Día 6, Parte 2
He muerto. El blanco de la escena es acompañado por una luz que parece venir desde mi pies. Estoy sumido en paz y tranquilidad. En mi mente no hay nada. Sólo paz. De fondo pájaros cantan a los lejos. Es el único sonido perceptible. Quizás es el edén esperando a que cruce sus parajes y comience a transitar el largo camino hacia la eternidad. Pensé en mis padres. Pensé en mi hermano. Pensé en Sara, pero algo me impidió perderme en el verdor de sus ojos y los recuerdos de la última tarde.
De golpe me senté sobre la cama y giré el cuello hacia la derecha. Mi mirada se encontró con la de un atento joven sentado a mi lado. Por algunos incómodos segundos nos quedamos viendo sin decir nada. Detrás los pájaros seguían cantando.
"¿Estamos muertos?" le pregunté. Me sentí estupido.
"Estuvimos a punto... pero no. Estamos vivos" contestó con una risita de ternura.
Quizás me creía un loco. No lo culpaba.
"¿Se encuentra bien?" me preguntó
Asentí observando mi rededor. Parecía estar en lo que era un hospital de guerra. Camas con frazadas estiradas se enfilaban en dos hileras de perfecta alineación. Paredes altas y blancas encerraban en un cuadrado al lugar. Y dos puertas ubicadas en los extremos permitían el ingreso y el acceso.
"¿Quiere comer?" me interrumpió de mi análisis el muchacho.
"No, gracias" contesté extrañado al sentir el estomago apretado.
Había un penumbroso y perturbador recuerdo de la noche anterior rondándome la cabeza. Nada claro, debido al shock en el cual me encontraba inmerso. Era aquella situación la que me tenía tenso y sin apetito. Me desesperaba el tener una película con escenas cortadas corriendo por mi mente. No podía recordar con exactitud lo que había descubierto.
"¿Cómo me encontró?" le pregunté al joven, buscando salir de mi confusión.
"Gracias al GPS ubicado en el jeep que tomó" me contestó.
Ahora lo miré de golpe. No había notado, en absoluto, su uniforme militar de color azul marino, con manchas azules más oscuras. Ojos tranquilos. Barba afeitada. Y el tipico y exacto corte de tipo militar. Estaba frente a un uniformado de las fuerzas armadas. Era él el que había entrado a mi pieza y había dado muerte a la infectada... ¡Eso era! Algo tenía conexión con la infectada que había estado a punto de atacarme.
"Nos íbamos anoche. Pero al detectar el vehículo en movimiento en nuestros mapas digitales, decidimos realizar una expedición para dar con la persona que lo estuviera conduciendo" siguió explicando.
Yo sólo podía pensar en la infectada ¿Por qué? Lo único que sentía era que había sacado una conclusión esclarecedora al verla. Pero no podía recordar.
"¿Por qué no vino hacia acá?" me interrumpió el militar.
"¿Para dónde?"
"Acá. Fue la orden que se le dio a la ciudadanía. A demás que lo tenía anotado en su libreta de apuntes" me dijo, indicando mi libreta apostada sobre mis ropas a los pies de la cama.
No entendía de que hablaba. Obviamente, él no sabía que cuando sucedió todo, yo me encontraba borracho dentro de un supermercado.
"¿Dónde estamos?"
"En la escuela de aviación Capitán Manuel Avalos Prado" declaró energico.
El corazón se me volcó y el aire se congeló dentro de mis pulmones.
"¿Estamos muertos?" le pregunté. Me sentí estupido.
"Estuvimos a punto... pero no. Estamos vivos" contestó con una risita de ternura.
Quizás me creía un loco. No lo culpaba.
"¿Se encuentra bien?" me preguntó
Asentí observando mi rededor. Parecía estar en lo que era un hospital de guerra. Camas con frazadas estiradas se enfilaban en dos hileras de perfecta alineación. Paredes altas y blancas encerraban en un cuadrado al lugar. Y dos puertas ubicadas en los extremos permitían el ingreso y el acceso.
"¿Quiere comer?" me interrumpió de mi análisis el muchacho.
"No, gracias" contesté extrañado al sentir el estomago apretado.
Había un penumbroso y perturbador recuerdo de la noche anterior rondándome la cabeza. Nada claro, debido al shock en el cual me encontraba inmerso. Era aquella situación la que me tenía tenso y sin apetito. Me desesperaba el tener una película con escenas cortadas corriendo por mi mente. No podía recordar con exactitud lo que había descubierto.
"¿Cómo me encontró?" le pregunté al joven, buscando salir de mi confusión.
"Gracias al GPS ubicado en el jeep que tomó" me contestó.
Ahora lo miré de golpe. No había notado, en absoluto, su uniforme militar de color azul marino, con manchas azules más oscuras. Ojos tranquilos. Barba afeitada. Y el tipico y exacto corte de tipo militar. Estaba frente a un uniformado de las fuerzas armadas. Era él el que había entrado a mi pieza y había dado muerte a la infectada... ¡Eso era! Algo tenía conexión con la infectada que había estado a punto de atacarme.
"Nos íbamos anoche. Pero al detectar el vehículo en movimiento en nuestros mapas digitales, decidimos realizar una expedición para dar con la persona que lo estuviera conduciendo" siguió explicando.
Yo sólo podía pensar en la infectada ¿Por qué? Lo único que sentía era que había sacado una conclusión esclarecedora al verla. Pero no podía recordar.
"¿Por qué no vino hacia acá?" me interrumpió el militar.
"¿Para dónde?"
"Acá. Fue la orden que se le dio a la ciudadanía. A demás que lo tenía anotado en su libreta de apuntes" me dijo, indicando mi libreta apostada sobre mis ropas a los pies de la cama.
No entendía de que hablaba. Obviamente, él no sabía que cuando sucedió todo, yo me encontraba borracho dentro de un supermercado.
"¿Dónde estamos?"
"En la escuela de aviación Capitán Manuel Avalos Prado" declaró energico.
El corazón se me volcó y el aire se congeló dentro de mis pulmones.
Continuará...
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