Una vez más gracias. Es una placer llevarlos a pasear por mundos que a veces tienen belleza y luz, y en otras ocasiones extrañeza y perturbación. Aquí les dejo la sexta parte de la historias de zombies.
Si se tratara de un libro, se podría decir que estamos en la mitad de la historia. El montón de páginas que hemos leído es del mismo tamaño de las que quedan por leer.
365 días antes
Si se tratara de un libro, se podría decir que estamos en la mitad de la historia. El montón de páginas que hemos leído es del mismo tamaño de las que quedan por leer.
365 días antes
Pasó todo un tanto rápido. Y es que la anestesia del dolor y la aceptación de la partida de mis padres y hermano, hacía que me perdiera en el tiempo y espacio. Me detuvieron a las horas de la agresión propinada al chofer que les dio muerte. Me formalizaron.
"¿Cómo se declara el acusado?" recuerdo que me preguntaron.
"Culpable"
Entonces el tiempo comienza transcurrir a su velocidad normal y comencé a vivir mis 12 meses de presidio por agresión con heridas graves e invasión a la propiedad privada habitada. Estoy sentado en mi celda. En mis manos, tibio aún, está el pastel de choclo que Joan y Antonia me había dejado hace unos veinte minutos. En aquellos momentos en donde sabía que había perdido todo y que sólo me quedaba la compañía de los recuerdos de los años nuevos junto a mi familia, las Navidades y los cumpleaños, era valido tener mi plato favorito la noche del 31 de Diciembre del 2010. Faltaban horas para que el año terminara.
"Eliseo, tienes visita" me dijo el gendarme detrás de los barrotes de mi prisión.
Lo miré extrañado. Mis visitas ya habían venido. Pero el guardia no llevaba rastro de duda en sus ojos. Alguien en la sala de visitas reclamaba mi presencia. Preguntándome quién podría ser, me pongo de pies y me preparo para salir.
El gendarme me abrió la puerta.
"Cinco minutos" ordena.
De espaldas los pelos de rojos de una mujer me esperaban. Al notar mi aproximación, se giró y fijo me miró a los ojos. Era Sara, la mejor amiga de Antonia.
"Hola" logré modular aún más extrañado.
Miré hacia atrás y sólo podía ver a la muchacha en los cumpleaños de la polola de mi amigo. La recordaba junto a Joel, su novio. La recordaba topandomela en la cocina haciendo algún trago. Sin embargo, ella me miraba como si los recuerdos entre ambos fueran más de los que yo podía recordar. Y más extraña se volvía la situación al notar que en el fondo de sus ojos el cristal de fuertes sensaciones se reflejaba con fuerzas.
"Estuve los tres días de velorio de tus padres y hermano" dijo de pronto como liberándose de una carga inmensa "Quizás sólo recuerdes el momento en que te di el pésame, pero aunque sea difícil de creer o explicar, estuve los tres días allí. Sé que no tengo excusa para hacer lo que hice, y quizás tampoco tenga una buena y convincente explicación para estar aquí. Pero te juro que luché contra mí para entender qué era lo que me impedía irme. De verdad quería saber porqué no podía salir de ahí. Los tres días no fueron suficientes para responderme. Tampoco estos nueve meses. Entonces me enfoqué en tratar de olvidarme, de olvidarte, de pensar que sólo fue un poderoso gesto de buena voluntad y nada más. Porque cosas así no le suceden a nadie, como también te sucedió a ti"
Tuvo que parar. Yo estaba destrozado. Mi ceguera había sido inmensa. La incondicionalidad de una persona había rondado mi vida y yo sólo la había dejado pasar. Y entonces no me sentí tan solo.
"Pero no pude, Eliseo. No pude olvidar esa fuerte sensación de querer estar contigo e impedir que nada te pase" me declaró "Y hoy día vengo aquí a tratar de entender porqué"
Día 7, Parte 6
El hombre a mi lado le conectó un derechazo a John, derribandolo de inmediato al piso. Instintiva fue la reacción de Silva, el cual saltando de su asiento, le apuntó un arma al sobreviviente que había colapsado frente al crónico momento.
"¡Nosotros recibimos ordenes!" gritó Silva. John como pudo se puso de pies "Nosotros no dejamos caer esa bomba y lo saben bien. Nosotros los rescatamos a ustedes y ahora nuevamente los vamos a salvar" dijo.
Un silencio oscuro se hizo de todo el avión. A lo lejos la luz de la explosión comenzaba a disiparse.
"Quince minutos para impacto, teniente" dijo Perez desde su asiento.
Continuará...
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