Damas y caballeros
Nos han mentido. Nos han engañado todo este tiempo. Hoy descubrí que en verdad las rosas no mueren. Sí, son eternas. Y vivirán hasta que la misma vida en si acabe.
Los primeros botones existen desde tiempos inmemorables. El resto es historia. Los pétalos se van abriendo con el paso de los años, viviendo inviernos, viviendo veranos. Aguantando lluvias y soles, respirando humo y aire puro. Hasta que llega el momento en que ese pequeño pétalo que formó el núcleo del botón, llega al borde del rosal y comienza a secarse. Mientras se desprende, detrás vienen otros pétalos, madurando. Y más al centro, van naciendo nuevas generaciones de la hoja roja.
La rosa nunca morirá. El primer pétalo siempre le enseñará, protegerá y guiará al que viene detrás. Así, la nueva hoja replicará todo lo que aprendió al pétalo que está abriéndose paso desde el interior, para enfrentar los crudos inviernos y disfrutar los nuevos veranos.
Hoy se desprende un pétalo, recordemos lo que nos enseñó. Mañana el botón abrirá otra generación. Cuidémosla. La rosa nunca morirá.
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