Hace un año, Emilia iba peligrosamente a unos centímetros míos, en los brazos de su novio. Entonces me pasa su cartera excusando que se la llevara porque ella ya iba incomoda dentro del vehículo. Yo iba en la puerta trasera derecha del Nissan del padre de Jack. Me pasó su cartera, alojando esa sonrisa en sus labios que me decía "Quiero escapar contigo"
Le corrí la mirada y observé la Gran Avenida perdiéndose atrás. Luego la observé y miré sus finos labios. Nunca los había tocado. Íbamos a bordo de nuestro propio mundo. Entonces comencé a revolver el interior de su cartera, vociferando que las entrañas de tan extraño bolso eran misterios sin resolver aún. Ella sólo sonreía, sin dejar de observarme. Era algo catastrófico sentir sus ojos sobre mi ser.
Fue cuando encontré el perfume. Tenía la forma de un frasco alargado y rectangular, todo transparente. Emilia lo cogió en sus manos, lo destapó y peligrosamente, como siempre le gustaba que fuera, dejó escapar un rocío del aroma sobre mi muñeca. Yo le despedí una mirada de admiración y miedo. Los demás no entendían y ni siquiera sospechaban. Agité el brazo y tomé su aroma.
Fue inolvidable.
Anoche Emilia tomaba el mismo frasco de perfume y nuevamente vertía en mi muñeca un poco de rocío. Olí su aroma y cerré los ojos al recordar su dulce y electrizante sensación recorrer mis sentidos. Ahora me plantó un beso en los labios y demoró un tanto en separarse. Luego me mira y me sonríe.
Me sonríe igual que hace un año.