domingo, 11 de noviembre de 2012

Día 211: Diosas y Mortales

Cuando la tuvo entre sus brazos, se dio cuenta que momentos así suceden sólo una vez en la vida. Entonces parece que la mente humana no sabe cómo reaccionar, porque no se nos enseñó como ser reactivos frente a los milagros... frente a los instantes que se saben que nunca más se van a vivir. La mujer estaba tibia. Estaba poseída. Su cuerpo retumbaba glorioso, gozoso, airoso. Sus manos buscaban volver a la realidad, jalando de su mismo cabello, de la piel de su blanco cuello. De sus labios vivos y tiernos. Y gritaba porque no le quedaba más que hacer. Cosas que se desconocen y jamás se sabrán hervían por sus nervios hasta su boca que jadeante gritaba de lujuria y amor.
Escena difícil de olvidar. Trascendental. La luz se coló por de bajo de la puerta y traviesa subió por los contornos de su piel. El hombre se retorció bajo la diosa que condescendiente le hizo el amor. Las cinturas se quebraron. Los dientes se quemaron. Las manos se tomaron.
Él nunca más volvería a sentir lo que sintió por otra mujer y ese sería su maldición.

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