lunes, 16 de septiembre de 2013

Día 242: El Regalo

Es extraña la sensación de me embarga ahora. Son las 14:57 de la tarde del viernes 13 de septiembre. Acabo de llegar de comerme un pollo asado a lo pobre con el Mauro, después de haber ido a dejar el notebook y la impresora a tu casa. En ese mismo almuerzo llamé a tu padre y le dije
"Misión cumplida. El paquete fue entregado"

Sin problema debes recordar el día que nos juntamos con tus hermanas y papá en San Bernardo. Veniamos del Buin Zoo. Era el momento perfecto, pensé. Quería plantearle la idea a tu viejo de hacerte un obsequio. Quería convensarlo, pero darle inicio a la idea con un cara a cara. Quería que él me viera extendiendo la intención viendome a los ojos, para que supiera y se quedara con la sensación de que el plan lo quería a llevar a cabo sí o sí, y que no quedara en la intención solamente. ¿El momento? Dejaste una ventana abierta cuando me fuiste a buscar una tarjeta BIP para poder regresar a casa. Recuerda que la mía se la había pasado a mi mamá. Ahí lo corrí para un lado, situación que Yasna notó. No le expliqué nada, no le dije nada. Tan sólo le dije que quería conversar algo importante con él y que lo llamaría durante la semana. Para atar cabos suelos en la cabecita de Yasna y no se generara algún cahuín, te dije (mentira blanca n°1) que tu papá me había preguntado cómo se había portado Joaquin en el zoologico. Así, si tu hermana te hacía cualquier comentario, tú no harías tal de preguntarme qué conversabamos.
Lo llame el martes de la semana siguiente. Como siempre, hice mi intruducción nerviosa...
"Bueno, como sabe usted viene el cumpleaños de la Betsa y yo tenía la idea de comprarle un notebook. Usted sabe que esto le puede servir para hacer los trabajos del instituto, que siempre está entrampada en eso y le puede servir para más adelante. Es una ayuda casi necesaria..."
Bla bla bla. Y su respuesta fue de inmediata.
"Sí, no hay problema"
Fijamos los detalles. Yo lo compraría y un día cualquiera lo iba a llevar. La verdad es que no quería llegar con bulto el día de ayer, porque no iba a tener cómo explicarte qué llevaba.
Plan facil ¿Cierto? Ojalá hubiese sido así.

El notebook llegó a mi casa un miércoles y venía con la impresoa. Mi vieja lo recibió y le conté el plan, con un pequeño agregado (mentira blanca n°2). Le dije que el regalo lo habíamos comprado entre más personas, para que no me güebiara por saber cuánto había sido el monto de la cuota y todas las preguntas incomodas que hace ella. Tuve que hacerme un libreto con ella, no se me podía soltar que lo habíamos comprado sólo entre dos. Tú me entiendes.

Y llegó la semana del 9 de Septiembre. Como la idea era entregarte los equipos en la noche, cuando estuvieran todos, tuve que ingeniar la menera de comprarte un regalo disuasivo. ¿Qué es eso? Te preguntarás. Es un presente piola, sencillo, pero no menos importante y lleno de valor. Un obsequio que durante el día te quitara sospechas de la existencia de un regalo mas potente. Pensé en las ballerinas. Y aquí viene la mentira blanca n°3: no tuve clases el martes. La última clase la tuve el sábado, así que ocuparía esa ventana de tiempo para ir por el regalo. El miércoles no podía porque era 11, el jueves tenía pronosticado ir a dejar en la noche el notebook con la impresora (tú salías tarde) y el viernes tenía el carrete de la pega. Todo en marcha, fui el martes, compré el regalo y me fui a casa.

