Día 9, Parte 3
"Hay miles de historias con el origen de la zona cero" trató de defenderse el capitán "La tuya es una más, hijo"
"Yo estuve ahí" dijo Leandro, convencido de que no quería volver "Sobreviví escondido en una cámara de frío, escuchando cómo todo esto partió. Yo tomé uno de los galones de gas que liberó la toxina, el cual aún contiene unos litros de ésta"
El capitán ahora no dijo nada. De hecho, se quedó de pies escuchándolo.
"He viajado muchos kilómetros con el secreto, por miedo a que mis compañeros se descoloquen por tamaña noticia. Necesitaba llegar con el virus hasta acá. Quizás están llevando a cabo investigaciones o que sé yo. Quizás entregar este tanque de gas ayude a detener esto--"
"Todos quieren que esto se detenga" le interrumpió el soldado "Todos. Están tan desesperados porque todo esto acabe, que hasta inventan historias de cómo pudo haber partido esta catástrofe. Hay miles de teorías dando vueltas por ahí, pero el gobierno no se puede dar el lujo de gastar tiempo y recursos en investigar cada historia"
"¿Y qué saben?" pregunté yo.
El capitán quedó descolocado. No supo qué responder.
"La comisión investigadora se asentó en La Serena, lejos de la zona de catástrofe" me explicó el uniformado "No hemos tenido noticias positiva. Lo único que se sabe es que las personas infectadas contagian a otras mediante contacto de fluidos o mordeduras"
"¿Y lo de la evolución?" contraataqué.
"No es momento" me atajó John.
Me era difícil dejar pasar el hecho de la infectada que me había seguido hasta la casa de Joan y del infectado que corrió tras nosotros con perfecta sincronización. Dentro de todo lo inusual de la situación presente, aquellos dos sucesos rompían todos los límites. Si estábamos presenciando un proceso de evolución del virus, era tan importante que se supiera como también lo era la investigación de su origen.
"¿Entonces no saben qué gallina puso el huevo?" continuó Leandro.
Por fortuna, mi intervención pasó desapercibida.
El capitán negó a la pregunta del muchacho.
"Pero no porque digas que traes muestras de la toxina, los vamos a dejar pasar" agregó "Tienen tres minutos para retroceder, si no daré la orden de la apertura de fuego" dijo y dándose media vuelta se dirigió al jeep.
Leandro hizo lo mismo, pero camino al furgón. No sabíamos qué pretendía.
"¡¿Necesita una prueba, capitán?!" gritó el muchacho, abriendo la puerta lateral del vehículo, para luego bajar el tanque de gas.
El uniformado se detuvo. En ese momento sentí que era mejor salir de ahí. El soldado se estaba impacientando. Los francotiradores no tardarían en derribarnos a todos.
En eso, Leandro abrió una pequeña tapa de un tubo alojado a un costado del estanque de gas. Luego nos miró a todos con una extraña sonrisa en su boca y una mirada tranquila. Parecía ser un hombre entregado y dispuesto a dar todo por la causa que defendía. Estaba dispuesto a entrar, inclusive si eso envolvía el hecho de no hacerlo él.
"Encuentren la cura" nos susurró y levantando el tanque de gas, le dio dos tragos a su contenido.
Acto seguido, lo bajó y se secó los labios.
En ese instante nadie dijo nada. Todos estábamos esperando ver algo que nadie había visto que sucediera. Leandro en cualquier momento tenía que ser golpeado por el virus, convirtiendo lo en el enemigo.
"Capitán, yo no sé nada de mi familia" comenzó a decir el muchacho "No sé si están aquí, en Nueva Capital o murieron infectados en Santiago. Debería estar buscándolos para salvarlos de esta terrible catástrofe que afectó al país. Y le prometo que cada día quisiera estar con ellos y poder abrazarlos, protegerlos, porque cuando los tuve a mi lado, nunca ni siquiera les dije que los amaba. Pero tiene que haber un accidente de estas características para que nos demos cuenta que perdimos el tiempo en problemas estúpidos, pensando cosas horribles cuando hay tantas cosas bellas por las cuales perder la razón. Tienen que suceder cosas así para que nos demos cuenta que no hemos valorado ningún gramo al... qué está.. al lado--"
Leandro no pudo seguir articulando letra. Penosamente cayó al suelo, lentamente, hasta quedar completamente tendido.
John corrió en su auxilio...
Continuará...
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