le ofreció resistencia, pero logró desabotonarle el pantalón y con fuerzas se lo bajó hasta que salió de sus piernas...
Abrió la puerta de su pequeño cuarto. Su cama estaba hecha y al lado su velador portaba algunas revistas de cine. Encendió la luz y salió. Luego volvió con su amiga en brazos. La lanzó sobre la calma y volvió a salir del cuarto. Ella trató de levantarse y adivinar en dónde estaba, pero su evidente estado de ebriedad no se lo permitió, a demás de hacerla hablar incoherencias. Su estomago reaccionó igualmente y se deshizo del contenido descompuesto que había en su interior por su boca, dejando caer todo entre el rincón de la cama y la pared. Eder volvió y notó que Emilia había ensuciado sus frazadas y sábanas. Respiró hondo y trató de no perder la paciencia. Le quitó los pelos rojos del rostro para que no se ahogara con ellos y la observó. Su mirada estaba totalmente perdida. Típica de un borracho inconsciente, que le dio hasta que no se reconoció. Le abrió el poleron sucio de vomito y se lo quitó. Emilia pudo sentir el frescor de la madrugada, mezclada con la sensación de respiro al ser desquitada de quizás que prenda. Eder también se sacó su chaqueta, dando las gracias porque aquella noche sus padres estaban a una seis horas camino al sur, disfrutando de un buen hotel. Sin perder el tiempo, se despojó de su polera, quedando con el dorso desnudo. Sus Adidas blancas quedaron a un lado de la cama y con rapidez se sacó los pantalones. Emilia se había vuelto a dormir. No le importó. Se posó encima de ella y le sacó la polera, dejándola sólo en sostenes. Le ofreció resistencia, pero logró desabotonarle el pantalón y con fuerzas se lo bajó hasta que salió de sus piernas...
Continuará...