El miercoles 12, con ayuda de mi vieja, envolví los regalos. No me retaba tanto desde cuando estaba en la básica y en las tardes hacía las tareas con ella.
"Dobla aquí. Pega allá. Así no. Por aquí. Corta más. Dobla menos. No cortí tanto"
Fue una batalla hacer los paquetes con esa mujer. Pero salieron. Los eché a la bolsa listos para llevarmelos al otro día. En la mañana del jueves salí tranquilamente, con el paquete colgando de las manos (el regalo, obviamente). Llegué a la fila del colectivo, amable el chofer me abrió la maleta, me dio los buenos días.
"Buenos días, estimado señor"
Me subí y partí dirección a la Plaza de Puente Alto ¿Cuál era el plan? Juntarme contigo en la tarde, como si nada, volver a la pega después de dejarte en la puerta del instituto, tomar el paquete y llevarlo a tu casa. La idea era pasarselo a tu mama Cristina. Con tu padre habíamos decidido que tu madre y las chiquillas no supieran del regalo. Llegué a la plaza y a mi cerebro se le olvidó que llevaba tu obsequio en la maleta del colectivo. Me bajé y el chistoso me dice:
"Saco wuea, el notebook de la Bebé va en la maleta del colectivo"
"Coooonche..."
Te juro que en cinco segundos procesé los siguientes pensamientos. Cuando vi que el vehículo iba como a unos veinte metros y el semaforo en verde, di por perdido el paquete. Después recordé que era una línea que frecuentaba, así que pararía a otro colectivo y le diría el lamentoso accdiente. Cuando vi que encendió la luz intermitente derecha para regresar a las Lomas, casí me oriné pensando en toda la odisea que iba a vivir rescatandolo esa mañana. Pero Dios existe; el semáforo cambió a rojo. Y corrí. No me acordaba que podía correr tan rápido. Tan rápido lo hice, que una señora pensó que me habían asaltado. Llegué al vehículo y con esa sonrisa que ya conoces, le golpee la ventana al chofer. Aquí no pasó nada. El paquete volvía a estar en mis manos.
 Llegó la tarde ¿Y qué pasó? Me hiciste jaque al proponerme faltar al IP e irnos al cine. La verdad corazón es que nunca le podría decir que no a una invitación tuya. Pasar una tarde contigo es un regalo, un tesoro. A la mierda el regalo, quedaban 48 horas y tenía una cabeza suficientemente grande como para ingeniarmelas y hacer llegarlo a tu casa. Nos fuimos al cine.
En el metro me acordé que el paquete lo había dejado listo para sacar. Temí que de algún curioso lo tomara al ver que estaba en vuelto en papel de regalo. ¿Recuerdas las llamadas nerviosas por mis cajas en el pasillo? La verdad es que quería que dejaran la bolsa de bajo de mi escritorio.
Ya allá, hubo un momento crítico. Me pediste el paquete de Lays para guardarlo en mi mochila. Pasó que en el segundo que ibas abriendo el cierre del compartimiento, me acordé que tenía tus ballerinas en la bolsa de Ripley. Me hice el jil. Si preguntabas, te diría que era ropa, pero ¿Por qué iba a tener ropa en la mochila? Buena pregunta. Cuando me la estaba contestando, me preguntaste y no supe que responderte.
"No me acuerdo, amor" te dije haciendome el tonto.
Ojalá bebé, que con toda esta historia, vayas atando cabos sueltos en tu mente. Tuve que ocultarte información, hacer aparecer información, inventar información, y la verdad que es fue cansador. No me gusta mentirte. No me gusta contarte historias vagas. A demás que tú eres mi compañera de mentiras y secretos, no podía tenerlos conmigo todo el tiempo.
Llamé a mi mamá, le dije que había tenido que trabajar hasta más tarde. No podía contarle que estaba contigo. Llamé a tu viejo, le dije lo mismo. No podría llegar con el regalo aquella noche. Él tampoco podía saber que estaba contigo. Más mentiras.
Viernes 13. Nuevo plan. Fracasó ese en donde me aprovechaba de los jueves que llegas tarde. Pensé ir en la mañana. En la noche estaba el carrete, no alcanzaría ir y volver. Llego a la oficina y está la escoba con la wifi. Nuevo plan. Maldito viernes 13. Iría en hora de almuerzo. Hablé con Jorge; ningún problema. Mauricio se ofreció a llevarme en su auto. Llamé a tu mama y le dije que iba en camino. Mientras tanto tú reclamabas furiosa por wathsapps que te tengo botada como perrito. Lo siento mucho amor, era necesario. Llegamos a la esquina del pasaje. Me bajé, llamé a tu abuela, nos juntamos en la reja de la casa y le entregué el paquete.

Misión cumplida.

Viernes 13 de Septiembre. Son las 16:16 de la tarde. Recuerda que en lo material están nuestros deseos infinitos de querer apoyarte, ayudarte y aportar con un grano en tu lucha diaria. Nada más. Si los hombres que te amamos quisieramos expresarte nuestros amor con algo material, no alcansaría el Universo para regalartelo.

Te amo mucho, mucho.