"Irma, una niñera de nacionalidad colombiana, se queda dormida en el sillón de sus patrones chilenos, viendo la telenovela de las 15:30. Ambos son médicos y trabajan en la clínica de la Universidad Católica" dice el hombre sentado a mi lado "Ismael de 3 años, hijo de los profesionales, despierta de su siesta y camina hasta el living del departamento ubicado en el piso 16 de un edificio en Providencia. El pequeño observa el balcón y alguna parte de su joven cerebro decide que sería divertido colgarse de ahí. Segundos después, bajo el imperioso sol, encuentra que es más entretenida la idea de cruzar las barras de seguridad. Su niñera sigue durmiendo profundamente. El calor ayuda. Está soñando algo extraño. Luego vienen algunos momentos de silencio. Una mujer ve caer al niño los 16 pisos. Son algo así como 32 metros de altura. Nada se interpone entre su pequeño y frágil cuerpo y el vacío. Se escucha el espantoso y desgarrador grito de la mujer. Suelta su bolsa de la feria y los vegetales rodan hacía la calle. Un vehículo revienta los tomates. Dos horas después la tía de Ismael, hermana menor de su madre, novia tuya, escucha la noticia en su celular e instantáneamente suceden dos cosas. Primero, sabe con certeza que nunca jamás en la vida volverá a sentir dolor de tan desconocida naturaleza. Y segundo, en el nivel más profundo de su inconsciente se produce un trauma que le impedirá generar el deseo de ser madre, tanto natural como adoptiva. Vas a tener que estar con ella mucho tiempo. Serán años de recuperación. Durante esos años te vas a dar cuenta que la tía de Ismael es el amor de tu vida. Te vas a enamorar profundamente de ella y van a ser pareja hasta el día de sus muertes. Nunca nadie te va a hacer sentir lo que ella te hará sentir. Sin embargo, el segundo suceso les impedirá tener hijos. No tendrán descendencia. Eso causará el fin del mundo"
Me había piñiscado varias veces el brazo. Creía estar soñando. Pero no, no dormía sobre mi escritorio. La escena era tan real como su existencia. Los demás, unos trescientos funcionarios, estaban inmóviles, congelados por alguna misteriosa fuerza. Él había detenido el tiempo. Y la paz, que extraña paz. Estaba en el planeta, pero a la vez no parecía estarlo.
"¿Por qué me estás contando esto, Jesús?" le pregunté.
"Mi padre, en su infinito e incalculable amor, los creó dotados del don de elegir" me dijo mirando hacia los cielos "Hay destinos que están escritos por su puño y letra para salvar la existencia de esta Humanidad, pero no somos la única fuerza creadora en el Universo y hasta acá han llegado almas que emanan desde otras energías. Y no tenemos forma de destinar esas vidas. Si tienen el poder de destruir el mundo, lo pueden hacer y mi Padre no podrá evitarlo. La vida de Irma proviene desde un creador que está a punto de desaparecer. Aquel creador necesita energía. La Tierra es un planeta con la energía de más de 50 mil millones de almas--"
"No somos tantos" le interrumpí.
"Alen, no pienses que el hombre y la mujer son los únicos seres con vidas en este planeta. Están los animales que conoces y los que no. Están los humanos que viven en las profundidades más oscuras del océano y que nadie sabe que existen" me explicó como lo hace un padre a su hijo.
Me extrañó el nombre que me dio. No era el mío, sin embargo me identificó al deslizarlo por sus labios.
"Cuando ese creador se encuentre con La Tierra, le tomará dos minutos y cuarenta y dos segundos tragarse el planeta. Todo lo creado habrá perecido. No habrá existencia y no habrá nadie que pueda contar la historia de que alguna vez existió una civilización llamada Humanidad. Pero como esto se supo hace unos tres mil años aproximadamente, tú decidiste crear El Disparo" declaró el Hombre.
"¡¿Yo?!" le pregunté.
"Alen, cuando iniciaste tu vida terrenal, con la misión entre tus manos, olvidaste todo lo que habías sido en tu vida celestial. A todos les pasa igual. Cuando yo llegue aquí tampoco sabía quién era. No te extrañes. Tan sólo siente como vas creyendo todo lo que te estoy diciendo. Ya aceptaste hace algunos minutos que esto no era un sueño. Ahora sabes que tú creaste El Disparo. Y ahora quieres saber qué es"
Me había piñiscado varias veces el brazo. Creía estar soñando. Pero no, no dormía sobre mi escritorio. La escena era tan real como su existencia. Los demás, unos trescientos funcionarios, estaban inmóviles, congelados por alguna misteriosa fuerza. Él había detenido el tiempo. Y la paz, que extraña paz. Estaba en el planeta, pero a la vez no parecía estarlo.
"¿Por qué me estás contando esto, Jesús?" le pregunté.
"Mi padre, en su infinito e incalculable amor, los creó dotados del don de elegir" me dijo mirando hacia los cielos "Hay destinos que están escritos por su puño y letra para salvar la existencia de esta Humanidad, pero no somos la única fuerza creadora en el Universo y hasta acá han llegado almas que emanan desde otras energías. Y no tenemos forma de destinar esas vidas. Si tienen el poder de destruir el mundo, lo pueden hacer y mi Padre no podrá evitarlo. La vida de Irma proviene desde un creador que está a punto de desaparecer. Aquel creador necesita energía. La Tierra es un planeta con la energía de más de 50 mil millones de almas--"
"No somos tantos" le interrumpí.
"Alen, no pienses que el hombre y la mujer son los únicos seres con vidas en este planeta. Están los animales que conoces y los que no. Están los humanos que viven en las profundidades más oscuras del océano y que nadie sabe que existen" me explicó como lo hace un padre a su hijo.
Me extrañó el nombre que me dio. No era el mío, sin embargo me identificó al deslizarlo por sus labios.
"Cuando ese creador se encuentre con La Tierra, le tomará dos minutos y cuarenta y dos segundos tragarse el planeta. Todo lo creado habrá perecido. No habrá existencia y no habrá nadie que pueda contar la historia de que alguna vez existió una civilización llamada Humanidad. Pero como esto se supo hace unos tres mil años aproximadamente, tú decidiste crear El Disparo" declaró el Hombre.
"¡¿Yo?!" le pregunté.
"Alen, cuando iniciaste tu vida terrenal, con la misión entre tus manos, olvidaste todo lo que habías sido en tu vida celestial. A todos les pasa igual. Cuando yo llegue aquí tampoco sabía quién era. No te extrañes. Tan sólo siente como vas creyendo todo lo que te estoy diciendo. Ya aceptaste hace algunos minutos que esto no era un sueño. Ahora sabes que tú creaste El Disparo. Y ahora quieres saber qué es"
Continuará...
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