El celular de Marta vibra en su bolsillo. Las puertas del metro ruta verde se abren de par en par y el andén se pobla de una multitud de zapatos chocando y personas hablando. Ese cosquilleo al ver el nombre de Gabriel en la pantalla le llena el vientre. Presionó el link con el dibujo de un auricular verde en la zona inferior izquierda de la pantalla y se llevó el móvil a la oreja.
"Hola, corazón" escucha la voz de su novio.
"Hola, vida ¿Dónde vienes?" le pregunta.
"No me vas a creer" le dice Gabriel desde el otro lado, con un tono de voz seco "Me bajé aquí en Los Héroes para combinar hacia Universidad de Chile, pero me equivoqué y tomé el metro hacia San Pablo, Me di cuenta cuando aparecí en estación República--"
"Que eres volado" le interrumpe Marta riendo "Devuélvete, amor. Yo estoy aquí, en Universidad de Chile, esperándote"
El metro cierra las puertas y comienza a salir de la estación.
"Si lo hice, Marta. Hace tres minutos me cambié de andén y tomé el metro hacia Universidad de Chile" declara Gabriel con un tono de preocupación "Llegué a Los Heroés. Salí de esa estación y volví a aparecer en Republica"
La joven no entiende. Frunciendo el seño, mirando hacia todos lados, pensando que su novio le estaba haciendo una broma, le vuelve a preguntar:
"¿No te has devuelto o qué?"
"Marta, sé que suena ilógico lo que te estoy diciendo, pero te prometo que he intentado tres veces volver a Universidad de Chile y sigo apareciendo en la misma estación" dice Gabriel sin rastro de querer jugarle una broma.
"No es chistoso. Te estoy esperando" le dice la muchacha, sintiendo como un extraño calor le subió por la garganta.
"No es un chiste, Marta" le dice él "Dame una buena razón por la cuál no querría verte"
La joven no sabe qué contestar. Lo que le estaba sucediendo a su pololo era raro y preocupante. Estaba atrapado en lo que era un posible loop de tiempo y espacio. No podía salir de su propio error. Pero cosas así no sucedían. Era algo sacado de un libro de terror.
"Gabriel, toma el metro que venga" le dice ella.
Marta se tuvo que levantar de su asiento. La desesperación por tenerlo y sacarlo de ahí la estaban invadiendo sin poder resistirlo.
"Está llegando. Voy a subirme" dice el muchacho.
La joven pudo escuchar el sonido de las ruedas frenando sobre los rieles. Definitivamente él estaba en la estación de metro. Luego vino el ajetreo del cambio de pasajeros; personas subiendo, otras bajando. De fondo se escucha el pito de alarma del próximo cierre de puertas. Acto seguido, las puertas se cierran.
"Estoy saliendo de la estación" relata Gabriel.
"Amor ¿No es una broma, cierto?" vuelve a preguntarle Marta.
"Te lo juro que no, corazón" dice serio el joven.
Ella no volvería a preguntar. Ahora sólo se esmeraría en rescatar a su novio de tan extraño suceso.
"Voy en el tunel" dice su novio.
Ella espera a que detrás se escuché la metálica voz de la mujer por los altoparlantes anunciando la siguiente estación. Eternos segundos en los que el metro en donde iba Gabriel iba cruzando el bajo suelo. A veces se iba la señal. Hasta que de pronto escucha.
"Estación Los Héroes. Lugar de combinación a línea 2"
"Estoy en Los--"
"Si lo sé, Gabriel" lo interrumpe Marta.
Detrás las personas bajan, suben, se chocan, conversan y se ríen. Suena el pito. Las puerta se cierran. Si es verdad lo que dice su novio, el metro debería aparecer en República. Si es mentira, la mujer de los altoparlantes debería decir "La Moneda"
Gabriel nuevamente se mete en el tunel. Es cuando un pequeño pitido suena en la línea.
"¿Qué fue eso?" le pregunta la muchacha.
"Espera"
Dos segundos de silencio.
"Es la batería. Le queda un 20% de carga" dice un preocupado Gabriel.
"Amor..."
"Estación República" se escucha de fondo.
El sonido desapareció de los oídos de Marta. Era inconcebible lo que había escuchado. Todos los músculos de su cuerpo se contrajeron y le fue imposible moverse. El aire se congeló en sus pulmones. Su cuerpo no le respondía.
"¿Qué es esto?" se preguntó Gabriel apunto de quebrarse.
"No te bajes" le dice la joven "Sigue hasta la otra estación. Deberías aparecer en Unión Latino Americana" dice con un atisbo de esperanza.
"Bueno" dice él un poco esperanzado también.
Se cierran las puertas. El tiempo avanza. La línea amenaza con cortarse pero no lo hace. Al celular de Gabriel le queda un 15% de carga.
"Estación Los Héroes" se escucha decir a la mujer.
Imposible.
"No te bajes" vuelve a decir Marta. Por primera vez, en aquellos aterradores minutos de conversación, teme no volver a ver a su novio "Sigue"
"Bien" le dice él.
Pasan un montón de segundos y la mujer vuelve a sonar por el altoparlante.
"Estación República"
"¡Sal de ahí!" le grita la muchacha.
Se escucha el abrir de las puertas. Gabriel corre y sus pulmones jadean vibrantes adentro de su pecho. Marta cae de rodillas al suelo pidiendo que la pesadilla terminara. Su novio va subiendo las escaleras. Las largas e inclinadas escaleras.
"No puede ser" dice el joven, apunto de perder la razón.
"¿Qué sucede?" le pregunta ella casi llorando "¿Qué cresta pasa?"
"Al termino de la escalera, hay dos metros de pasillo y luego aparece otra escalera que baja al andén de la estación" explica Gabriel "No hay torniquetes ni puertas de salida"
Su celular tiene 10% de carga.
"No" susurra Marta.
"Esto es imposible"
"¡Ven Gabriel!" le grita ella llorando.
Pasajeros que esperan que llegue el metro, se acercan a ayudarla.
"No puedo" dice él "Nunca voy a poder" dice bajando las escaleras.
Nuevamente llega al andén.
"¡Tienes que salir de ahí!" le dice ella nuevamente "Tienes que venir"
Suena la alarma de la carga. La batería tiene 5% de energía.
"Marta--"
"No se te ocurra rendirte" le dice ella.
"Perdóname, mi amor"
La muchacha niega con la cabeza y explota en un reprimido llanto.
"Te juro, Marta, que lo que más quiero en estos segundos es ver tu rostro. No puedo pensar en nadie más. Mi mente no lo permite. En estos momentos en los que sé que nunca más veré a nadie, increíblemente sólo puedo pensar en ti. Y es raro, porque traté de que fueras nadie, pero inevitable fue y te convertiste en mi todo. Entonces pasa esto. Estoy a punto de quedar atrapado aquí para la eternidad, sin comunicación, y me doy cuenta que sólo quiero verte una vez más. Aunque sea la última" Gabriel se silencia y luego lanza "Te amo, Marta y me enamoré de ti la primera vez que te vi"
La llamada se corta.
Marta grita.
Los pasajeros no entienden que le pasa a la pobre muchacha.
El metro llega a la estación.
Gabriel nunca más apareció.