Cayó una nube sobre las casas esa mañana. El sol no llegó. Se puso un poleron de polar barato. La falda no la cuestionaba nunca. Le sumó unas panties y los lentes de gran aumento sobre la nariz.
"Caramelo. Propóleo. Audífonos. Chicle"
El dolor de piernas de hace meses la acompañaba y el frío lo hacía más intenso. Ya habían pasado cien rostros. Uno que otro se detenía y miraba su mercadería, más no a ella. Había un "gracias" a regañadientes.
Se paraba a la entrada del Metro. Los guardias ya no la dejaban entrar. Ahí la envolvía el aire caliente que emanaba desde las profundidades de la estación. Si cerraba los ojos, podía ver el fuego del brasero de la casa de su mamá. La lluvia pegándole a la ventana. Un tazón de lata caliente con leche grumosa. No le dolía el cuerpo, sólo las penas en el corazón.