Lo arrastraron como a un cualquiera por el piso, atrapado en una bolsa que le impedía la libertá. Se negó a su destino declarado desesperado, escapando de la mano de sus casadores toda la mañana. Había venido de tan lejos, pobre hombre, con sueños de encontrar una vida mejor. Pero el mundo está tan malo y cruel, 'eñor, supiera usted, que fue a caer en la tierra de los gigantes de cemento, en donde la avaricia y el sexo se mezclan en una sopa de libertinaje.
Pero pobre hombre, tan ingenuo, nunca supo donde su camino fue a dar. Tampoco imaginó cómo iba a quedar. Lo arrastraron gritando victoriosos sus captores. Si supieran que quería una mejor vida, en los interiores de la Cordillera y no el Río, quizás lo habrían dejado escapar. Pero la dueña pidió su cabeza por ladrón.
Pobre hombre que no entendía que iba a pasar. Lo levantaron para que su agonía comenzara a experimentar y sobre el asfalto le hicieron golpear. Recordó a su mujer y a sus siete hijos. Quizás lo esperaban, ignorantes de lo malo que es el mundo. Fue entonces que al notar que su corazón aún latía, el marido de la dueña una pala levantó para con su vida terminar...
Mi viejo abrió la bolsa y notó que el ratón ya no se movía. Ignacio lo había azotado con la bolsa en donde lo habían encontrado. Había sucedido que mi vieja el jueves había encontrado un paquete de harina con piquetes de dientes de roedor. Entonces el domingo fue el día elegido para vaciar el desván y pillar al intruso.
Yo desde mi cama escuchaba todo el alboroto que tenían pillando al pobre ratón.
Simón desde su celular me escribió: "Ha muerto Jerry"
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