De pronto un flash y un silencio. De pronto un trueno y la expectación. De pronto de golpe el otoño se hace presente con la aparición de una nube gruñona. El tibio aire desaparece y el aroma de las hojas mojadas en el suelo envuelve el lugar. Ya era tiempo. La idea de un chaleco abrigador y una taza de leche con café caliente en las manos es casi tangible. El que cueste levantarse de la cama tibia se acerca con el silbido del viento cordillerano. El sonido de las zapatillas en el asfalto mojado. Una lluvia al atardecer estrellándose contra la ventana. Una siesta con sueños dulces.
Algunos encuentran feas las estaciones invernales. Yo creo que es lo mejor que alguien pudo inventar.
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